Dom
28
Ene
2018

Homilía IV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Hace unos días escuché en una predicación a un colega que decía que los demonios conocen sobre Dios más que todos nosotros juntos. Ellos saben quién es Dios. El relato del evangelio de hoy es un ejemplo.  El demonio no es ateo, sabe quién es Dios.  Entre ellos y nosotros los seres humanos hay al menos una diferencia; existe una palabra que ellos nunca pronuncian y nosotros sí podemos pronunciar. Ellos pueden decir de Jesús que es el Mesías, el Santo de Dios, pero jamás le llaman: “Señor”. Porque hacerlo conlleva implícitamente aceptar el reinado, el señorío de Dios, reconocer a Dios como Señor implica aceptar una relación  de amistad y confianza entre criatura y creador.

En el evangelio de Marcos, los demonios tienen un papel, reconocen a Jesús como Mesías antes de que lo hagan los apóstoles o muchos discípulos. Es una paradoja típica de Marcos. Al mostrar a Jesús con poder sobre los espíritus inmundos el evangelista señala la identidad de Jesús que ha venido a terminar con el dominio de la maldad, a derrotar no tanto al enemigo de Dios, pues no hay rival para Dios, cuanto al enemigo del ser humano. Porque para el diablo y los suyos, el ser humano es el ser a conquistar, dominar, abatir…a través de la mentira, la confusión y la división. (Diabolos=el que divide).

Jesús aparece como sanador, liberador, el que devuelve al ser humano la verdad sobre sí mismo y su identidad profunda como ser vinculado con su creador y Padre Dios. Como cada domingo estamos ante el altar para confesar la fe y escuchar la voz, la Palabra de Dios, respondiendo “aquí estoy, estamos Señor, para hacer tu voluntad”. Aquí estamos para unir nuestro destino al de tu Hijo, hacernos uno en El, comulgar en su Pascua y alimentados con su Cuerpo, llevar ese mismo alimento al mundo. Un mundo donde todavía millones no tienen acceso a los alimentos básicos, a las medicinas, al agua, a la infancia, a la libertad…

En ese escenario global que pasa por la honestidad de vida de cada uno se desarrolla nuestra misión como discípulos de Cristo.  Dejémonos curar y liberar por El, redimidos por su Pascua llevemos los frutos de su victoria. Que allá donde estemos cada día de la semana haya un reflejo de la bondad y misericordia de Dios, de la fraternidad de Jesús, de la alegría y consolación del Espíritu Santo.