Dom
27
Oct
2019

Homilía XXX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)

No se atrevía ni a levantar los ojos al cielo

Introducción

Dicen que tal como se vive, así se ora, así se reza y no al revés. La vida nos sitúa en nuestra oración. El  fariseo y el publicano del evangelio son dos formas de vivir, dos posturas de fondo y no simples gestos; son dos sensibilidades ante Dios por la manera de relacionarse con él (también se dice: dime como oras y te diré en qué Dios crees) y dos sensibilidades en la relación con los demás.

Desconcertante total la actitud de Jesús. Su mirada se dirige al humilde y justifica al publicano, pues es quien reconoce su necesidad y quiere construir su vida a partir de la misericordia de Dios y no de sus méritos. ¿No es más importante para Jesús una vida construida en la misericordia de Dios, que una vida religiosa, cumplidora?

Por otro lado, el gesto de orar solo, sin quitar su importancia y valor, si es solo para cultivar mi espiritualidad, mi salvación, mi yo, que me las apaño muy bien solo con Dios, es bien diferente del orar en comunidad, porque los necesito y me necesitan. Son dos situaciones o dos posturas de fondo ante la vida.