Mar
22
Jul
2025
He visto al Señor y ha dicho esto

Primera lectura

Lectura del libro del Cantar de los Cantares 3, 1-4b

Esto dice la esposa:
«En mi lecho, por la noche,
buscaba al amor de mi alma:
lo buscaba y no lo encontraba.
“Me levantaré y rondaré por la ciudad,
por las calles y las plazas,
buscaré al amor de mi alma”.

Lo busqué y no lo encontré.
Me encontraron los centinelas
que hacen la ronda por la ciudad:
“¿Habéis visto al amor de mi alma?”

En cuanto los hube pasado,
encontré al amor de mi alma».

Salmo de hoy

Salmo 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 R/. Mi alma está sedienta de ti, Dios mío

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-2. 11-18

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».

Ella les contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».

Jesús le dice:
«¡María!».

Ella se vuelve y le dice:
«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».

Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».

María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».

Reflexión del Evangelio de hoy

"Encontré al amor de mi alma"

Celebramos hoy a Santa María Magdalena, apóstol de los apóstoles, la mujer a quien Jesús resucitado encarga comunique a los discípulos un extraordinario mensaje: “Ve y diles a mis hermanos: subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”. Evangeliza a los llamados a evangelizar.

 Y en nuestros días, su testimonio y lo vivido por ella, cobra un especial relieve. Experimentó el amor misericordioso de Jesús. Se sintió amada y perdonada; elegida y enviada, habiendo experimentado en sí misma primero, lo que tendría que anunciar después. Porque, aferrada a la experiencia pre pascual, pretendió anclarse en ella y es el Señor mismo quien la aparta y la resitúa en la novedad que surge de la muerte y la resurrección. Una experiencia que transforma la vida y la misión.

La Iglesia y en ella cada bautizado, ha de escuchar constantemente el anuncio siempre nuevo de la presencia del resucitado y a partir de ahí, proclamar, desde la noche luminosa de la fe, la única luz que puede alumbrar a todo hombre y la historia misma de la humanidad.

"En mi lecho, por la noche, buscaba al amor de mi alma"

La hermosura del Cantar de los Cantares, en esta fiesta de Santa María Magdalena, nos coloca ante el amor humano contemplado desde el amor divino. Porque la búsqueda insatisfecha; la pregunta a los centinelas mientras recorres la vida, en la oscuridad de la fe, no termina de procurar descanso en la fatiga. Quedarse en ellos, frustra la búsqueda. Por eso dice: “En cuanto los hube pasado, encontré al amor de mi alma”. Eso le pide Jesús a María, que no se quede en la experiencia pre pascual, porque se quedará sin la experiencia del amor definitivo, derramado en su corazón.

"Mi alma está sedienta de ti, Dios mío"

Con el salmista decimos cada uno de nosotros, que sólo el amor de Dios colmará todas nuestras insatisfacciones, porque miramos al mundo y nos miramos en él y percibimos que un clamor compartido se alza: por más que se intenta resolver de mil maneras, permanece la frustración y sólo podemos concluir: “Mi alma está unida a ti y tu diestra me sostiene”.

"El primer día de la semana"

La Pascua de Jesús nos sitúa en el nuevo comienzo de todo. Comienza un tiempo nuevo, tiempo de gracia; comienza una existencia nueva, porque se pasa de la muerte a la vida; comienza una misión nueva, porque lo que se anuncia desborda todo lo que puede imaginar. María Magdalena ha de experimentar todo eso. Vive un proceso intenso. Ve un sepulcro vacío y concluye que se han llevado el cuerpo de su Señor. Nada más contrario a la verdad ocurrida. Pero está condicionada por lo inmediato. El dolor inmenso de lo vivido, acrecentado ahora por la experiencia del despojo, que era lo único que tenía. Este dolor se transformará en gozo cuando reconozca vivo al que buscaba entre los muertos.

Ella, como nosotros, aferrados a lo que puede ser tocado, pesado y medido, no vemos nada más en el horizonte. Por eso sigue llorando ella, lamentándonos nosotros. En el fondo, la palabra ha sido oída pero no escuchada, retenida, contemplada y vivida como fuente de vida. Le preguntan y somos preguntados, respondiendo con nuestras conclusiones, vencidos por la desesperanza. ¿Quién nos librará de esta situación? Se pregunta Pablo. Y su respuesta es la que aparece en el relato de Juan: “Mujer, ¿por qué lloras?”.

Con esa pregunta, Jesús comienza a sanar el corazón roto de María. Es preciso deshacer el razonamiento equivocado de ella para eliminar el dolor de la conclusión: se han llevado el cuerpo de mi Señor. Y para ello, Jesús pronuncia su nombre. Escucha María su voz y su corazón salta de gozo, curado. Esta es la experiencia pascual, que en todos se repite y produce la sanación de la vida. Eso ocurre con los de Emaús, con la Magdalena, con Pablo, con todo el que se encuentra con el Señor.

"He visto al Señor y ha dicho esto"

Ver y escuchar, porque se trata de eso. Ver al Señor resucitado y al mismo tiempo, escuchar lo que nos dice para llevarlo a los demás. Para ello hay que dejarse adentrar en una experiencia de amor (no de sentimentalismo devocional), para poder descubrir cómo el Señor se nos presenta hoy. María mira al resucitado aquella mañana y lo toma por el hortelano. Los de Emaús lo tuvieron caminando con ellos y solo lo reconocieron en la fracción del pan. María lo reconoce escuchando su voz. Nosotros tenemos que aprender a mirar y a escuchar, para reconocer su presencia siempre nueva.

¿Cómo buscamos y dónde buscamos al Señor?

Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.

Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.
Convento de Santa Cruz la Real (Granada)

Soy fraile dominico, nacido en Almería en 1950. Tras graduarme como Delineante Industrial, ingresé en la Orden de Predicadores en 1967 y fui ordenado sacerdote en 1974. He desarrollado mi labor pastoral y formativa en España y Venezuela, como maestro de novicios, prior en varias comunidades, profesor de teología y director espiritual. También he trabajado en la Pastoral Familiar y acompañado a jóvenes y laicos dominicanos. Actualmente soy párroco en Santa Escolástica de Granada. Me apasiona la investigación histórica, he participado en congresos y publicado varios trabajos y formo parte del Instituto de Estudios Almerienses.

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