Dom
19
Jun
2011

Homilía XII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2010 - 2011 - (Ciclo A)

El Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la Verdad plena

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “ Tómanos como heredad Tuya”

La experiencia de Dios y de la hermandad, van indisolublemente unidas. La imagen que de El nos manifiesta el Éxodo, es la de un Dios compasivo, peregrino con Su pueblo, incondicionalmente fiel.

Un Dios al que se puede y debe escuchar desde la entera confianza y de cuya escucha dimana la luz para seguir el camino.

Un Dios al que se le responde acogiendo en libertad Su palabra y secundándola con la propia existencia.

  • “ La comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros”

Acoger el Espíritu es lo único que nos capacita para poder ejercer y edificar la hermandad, lo cual conlleva asumir la realidad de un modo diferente a los valores del mundo, con una prioridad muy sencilla y nada fácil: el amor siempre primero.

El creyente entra en comunión de amor y su vida personal se incorpora a una dinámica de permanente expropiación de su egoísmo, que lo transforma, lo expande y capacita para crear y cultivar relaciones de humanidad nueva, a la medida del Reino.

Los frutos de sintonizar con el Espíritu son claros: alegría, entrega, comunión y paz, expresados en gestos de delicadeza y ternura concretos, tangibles.

  • "Todo lo que tiene el Padre es mío”

La contemplación de este Evangelio nos desvela el movimiento incesante de la Gracia, en el seno de su origen y en su latente actividad en lo profundo de todo ser humano. Ese soplo que nos busca, que permanentemente está y nos reclama, nos atrae.

El dinamismo constitutivo del amor es la chispa desencadenante de la vida. La conciencia clara que tiene Jesús de formar parte en lo que percibe del Padre, le confiere un sentido profundo de pertenencia, más que de posesión.

Jesús se sabe cauce de ese Manantial de Vida y se hace su transparencia para que alcance a todos.

Jesús conoce el barro que nos constituye, lo falibles que somos, nuestra tendencia a quedarnos en personalismos reductores. Sabe que ha de partir y dejar que el Espíritu lo inunde todo a través de El, pero más allá de El, de un modo nuevo, de forma que su ofrenda alcance plena fecundidad.

Seguir a Jesús, confiar en El, significa dejar que el mismo espíritu de amor que configuró su existencia , siga alentando y dando sentido a la nuestra, de modo que el corro de la humanidad goce de la abundancia y plenitud de la vida definitiva, la que perdura, iniciada ya en el presente como primicia.