Dom
30
Jul
2017

Homilía XVII Domingo del Tiempo Ordinario

Año litúrgico 2016 - 2017 - (Ciclo A)

Te doy un corazón sabio e inteligente

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Saber discernir

En un diálogo cercano y sincero con Dios, ante la posibilidad de pedir un gran imperio, mayores riquezas, o un poder infinito, Salomón hace una sencilla petición: “un corazón dócil, para saber discernir el bien del mal”. Pide sabiduría para discernir y gobernar a un pueblo numeroso ante el que se siente pequeño. No antepone su egoísmo a la responsabilidad que tiene de regir a su pueblo. No pide inmediatez en la resolución de los problemas, sino que pide discernimiento para escuchar y gobernar: es lo que necesita un rey, aquel que rige su vida y pone en manos de Dios todo.

El Dios de Salomón es un Dios que cumple su promesa y le hace ver la generosidad de su corazón, por comprender que su responsabilidad de gobernar a su pueblo es anterior a toda comodidad, riqueza, fama, o poderío. Quien sabe gobernar sabrá discernir, separar, escuchar, y decidir lo mejor para su pueblo. El bien común por encima del bien personal. Confiar en lo otorgado por Dios: te doy un corazón sabio e inteligente no conocido jamás, es lo que se sugiere en la vida espiritual. Partir de la bondad de Dios, en que el discernir en sabiduría e inteligencia está presente en nuestras vidas.

Muy distinto es la situación de nuestros líderes actuales, donde lo primero es la riqueza que no tienen, donde la corrupción es lo primero que aparece a la luz de la mañana. Ya nadie pide luz para escuchar y discernir el bien del mal. Ni siquiera hay una ética que prevalezca por encima de todo afán de poseer riquezas. Nuestros líderes carecen esa capacidad de separar lo personal del bien común. El afán de poder les ciega, y les impide ver lo mejor para su pueblo.

La finalidad del amor a Dios es el bien

En el pasaje fundamental de la carta a los Romanos que se contempla este domingo, se expone el plan completo de Dios: Toda vocación, elección, predestinación, justificación, y glorificación están en función de ser predestinados a ser imagen de su Hijo, para que Él fuera el primogénito de muchos hermanos.

Sacar lo nuevo y lo antiguo

Jesús explica en pequeñas parábolas el significado que tiene el reino de los cielos para él. Lo explica con el tesoro escondido en medio del campo, el campo sólo tiene valor por lo que en él hay escondido. Habrá que buscarlo, localizarlo, encontrarlo y descubrirlo. El reino de los cielos es lo que vale la perla fina de gran valor, que obliga a vender todo lo que se tiene para adquirir la de mayor valor. Es también la red que pesca buenos y malos, y que al final de la jornada se separan los buenos de los malos.

El Reino de los cielos es la nueva visión de Dios que propone Jesús de Nazaret, lejos de la interpretación que dan los escribas y los fariseos. Todo tiene un valor, pero lo mejor, lo de mayor valor lo que separa lo bueno del malo, está en la comprensión de Jesús como juez y señor de la historia.