Dom
22
Sep
2019

Homilía XXV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)

No podéis servir a Dios y al dinero

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Dios no olvidará  las acciones  de aquellos  que explotan al necesitado ( Amós 8, 4.7)

En la primera lectura, el profeta Amos recrimina a sus contemporáneos su  afán  por poseer,  el usurero o el codicioso no  dudan en utilizar medios  fraudulentos  para  aumentar sus ingresos.  Son las viejas caras de la corrupción tan actual también en nuestro tiempo. El peligro está en ver como normal lo que acaba siendo  un centramiento obsesivo en el dinero, que a  su vez genera injusticia social. Es interesante hoy este texto porque escrito años antes de la predicación del evangelio utiliza un  lenguaje profético que   recuerda el evangelio de hoy. Su mensaje va  dirigido a los mercaderes que llevados por su avaricia hacían del dinero su dios y seguían con sus negocios fraudulentos aunque externamente cumplían con normas y reglas religiosas. De una forma enérgica este profeta se encara a sus paisanos  y les recuerda la presencia de un  Dios justo  que no olvidará las acciones  de aquellos  que explotan al necesitado.

El Señor alza del polvo a los desvalidos para subir al pobre para sentarlos con los príncipes de su pueblo  (Salmo 112)

Merece la pena hacer referencia del salmo interleccional que hemos  cantado  porque  refleja la tradición bíblica más pura  del Antiguo Testamento,  en   la que aparece ya la predilección de Dios por los más necesitados. Así, cuando dice que el Señor levanta de la basura al pobre y  desvalido está haciendo una clara referencia a la   acción liberadora del Mesías. No olvidemos  que los Salmos son himnos  escogidos para ser motivo de nuestra oración  que nos llevarán a  tener los mismos sentimientos del Padre común.

Ningún siervo puede servir a dos amos. Porque   o bien aborrecerá  a uno y amará   al otro o bien se dedicará a uno y no hará caso del otro…

El evangelio que hoy nos  propone la liturgia, hay que encuadrarlo en el marco más general del anuncio del Reino de Dios  que   llega hasta   nuestros días y nos compromete a  todos los creyentes. Es una especie de advertencia  para poder entender que el seguimiento de Jesús sólo tiene un  marco  que se resume en el  amor a  Dios y al prójimo. Hasta aquí, parece   sencillo, pero en esta tarea fácilmente   podemos engañarnos,  de ahí su advertencia.  “No podéis servir a Dios y al dinero”. Es un principio  que nos  habla de un servicio, un compromiso  fundamental que el creyente se plantea y  no se resuelve  a base de  buenas intenciones, sino en  el servicio a los demás. Lo cual al  realizarse   en distintos ambientes sociales y culturales fácilmente puede llevarnos a equívocos.

Lucas   cuando escribe su evangelio, se movía    en un ambiente   cultural   en el  que  la esclavitud era normal por eso   emplea  palabras que tienen relación con la  libertad interior ante cualquier acto, por eso utiliza términos que entienden muy bien sus oyentes, como son amo, señor, siervo, esclavo. En la  sociedad  actual encontramos  el mismo contenido aunque usamos otras palabras para referirnos a la falta  de libertad interior.

Pensemos  en el poder del dinero que propicia situaciones personales  de esclavitud, como son las  “adicciones”, las “dependencias”, la servidumbre a un tipo  de  pensamiento hedonista, a una cultura  injusta. Por eso la frase evangélica, “No se puede servir a Dios y al dinero”, la entendemos muy bien porque se está refiriendo a una adicción, al dinero en este caso,   que deshumaniza  a la persona y la centra en sí misma olvidándose del prójimo.  

Si continuáramos leyendo el evangelio después de estos versículos que hoy comentamos, veríamos que los fariseos se burlaban de Jesús, porque para ellos la riqueza era una  bendición de Dios. Es una postura que también hoy es fácil encontrar en personas que reducen su religiosidad al cumplimiento de unas normas y ritos pero que no quieren saber nada del servicio a los demás.   

Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte os reciban en las moradas eternas 

La enseñanza de Jesús recogida por el evangelista Lucas, tiene otros puntos de vista muy interesantes para entender la función del  dinero. Habla de  un administrador,  de un hombre que en su gestión  se beneficia  del dinero que administra. El amo al enterarse  de su forma de actuar, decide despedirlo. El administrador sin embargo al reflexionar sobre su futuro no encuentra más salida que llegar a un acuerdo  con los deudores del  amo para no verse en la calle y empieza a maniobrar  rebajándoles la deuda que tienen  con su amo.                

La parábola no se detiene en juzgar las  maniobras de este empleado, a todas luces inmorales. Sin embargo hay  algo muy  interesante  que nos cuesta entender,  algunos dirán que es subversivo. Es  el comentario que el evangelista pone en boca de Jesús que  tiene la intención de   manifestar   la injusticia que subyace en la riqueza  que no cumple una función social.  Por eso al decir “dinero injusto”, da por supuesto que la riqueza es  injusta si no tiene  otras miras más altas que las del propio beneficio,  si se queda  en la complacencia egoísta  del dinero que da seguridad e ignora las necesidades ajenas.  Así podemos entender la  frase evangélica que parece   exagerada: “Ganaos amigos con el dinero injusto”. Es decir, ahora  todavía  en un  tiempo propicio para   compartir   vuestros bienes con  los más necesitados. Llevándonos a reflexionar sobre la función del dinero cuando todos somos  más que amigos, hermanos. Esta es la  “astucia” del administrador que  ha descubierto  otra función del  dinero, ganar amigos y  ayudar a los  necesitados que  dependen  como él del Señor.

E incluso podríamos ahondar algo más en esa “astucia” y en la situación que la provoca. Se pregunta previamente el administrador “¿Que voy a hacer si mi señor me quita la administración?, para cavar no tengo fuerzas, mendigar me da vergüenza”. En otras palabras, es como si no sirviera para nada, Dios es mi roca, la seguridad en mi vida. Es una  situación de necesidad, que podríamos llamar situación vital límite. Es la ruina. Resulta que el administrador no decide robar más al amo sino repartir y compartir, busca la ayuda, busca la salida a su problema en la fraternidad. Es en esa situación de pérdida, de crisis, donde ha florecido una nueva actitud. Es la “astucia” en el fondo por la que es felicitado por el Amo que  consiste en una nueva disponibilidad del alma que muestra el administrador para  los demás. Si lo interpretamos todo desde el punto de vista material el administrador nos parecerá un “listillo”, pero el Amo mira más allá de la propia materialidad del dinero, lo mira de otra manera, mira su corazón, su conversión de alma y por ello lo felicita.

Si no fuisteis  fieles en la riqueza injusta  ¿Quién os confiará la verdadera?          

Después de esta parte de la parábola que alaba la “habilidad”  del administrador,  continúa la misma defendiendo  la honradez en lo pequeño y en lo grande. Porque ser honrado es serlo de una pieza, no se puede ser honrado para esto y no para aquello. Ser honrado y honesto supone ser integro, o al menos intentarlo, tenerlo como meta. Más que un reproche de Lucas se pueden entender sus palabras como un camino a seguir.

En definitiva, nos viene a decir que nuestra felicidad, e incluso podemos decir que la marcha de la humanidad, ya sea a gran escala o en pequeños grupos o comunidades, depende del grado de honestidad de quienes forman esos grupos.  Por eso la honestidad y la honradez deben impregnar todas las esferas de nuestra vida, en lo pequeño y en lo grande.