Mar
29
Mar
2011

Evangelio del día

Tercera semana de Cuaresma

Acepta nuestro corazón contrito

Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel 3, 25. 34-43

En aquellos días, Azarías, puesto en pie, oró de esta forma; alzó la voz en medio del fuego y dijo:

«Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.

Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo;
por Israel, tu consagrado;
a quienes prometiste multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.

Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.

En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.

Por eso, acepta nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados.

Que este sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.

Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos, y buscamos tu rostro;
no nos defraudes, Señor;
trátanos según tu piedad,
según tu gran misericordia.

Líbranos con tu poder maravilloso
y da gloria a tu nombre, Señor».

Salmo de hoy

Salmo 24, 4-5a. 6 y 7cd. 8-9 R/. Recuerda, Señor, tu ternura

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 21-35

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».

Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.

Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”.

El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.

Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.

Entonces el señor lo llamó y le dijo:
“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.

Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “Acepta nuestro corazón contrito”

Entrañable la oración de Azarías, en unos momentos de desdichas para el pueblo. La gran petición a Dios es que tenga buena memoria, que no se olvide de la alianza y de su misericordia. En estos momentos de horas bajas, siendo “los más pequeños de todo los pueblos”, donde al no tener ni príncipes, ni profetas ni jefes, ni lugar donde ofrecer los sacrificios… le presentan a Dios un corazón contrito y humillado, como un holocausto mucho mejor recibido por Dios que el sacrificio de una multitud de corderos y toros. “Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias”.

Hay en esta oración una profunda purificación del corazón del pueblo de Dios, de ir a lo esencial y no dar importancia a lo accidental. Mucho más significativo que el culto externo es tener el corazón, lo más definidor del hombre, vuelto y volcado a Dios, sabiendo que la misericordia eterna de Dios no les puede rechazar.

  • Peligro: la doble vara de medir

Hay que reconocer las extraordinarias dotes pedagógicas de Jesús. Cuando quiere dejarnos clara una verdad, lo borda. Jesús desea meternos muy dentro, allá en lo más profundo de nuestro corazón, que también a la hora d perdonar debemos parecernos a nuestro Padre Dios, que hagamos lo que hagamos, si nos acercamos a Él arrepentidos, siempre nos perdonará y nos seguirá invitándonos al banquete de su amor. Así hasta setenta veces siete, siempre. Para ello nos relata la hermosa y sugerente parábola de hoy. Nos conoce bien y sabe que una de nuestras tentaciones es usar una doble vara de medir. Una para nosotros, en este caso la vara del deseo de ser perdonado siempre, y otra para los demás, la vara de aplicar la justicia a rajatabla y no el perdón, cuando se trata de las ofensas que hemos recibido de nuestros hermanos. En relación con nuestros hermanos hemos de seguir la conducta que Dios tiene con nosotros. “¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.