Dom
21
Oct
2018

Homilía XXIX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2017 - 2018 - (Ciclo B)

El que quiera ser grande, sea vuestro servidor

Introducción

Aunque este imponderable regalo salió bueno de las manos de Dios, de hecho, la Creación entera se ve sometida al sufrimiento, manifestado, entre otros modos, por medio de un gemido intenso, que percibía con lucidez san Pablo (Rm 8, 22). Una diversidad de dolor aflige especialmente a los animados y, señaladamente, a los humanos. El Mesías que presenta hoy el profeta Isaías está todo él embebido en el sufrimiento, aquejado por «fatigas del alma» y dañado por las más variadas dolencias. Pleno de dolor y, sin embargo, lo asume y acepta libremente (Is 53, 4).

Inmerso ya el «Deseado de las naciones» en la historia de la humanidad, declara a Santiago y Juan su soberana disponibilidad para «beber el cáliz» (Mc 10, 35). Previamente, había expresado ya a todos los apóstoles el alcance de tal imagen: «El Hijo del hombre será entregado… lo condenarán a muerte y entregarán a los gentiles» (Mc 10, 33).

La Creación, los individuos, el Mesías ya encarnado, sus seguidores… ¡Todos aquejados por los padecimientos! ¿Qué sentido tiene? ¿Existe una vía de salida para este misterio, también en el momento actual?

Hoy la Palabra de Dios invita y sostiene en un empeño orientado a encontrar respuestas para semejantes interrogantes. La fe sigue acompañando, para que pueda sobrepasarse lo puramente razonable.