Mié
11
May
2016

Evangelio del día

Séptima Semana de Pascua

Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 28-38

En aquellos días, dijo Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso:
«Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.
Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados. De ninguno he codiciado dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han bastado para cubrir mis necesidades y las de los que están conmigo. Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Hay más dicha en dar que en recibir”».
Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos. Entonces todos comenzaron a llorar y, echándose al cuello de Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba de lo que había dicho era que, no volverían a ver su rostro. Y lo acompañaron hasta la nave.

Salmo de hoy

Salmo 67, 29-30. 33-35a. 35bc y 36d R/. Reyes de la tierra, cantad a Dios

Oh, Dios, despliega tu poder,
tu poder, oh, Dios, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo. R/.

Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor, tocad para Dios,
que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos;
que lanza su voz, su voz poderosa.
«Reconoced el poder de Dios». R/.

Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder sobre las nubes.
¡Dios sea bendito! R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 11b-19

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Inmanencia en el mundo de los discípulos

Jesús, en la oración sacerdotal, se despide de sus amigos y discípulos rogando por ellos al Padre y prometiéndoles el Espíritu Santo, con cuyos dones serán capaces de ir por el mundo con las actitudes que él ha practicado y les ha enseñado. Lo cómodo hubiera sido llevárselos con él en su Ascensión. Pero, no están para buscar la comodidad, sino para cumplir una encomienda, la misión de hacer discípulos para el Reino de todos los que puedan.

Jesús llega a decirles que no se extrañen de que el mundo les odie, porque, aunque estén en el mundo, no son del mundo, como tampoco él, Jesús, es del mundo. Más todavía, pide al Padre que no los retire del mundo, donde tienen que dar testimonio de la verdad, sino que los guarde del mal. Que sean sencillos, pero íntegros; respetuosos, pero anclados siempre en la verdad; alegres y confiados, porque, aunque odiados por los viven en la mentira, el Espíritu les dará cuanto necesiten para ser testigos, con la palabra y con la vida, de la Buena Noticia del Reino. Porque se trata de que el mundo crea, por su testimonio, en Jesús y en la verdad del Evangelio.

  •  Santidad de los discípulos. Camino de la trascendencia

Jesús espera y pide al Padre para ellos: unidad, veracidad, autenticidad y santidad. "Desde ahora yo no estaré en el mundo; ellos se quedan en el mundo... Cuando Yo estaba con ellos, los guardaba en la fidelidad a tu nombre... Guárdales del mal". Porque, aunque están en el mundo, no pueden contaminarse con lo “mundano”, con el mal, ya que, como Jesús, no son del mundo. Pero la encomienda es tan ambiciosa que Jesús ve que no puede dejarla al albur de la buena voluntad de los discípulos. Por eso Jesús lo deja en las manos del Padre y del Espíritu.

Estar “consagrados” en la verdad, como nos pide Jesús, es estar “santificados” en la verdad, y, por tanto, en la bondad y en la belleza. Se pide para nosotros, en cuanto seguidores de Jesús, sus mismas actitudes, fijación por los valores que el practicó y vivió. Esto es la santidad, que no está reñida con la honradez profesional como personas que viven y se desenvuelven en el mundo, sino todo lo contrario. De alguna forma, se nos exige más honradez, más transparencia, más fraternidad, más humanidad.

¿A qué me mueve más el estar en el mundo sin pertenecer a él: a servir o a servirme de los demás?
¿Veo la oración de Jesús al Padre referida y dirigida a mí o, en general a los seguidores del Evangelio?

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
(1938-2018)