Dom
28
May
2017

Homilía VII Domingo de Pascua - Ascensión del Señor

Año litúrgico 2016 - 2017 - (Ciclo A)

¿Qué hacéis mirando al cielo?

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

¿Qué hacéis mirando al cielo?

Los discípulos están viviendo un período de comprensión. Han de calmar su espíritu ante lo sucedido. La cruz hay que comprenderla. Las negaciones hay que aceptarlas. El abandono hay que situarlo. El miedo hay que superarlo. Durante cuarenta días el resucitado se aparece a sus discípulos para que asuman la fe con madurez, aprendan que el Reino no es lo que ellos esperaban, sino lo que Dios ofrecía. Esperaban una victoria bélica y encontraron un ofrecimiento de amor y perdón. Primero hay que reconciliar el corazón para comprender la fuerza que tengo interiormente para caminar y enfrentarme a realidades superiores a mi comprensión.

Un segundo momento, llegado el tiempo de la despedida se les manifiesta subiendo al padre hasta que una nube se los quitó de la vista. Y viene la pregunta sobre la realidad: ¿Qué hacéis mirando al cielo? Es hora de comenzar a predicar, es hora de agrandar el Reino haciéndolo vida en vuestros caminos. Es hora de la Iglesia en práctica.

Dios ilumine los ojos de vuestro corazón

San Pablo en la Carta a los Efesios, pide que Dios ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la extraordinaria fuerza de su poder para nosotros, que desplegó en Cristo resucitándolos de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo…

Por una parte se pide el conocimiento de la experiencia de fe y de amor. Por otra parte, esta Acción de gracias es una llamada a la esperanza de los cristianos, porque lo acontecido en Jesús es promesa para nosotros.

Sabed que estoy con vosotros todos los días

Mateo, por su parte, recoge la misión de Iglesia; hay un mandato específico que asumen los discípulos de Jesús: Id y haced discípulos de todos los pueblos. Abrir la palabra de Dios al mundo, y abrir al mundo a la comunión con Dios. Les otorga un poder comunicador de salvación y de gracia.

Pero no es una misión en solitario, es una misión donde Jesús mantiene su promesa, estoy con vosotros hasta el fin del mundo. No hay abandono por parte de Dios. Bautizar en el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo es la actualización de esa presencia eterna y plena de Jesús y el cumplimiento de su promesa.