Dom
5
Feb
2012

Homilía V Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2011 - 2012 - (Ciclo B)

Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • La vida como muerte y vacío

Job, hombre justo, es probado, contra todo lo esperado. Los esquemas se rompen. No tendría que haber sido así. (Jb 1) A no ser que sea culpable (Jb 4). De ahí los reproches de los que son amigos suyos: Job esconde su pecado y su maldad. Dios es justo y Job merece lo que recibe, si no culpabilizamos a Dios.

Es el problema del sufrimiento del inocente.

Tras la acusación de Elifaz (Jb 4), le toca replicar y defenderse (estando ya juzgado) a Job (Jb 6-7), aunque le seguirán las acusaciones del resto de amigos. Estamos empezando el juicio, y estas son las primeras presentaciones del escenario de la vida del hombre: Es el discurso del derrotado que rememora su vida, una vida que identifica similar a la del soldado a sueldo, el jornalero o el esclavo. El vacío, la espera, la no pertenencia y el dolor son sus constantes. Hasta el descanso le es insoportable. Está en el umbral de la muerte, lo sabe, todo ha tocado a fin, y no hay esperanza.

Y así nos deja la liturgia de hoy en la primera lectura. Esperamos (sin esperanza, como Job) el Salmo.

  • ¡Pero Dios está a favor del hombre y sana el corazón quebrantado!

El salmista vivió la deportación, el hambre, la enfermedad y la humillación, pero ha visto que Dios no se ha olvidado de su pueblo, y lo “quebrantado” es sanado. Dios reconstruye, no habiendo destruido Él. La sabiduría de Dios es inmensa, y si conoce las estrellas todas y el inmenso firmamento a quien manda y da órdenes, nos conoce a cada uno, y acabará sosteniendo a los sencillos y humildes. La escena de Job es totalmente dada la vuelta. Y quien lo dice lo ha experimentado. Toquemos música y alabemos a nuestro Dios, lo merece.

  • Pero, ¿es esto posible? ¿quién…?

El Evangelio despeja las dudas:

Un breve milagro, una recolección de acciones al final del día (curación de enfermedades y exorcismos), y tras una corta noche de descanso sin esperar el amanecer, la oración solitaria al Padre para marchar a otro lado del lago, predicando por otras zonas de la Galilea.

La brevedad del relato de milagro, con la inexistencia de aparatosidad, sin mención incluso a título cristológico alguno, ni a aspectos teológicos resaltados, y sin recoger si quiera la reacción de la gente, nos pueden llevar al equívoco de restarle importancia; y sin embargo el relato es conservado (en Marcos, Mateo y Lucas, aunque con matices que trasladan al relato original auténtico en su núcleo de milagro de curación). Notemos la secuencia extraña de acciones en Marcos: levantar-tomar de la mano-el milagro-servicio. Resalta el evangelista el aspecto de levantar en primer lugar, “egeiro”, verbo con significado también de resucitar. La muestra de la curación completa y espontánea lo resalta el aspecto de servicio por parte de la suegra de Simón. En lectura post-pascualmente: el cristiano, levantado de la muerte, inmediatamente muestra por el servicio el gesto liberador de Cristo.

El marco del breve milagro y su significado adentra el evangelio de hoy a los momentos de la oscuridad, el sol se ha ido, pero los enfermos y endemoniados aguardan. Cuando la tiniebla lo domina todo, en escenario y personajes, el Personaje por antonomasia libera, de la enfermedad y de Satanás. Estando en el comienzo del evangelio de Marcos (capítulo 1), aún queda por desvelarse quién es él, y los demonios no han de revelarlo.

Otra pista para reconocerle es la oración en la soledad a su Padre Dios. Y tras ello, y volviendo a encontrarse con sus discípulos, a pesar de la multitud que aún lo espera todo, pues tanto hay por hacer a pesar del trabajado día anterior, marcha a otro lugar donde también es necesario que le escuchen, le oigan predicar y al tiempo mostrar que el reino de Satanás ha de dejar paso a un nuevo Reino que ya está llegando.

  • Tras la liturgia y relato de los hechos, y en comunión con Cristo, sólo queda: ¡ay de mí si no evangelizase!

Es la lectura segunda, de S. Pablo, quien se defiende, con pasión y sin recato, de ser un apóstol. Él sabe quién es su Dios y Señor, y las pruebas de las conversiones dan testimonio a la Iglesia.

Manifiesta en estos versículos su obligación de predicar. Un oficio del que no recibe paga (1 Cor 9), no es gravoso para nadie. Hacerse todo en todos, sabiendo que a veces sólo convierte a “algunos”. Es un verdadero misionero, con un sentido adecuadísimo del modelo encarnacional. Y ello para recibir de paga, tras haber “finalizado la carrera” (2 Tim 4,7), la misma Buena Noticia, la corona, que es Cristo. Modelo de misionero al tiempo evangelizado por el Evangelio que transmite.