Dom
16
Feb
2020

Homilía VI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

No he venido a abolir, sino a dar plenitud

Evangelio para niños

Cumplimiento de la ley - Mateo 5, 17-37


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Os lo aseguro si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano. Habéis oído el mandamiento: "No cometerás adulterio". Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Sabéis que se mandó a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor". Pues yo os digo que no jureis en absoluto. A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del maligno.

Explicación

En una ocasión enseñaba Jesús a sus discípulos cómo su doctrina superaba a la ley de los judíos, les decía: - Habéis oído que se decía "No mates". Pues yo os digo: no os enfadéis, que haya paz entre vosotros. Además si queréis presentarle a Dios una ofrenda, primero debes estar en paz con tus hermanos y amigos. También les decía: - Antes se decía no rompas el juramento y cumple lo prometido a Dios. Pero lo que hay que hacer es ni jurar ni perjurar, sino simplemente afirmad o negad lo que creáis, porque el nombre de Dios no es ninguna broma.


No he venido a abolir, sino a dar plenitud

Dibujo realizado por: Fr. Félix Hernández Mariano ( descargar la imagen )

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

Sexto Domingo Ordinario – “A”(Mateo 5, 17-37)

NIÑO : Maestro, dices que debemos ser sal y luz para todos. Oye, Jesús ¿no crees que nos pides demasiado?

NIÑA: Sí... me parece que a nuestros padres no les exigían tanto.

JESÚS: Yo no he venido a quitar la ley, sino a darle plenitud, y os aseguro que desaparecerán el cielo y la tierra antes de que deje de cumplirse una letra o tilde de esa ley.

NIÑO: Oye, Maestro, ¿y si nos saltamos algo de lo que dice la ley, o se lo enseñamos mal a los otros?

JESÚS: El que haga eso, será el menos importante el en Reino de los Cielos.

NIÑA: ¿Y si nos esforzamos por hacerlo todo bien y ayudamos a los demás a hacer como nosotros?

JESÚS: Entonces seréis importantes en el Cielo y sal y luz en la tierra.

NIÑO: Maestro, ¿cómo podemos entrar en el Reino de los Cielos?

JESÚS: Tenéis que ser mejores que los letrados y fariseos. A ellos se les dijo: “No matarás, y si uno mata será condenado por el tribunal”. Pues yo os digo: Todo el que trate mal a su hermano será condenado.

NIÑA: Pero Jesús, ¡eso es muy difícil de cumplir! Además... ¿qué pasa si a mi hermano sólo le insulto?

JESÚS: Serás condenado.

NIÑO: Entonces... ¡Así no se salva nadie! Con las veces que nos insultamos todos...

NIÑA: Escucha, Maestro: el otro día al ir a comulgar, recordé que un compañero estaba enfadado conmigo,¡y con toda la razón del mundo!

JESÚS: ¿Qué hiciste?

NIÑA: Pues ¿yooo...? comulgar.

JESÚS: No, amiga, no. Tenías que haberlo dejado todo, ir a pedir perdón al compañero, hacer las paces con él y, sólo entonces, acercarte a comulgar.

NIÑO: Jesús, yo a veces miro lo que no debo.

JESÚS: Eso tiene solución. Si tu ojo te hace pecar, ¡sácatelo! Mas te conviene perder un ojo, que ser echado entero al fuego.

NIÑA: ¿Y si alguna vez cogemos cosas que no son nuestras? También se puede pecar con las manos.

JESÚS: Si tu mano te pone en peligro, córtatela y tírala. Mejor es perder una mano que caer entero al Abismo.

NIÑO: Al menos nos dejarás jurar... si no lo hacemos en falso.

JESÚS: No, no debéis jurar en absoluto. Ni por el cielo, ni por la tierra, ni por el templo de Jerusalén, ni por nada. A vosotros os debe bastar con decir sí o no.

NIÑA: Maestro, dices las cosas muy claras y son tan difíciles de cumplir, que te puedes quedar más solo que la una.

JESÚS: ¿No os gusta? ¿No os parece bien? Pues... marchaos.

NIÑO: No, Jesús, eso no. No nos ofreces un camino de rosas, pero la meta merece la pena. ¿A que sí?

NIÑA: Maestro, te seguiremos a donde tú vayas, y si el camino se hace difícil en ti encontraremos la fuerza necesaria.

Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández