Sáb
5
Feb
2022
Jesús vio una multitud y se compadeció

Primera lectura

Lectura del primer libro de Reyes 3, 4-13

En aquellos días, el rey Salomón acudió a Gabaón a ofrecer mil holocaustos sobre aquel altar, pues era aún el santuario principal.

Aquella noche el Señor se apareció allí en sueños a Salomón y le dijo:
«Pídeme lo que deseas que te dé».

Salomón respondió:
«Has actuado con gran benevolencia hacia tu siervo David, mi padre, porque caminaba en tu presencia con lealtad, justicia y rectitud de corazón. Has tenido para con él una gran benevolencia, concediéndole un hijo que había de sentarse en su trono, como sucede en este día.

Pues bien, Señor mi Dios: Tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David mi padre, pero yo soy un muchacho joven y no sé por dónde empezar o terminar. Tu siervo está en medio de tu pueblo, el que tú te elegiste, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede, pues, a tu siervo, un corazón atento para juzgar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal. Pues, cierto, ¿quién podrá hacer justicia a este pueblo tuyo tan inmenso?».

Agradó al Señor esta súplica de Salomón.

Entonces le dijo Dios:
«Por haberme pedido esto y no una vida larga o riquezas para ti, por no haberme pedido la vida de tus enemigos sino inteligencia para atender a la justicia, yo obraré según tu palabra: te concedo, pues, un corazón sabio e inteligente, como no ha habido antes de ti ni surgirá otro igual después de ti.
Te concedo también aquello que no has pedido, riquezas y gloria mayores que las de ningún otro rey mientras vivas».

Salmo de hoy

Salmo 118, 9. 10. 11. 12. 13. 14 R/. Enséñame, Señor, tus decretos

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras. R/.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos. R/.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti. R/.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos. R/.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca. R/.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 30-34

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».

Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.

Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.

Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Petición bella, sorprendente e interesante

En esta primera lectura me sorprende la petición y oración que se nos narra, me parece una oración-petición bella, sorprendente e interesante. Es una petición hecha a Dios por un muchacho escogido por el mismo Dios para gobernar a su pueblo, para dirigir al pueblo en el cumplimiento de su alianza, como su padre.

Es una petición-oración reconociendo, no sólo su incapacidad, sino las dificultades que lleva consigo esa responsabilidad, esa misión arriesgada y difícil. Es una oración llena de una gran confianza en Dios.Para ello hace la alabanza de su padre y cómo ponía la confianza en Dios. Su padre acertó a dirigir sabiamente el pueblo y a mantener la alianza con Yahvé. Es una oración personal para él, pero siempre en beneficio de los demás de su pueblo.

Es sorprendente, pues no es normal que alguien que quiera dirigir a un pueblo pida ayuda a Dios. Y, sobre todo, para saber discernir entre el bien para un pueblo y aquello que le perjudica.

Es interesante para aprender lo que debemos pedir a Dios. Cuánto necesitamos de pedir a Dios que nos conceda el don de saber discernir, no sólo entre el bien y el mal, sino sobre todo, juzgar a los demás a la ligera, cómo solemos hacer. Y pedir el don de saber acertar en lo que a los demás necesitan.

Pidamos a Dios la fuerza del Espíritu Santo para que sepamos discernir y acertar en este camino sinodal en el que nos encontramos, para beneficio de la Iglesia y su misión en la sociedad.

Como ovejas sin pastor

Este breve pasaje de San Marcos es una catequesis muy buena para estos tiempos que nos están tocando vivir. En cualquier palabra o situación que nos narra nos sirve para una reflexión personal y para invitar a las personas a hacerla.

Vemos a Jesús que quiere compartir con los suyos cómo les ha ido en su misión. Quiere animarlos. Corregirles. Intercambiar con ellos las dificultades y también sus alegrías en el anuncio de a buena y nueva noticia. Sería muy bueno que también pudiésemos hacer con Jesús esta evaluación.

San Marcos quiere invitarnos a descubrir cómo actúa Jesús que lo vive todo desde la compasión. Tiene compasión con los suyos y les invita a la necesidad del descanso, mira a las personas y descubre sus necesidades existenciales, incluso las más profundas. Descubre cómo andan en búsqueda de sentido para su vida y los dirigentes las han abandonado, son ovejas in rumbo, sin saber qué hacer.

En el pasaje, la mirada compasiva de Jesús no la dirige a una persona concreta, enfermo, leproso, ciego etc, la dirige a la muchedumbre. Con compasión descubre que está desorientada. ¿No estamos nosotros, nuestra sociedad desorientada, inquieta, miedosa, desconcertada? ¿No vemos a nuestros vecinos, conocidos cómo están? ¿Cómo es nuestra mirada hacía esas personas? Es un examen a realizar personal y comunitariamente.

La situación que ya estaba y ha intensificado la pandemia, está obligando a los creyentes a mirar a nuestros compañeros de viaje con los ojos compasivos de Jesús. Ver la angustia, el desconcierto, el miedo, la indiferencia, la superficialidad, la soledad. Y ante eso ¿Qué hacer?

La reacción de Jesús, no sólo fue lamentar de “están como ovejas sin pastor”, sino “se puso a enseñarles con calma”. Nosotros no tenemos que perder ni el ánimo ni la ilusión por tratar de infundir esperanza y ánimo en las personas y sobre todo, que no pierdan la confianza en Dios.