Mié
7
Feb
2018
Servir al Señor de corazón

Primera lectura

Lectura del primer libro de los Reyes 10, 1-10

En aquellos días, la reina de Saba oyó la fama de Salomón, en honor del nombre del Señor y vino a ponerlo a prueba con enigmas.

Llegó a Jerusalén con una gran fuerza de camellos portando perfumes, oro en cantidad y piedras preciosas.

Ante Salomón se presentó para plantearle cuanto había ideado. El rey resolvió sus preguntas todas; pues no había cuestión tan arcana que él no pudiese desvelar. Cuando la reina de Saba percibió la sabiduría de Salomón, el palacio que había construido, los manjares de su mesa, las residencias de sus servidores, el porte y vestimenta de sus ministros, sus coperos y los holocaustos que ofrecía en el templo del Señor, se quedó sin respiración y dijo al rey:
«Era verdad cuanto oí en mi tierra acerca de tus enigmas y tu sabiduría. No daba crédito a lo que se decía, pero ahora he venido y mis propios ojos, lo han visto. ¡Ni la mitad me narraron! Tu conocimiento y prosperidad superan con mucho las noticias que yo escuché. Dichosas tus mujeres, dichosos estos servidores tuyos siempre en tu presencia escuchando tu sabiduría. Bendito sea el Señor, tu Dios, que se ha complacido en ti y te ha situado en el trono de Israel. Pues, por el amor eterno del Señor a Israel, te ha puesto como rey para administrar derecho y justicia».

Ofreció al rey ciento veinte talentos de oro y gran cantidad de esencias perfumadas y piedras preciosas. Jamás llegaron en tal abundancia perfumes como los que la reina de Saba dio a Salomón.

Salmo de hoy

Salmo 36, 5-6. 30-31. 39-40 R/. La boca del justo expone la sabiduría

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía. R/.

La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan. R/.

El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 14-23

En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre».

Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola.

Él les dijo:
«¿También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre y se echa en la letrina» (Con esto declaraba puros todos los alimentos).

Y siguió:
«Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

Reflexión del Evangelio de hoy

Dios es alabado en la sabiduría y la justicia de nuestras obras

En este pasaje del libro de los Reyes, se nos narra la visita de la reina de Saba, atraída por la fama del rey Salomón. Ella conoce su fama y quiere ponerlo a prueba para conocer los secretos del éxito de su reinado. Cuando el protocolo real le permite verlo, siente la rectitud de Salomón y el alto grado de satisfacción en su reino. Contagiada por el espíritu de unidad del Pueblo, proclama la mayor alabanza: “Bendito sea el Señor tu Dios, que por el amor eterno que tiene a Israel, te ha elegido para colocarte en el trono… y para que gobiernes con justicia”. El éxito es de nuestro Dios, que obra a través de nuestras buenas obras. Es Yahvé quien protege y cuida de su pueblo y le da los espacios de bienestar. Salomón significó el momento de mayor gloria del reino de Israel y el paradigma del buen gobierno y de la sabiduría. Y en su reinado se construyó el Templo, lugar de referencia permanente de la presencia de Dios en medio de su pueblo.

Tener la perspectiva de la voluntad divina, en nuestra forma de actuar, hace que nuestro comportamiento sea un reflejo de la sabiduría de Dios. Consigue que nuestros actos estén más cerca del amor del Padre y sirvan de alabanza a Dios para aquellos que nos miran o aceptan nuestra misericordia. Obrar con sabiduría es proyectar la voluntad de Dios en medio de nuestra vida, hacer que su plan salvífico se cumpla y logremos hacer presente su Reino entre nosotros.

Servir al Señor de corazón, sin reservas ni mediocridades

Y Jesús en este evangelio de Marcos nos da algunas pautas para conseguir esa sabiduría de Dios. Cuando unos fariseos y letrados, venidos de Jerusalén, acusan a los discípulos de impureza por comer sin lavarse las manos, Jesús los defiende. No es lo que viene de fuera lo que mancilla el alma, sino lo que sale del corazón. Jesús vuelve a reivindicar el cumplimiento devoto y sincero de la voluntad de Dios. El verdadero sentido de la ley y la palabra de Dios es lograr la conversión de nuestros corazones hacia la misericordia y el amor. La ley de Dios exige un comportamiento recto y justo, pero sobre todo, un corazón dispuesto y generoso que irradie el amor de Dios y su justicia en todos nuestros actos. Esa es la pureza que Dios nos pide. Y Jesús rechaza las obras que embrutecen nuestra alma: “los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad… Todos esos pecados que pergeñan la historia de la humanidad y nuestra propia historia. Hemos evolucionado poco en afianzar la buena nueva del evangelio. Estamos más involucrados en las controversias y argumentarios de este mundo que en buscar el sentido profundo de nuestra vida, las relaciones definitivas que nos dirigen hacia la voluntad de Dios en nuestro actuar. Somos cicateros en nuestra generosidad, tristes en nuestra religiosidad, y olvidadizos con el compromiso de amor al prójimo. Dios es ese otro que tiene necesidad, que está enfermo, que está afligido  o triste, que precisa acogida, que está sin patria ni pertenencias. La misericordia que Dios nos pide supera el decálogo del cumplimiento de la Ley. “Si quieres ser perfecto…., es la perspectiva de la sabiduría y la voluntad de Dios para cada uno de nosotros.

Pidamos a Dios que nos dé esa fuerza, y esa limpieza de espíritu para reflejar en nuestros actos la presencia del Espíritu en nuestra vida.