Dom
22
Ene
2017

Homilía Tercer Domingo de Tiempo Ordinario

Año litúrgico 2016 - 2017 - (Ciclo A)

Venid y seguidme, y os hare pescadores de hombres

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Inicio de la predicación de Jesús en Galilea

Ya desde el principio de su ministerio, la predicación de Jesús no es sólo para los judíos. Mateo presenta el mensaje salvador de Jesús en el contexto de la profecía de Isaías: “País de Zabulón y país de Neftali… Galilea de los gentiles… a los que habitaban en tierra y sombra de muerte, una luz les brilló”. Con la predicación de Jesús la luz de las naciones anunciada por el profeta Isaías sobrepasan los limites de Judea. El reino de Dios será anunciado al mundo entero. Pero lo que aquí nos cuenta hoy Mateo es solo el inicio de la proyección universal de la predicación de Jesús.

Los datos que señala Mateo sobre la situación de la acción misionera de Jesús parecen relevantes para entender la relevancia que le da:  Jesús se retira a Galilea cuando se entera de que Juan el Bautista ha sido arrestado por Herodes, deja también Nazaret (en Galilea, donde había vivido con su familia desde su adolescencia) y se establece en Cafarnaúm, junto al lago de Galilea. La residencia en Cafarnaún es todo un símbolo de su proyecto evangelizador. Cafarnaún, ciudad fronteriza entre el pueblo de Israel y el pueblo pagano, era un centro de comunicaciones y de movimiento económico.

Eso sucede en los términos de Zabulón y Nefatalí, es decir, en las regiones habitadas antiguamente por esas tribus. El evangelista ve cumplida en este hecho de la predicación de Jesús en Cafarnaúm y en Galilea,  una de las más celebres profecías de Isaías (9,1.2), en la cual predice que precisamente en esta región, entonces humillada y despreciada, había de lucir, antes que en otros sitios, la luz mesiánica. Las regiones habitadas por las tribus de Neftalí y Zabulón, y toda la Galilea, habían sido devastadas durante la guerra con los asirios y entregadas en gran parte a manos de los gentiles. Allí precisamente comenzará a resplandecer la luz mesiánica, confirmada con los milagros y vida de Jesús.

Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos

Pero ni la conversión que predica Jesús es circunstancial, del momento en que estamos y de los problemas que tenemos ahora, ni su paso de Judea a Galilea, solo una avanzadilla, en su proyecto evangelizador. 

2.1 Porque la estancia en Cafarnaúm no será estable y cerrada, Jesús va adoptar una forma nueva de proclamación de la Palabra: la itinerancia. Será una itinerancia permanente durante todo su ministerio, que le liberará de todas las limitaciones de lugar, de vinculaciones familiares y de  sujeciones políticas. Jesús no va a vivir atado a los lazos de familia ni de los orígenes políticos de la familia de José en Nazaret ni de las referencias a Belén de Judá (donde nació). Esa libertad espacial le permitirá llegar a pueblos y aldeas para anunciarles la buena nueva. Su familia es quien le escucha y cumple su palabra, y su pueblo, donde predica, sin distinción.

2.2 Pero, sobre todo, la conversión que predica Jesús va mucho más allá de lo circunstancial. Es una urgencia que no permite el aplazamiento. La inminencia del Reino de Dios  no puede dar largas a la respuesta, a la conversión. Supone volverse ya a Dios con toda la profundidad y radicalidad del arrepentimiento.. Si en la predicación de Juan el Bautista la urgencia se debe a la proximidad del reino anunciada por el precursor, en la predicación de Jesús se transforma en la presencia de la misma persona de Jesús: Él que constituye el reino de Dios. Por eso el mensaje de  conversión que anuncia Jesús es una auténtica provocación: el reino de Dios está ya allí mismo, quien no lo acepta, quien no se convierte, quien no cambia de mente, de voluntad, de vida,  menosprecia el encuentro con Jesús: porque Él es el reino de Dios que se le ofrece.

Venid y seguidme, y os hare pescadores de hombres

Si la urgencia de la conversión es tal y no admite aplazamiento alguno, en la primera llamada de Jesús, según Mateo,  lo que llama la atención es que Jesús pide que le sigan a Él personalmente y la generosa obediencia de los llamados.

Según el modelo evangélico, cuando el Señor llama, no hay tiempo para los retrasos y los condicionamientos. Hay que responder inmediatamente. Así lo hicieron aquellos primeros seguidores de Jesús. Esperemos que también nosotros seamos igual de diligentes.

Mateo narra la llamada de dos parejas de hermanos: Pedro y Andrés, Santiago y Juan. La llamada de Jesús tiene dos partes: primera, venid y seguidme –la comunidad-, y, segunda, y os haré pescadores de hombres –la misión-. Ya desde el primer momento, Jesús hace una comunidad a su alrededor, que la forman sus  seguidores. A esta comunidad él  mismo le marca la misión, la de “anunciar” el Evangelio a tiempo completo, diríamos hoy. Dejarán la profesión de pescadores en el lago de Galilea por la “pescadores de hombres”.

Tal como lo narra el evangelista Mateo, los jóvenes galileos entendieron bien la llamada de Jesús. Dejaron la barca y a su padre, y siguieron a Jesús. Lo que les ofreció no parece, pues,  un trabajo a tiempo parcial o temporal. Lo dejan todo, inmediatamente y sin retorno. Pasaron de “pescadores de peces “ a “pescadores de hombres”. Les dio una definición nueva a su vida.

Cafarnaúm tampoco marcó un límite a la proclamación de Evangelio de Jesús. Mateo señala,  al contrario, que recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, y curando las enfermedades y dolencias de las gentes.