Dom
16
Oct
2016

Homilía XXIX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)

Hazme justicia frente a mi adversario

Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)



 

Primera lectura: (Éxodo 17,8-13)

Marco: El contexto es la marcha del pueblo de Dios por el desierto jalonada por las murmuraciones de Israel: contra la sed; contra el hambre; contra los peligros de guerra. Israel murmura siempre contra su Dios. Intercesión en la guerra contra Amalec.

Reflexiones

1ª) ¡Obstáculos en el camino hacia la Tierra de la libertad!

Mañana yo estaré en pie en la cima del monte con el bastón maravilloso en la mano. Es frecuente encontrar en la Escritura la interpretación de las guerras de Israel como las guerras de Yahvé. Él toma las riendas de la campaña y asegura el éxito final. Cuando Israel es infiel a su Dios, éste le retira su apoyo y su ayuda. Esta realidad queda expresada en la frase: tienes la mano izquierda en el pecho y no actúas con la mano derecha. Con la izquierda, Dios castiga a los enemigos, en consecuencia si la tiene escondida es que no actúa contra ellos. Con la derecha defiende a su pueblo, por tanto si no actúa quiere decir que no defiende a su pueblo. En este relato de la guerra contra Amalec, aparece de modo velado esta convicción que existe en Israel. Amalec representa un obstáculo verdadero en el itinerario de Israel. Es necesario actuar rápida y eficazmente utilizando los medios humanos al alcance. El bastón maravilloso es un símbolo o un signo de la poderosa actuación de Dios. Dios puede actuar sin mediaciones, pero prefiere hacerlo de este modo, como recurso pedagógico en condescendencia* a la debilidad de su pueblo y a su inmadurez cultural y religiosa.

Segunda lectura: (2Timoteo 3,14-4,2)

Marco: Por una parte, el contexto habla de la prevención contra los peligros de los últimos tiempos; en esa situación grave es necesaria la vigilancia y la firmeza. Por otra parte, se trata de una solemne exhortación: es necesario seguir adelante animados por la esperanza de la gloriosa venida y manifestación de Cristo Jesús.

Reflexiones

1ª) ¡La Escritura es la luz para el camino hasta conseguir la meta!

Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil... Que la Sagrada Escritura está inspirada por el Espíritu, es una enseñanza que la Iglesia hereda de la teología rabínica. En la reflexión judía contemporánea se había logrado una noción de la inspiración de la Escritura muy completa. De este modo se comenzó a hablar con regularidad de la Palabra de Dios que está contenida en la Escritura. La Escritura Sagrada contiene la sabiduría de Dios necesaria para realizar el camino y orientar la vida de los hombres. Toda Escritura (Antiguo y Nuevo Testamento) está inspirada por Dios. Es lo que significamos cuando profesamos que el Espíritu Santo habló por los profetas. Ambos Testamentos siguen teniendo validez para la Iglesia de todos los tiempos (Concilio Vaticano II, Dei Verbum, nn.14ss). La Escritura no ha sido inspirada para hacer científicos sino verdaderos discípulos de Jesús (San Agustín). Es útil para crecer en la fe, para exhortar, para proclamar y para denunciar y corregir (2Pe 1,19-21). La forma en que aquí se invoca la inspiración de las Escrituras por el Espíritu, sugiere que su lectura supone también la dirección del Espíritu y la tradición apostólica. Es necesario conservar siempre la integridad de la verdad en orden a la salvación. La Iglesia insta a que los creyentes lean y reflexionen asiduamente la Escritura.

Evangelio: (Lucas 18,1-8)

Marco: Continúa el camino hacia Jerusalén. El fragmento proclamado hoy está centrado en un tema particularmente preferido por Lucas: la importancia y el valor de la oración.

Reflexiones

1ª) ¡Jesús, en diálogo permanente con su Padre, modelo de oración!

Los evangelistas (Lc 2,39-30; Lc 6,12) certifican de que Jesús quiso someterse a un verdadero proceso de crecimiento. Ese crecimiento interior cuaja, sobre todo, en la experiencia de oración habitual. Los rasgos que aparecerán en su vida de ministerio no fueron improvisaciones. Jesús vivió una experiencia única de relación con su Padre. Acostumbraba a tratar con Él en diálogo fluido, contemplado como su Papá, con lo que de comunión, cercanía, obediencia y ternura quiere expresar esta denominación. Un día nos revelará y nos concederá también a nosotros ese mismo derecho. La oración de Jesús era dinámica, viva, compartida. Los hombres estaban siempre en su corazón cuando dialogaba largamente con su Papá. La oración de Jesús era íntima, pero no intimista. Era personal, pero no egoísta. Era profundamente mística, pero de ninguna manera gnóstica. También en su oración era el hombre para los demás. Jesús nos descubre que orar (como amar) es la tarea más noble del hombre. Porque orar es fruto del ejercicio gozoso del amor y de la confianza. Jesús fue un maestro de excepción y, en realidad, inimitable en perfección.

Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso una parábola. Se puede afirmar con certeza y adecuadamente que Jesús es el mejor maestro de oración de la historia. Puede aconsejar e instar a sus discípulos a que oren siempre y sin descanso. Puede enseñar con autoridad sobre la oración (como sobre todos los asuntos que conciernen al discipulado y al Reino de Dios) tanto en el hecho de realizarla, en la forma de llevarla a cabo y en el contenido de la misma. Denuncia a los fariseos el modo de hacer su oración, pero no el hecho ni la realidad (Mt 6,5ss). La oración constante y habitual es posible y necesaria. Para ilustrar su enseñanza, como solía hacer en otras ocasiones, propone una parábola. Observemos que se trata de una parábola que quiere iluminar todo el conjunto de la realidad oracional.

2ª) ¡La oración pone en acción todos los valores íntimos!

Cuando venga el Hijo del hombre ¿encontrará esta fe en la tierra? Dios, Padre lleno de ternura, escuchará a sus hijos cuando se dirigen a Él y le gritan día y noche. La oración sólo es posible en la experiencia profunda de Dios como Padre y en el ejercicio de los grandes dones que hemos recibido. La fe entendida como un encuentro personal entre el hombre y Dios, todavía en el claroscuro del camino, prepara el campo para ese ejercicio y experiencia. Cuando el hombre experimenta la realidad de la Bondad de Dios y su Poder bienhechor mediante la virtud de la esperanza, se abre a ese Dios y saborea la seguridad y la certeza de encontrarse con Él más tarde, cara a cara, aunque ahora todavía impulsado por el deseo no por la visión. Pero, sobre todo, es en la experiencia de la caridad donde el discípulo puede abrir plenamente su intimidad y realizar constantemente el trato de amistad sincera con su Padre. Comienza experimentando que es verdad que Dios ama a los hombres y que, en consecuencia, podemos amarle a Él. En ese clima vital imprescindible es donde se puede desarrollar una auténtica oración cristiana (porque Jesús es siempre el Mediador y el Camino) (puede leerse 1Jn 4,7-19). Bien es verdad que el hombre no se siente seguro ante este panorama que se le abre de poder dialogar amistosamente con el Padre, con su Hijo y con el Espíritu. Por eso nos recuerda Pablo: Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Pues bien, vosotros no habéis recibido un Espíritu que os haga esclavos, de nuevo bajo el temor, sino que habéis recibido un Espíritu que os hace hijos adoptivos y os permite clamar: «Abba», es decir, «Padre». Ese mismo Espíritu se une al nuestro para dar testimonio de que somos hijos de Dios... Asimismo el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues nosotros no sabemos orar como es debido, y es el mismo Espíritu el que intercede por nosotros con gemidos inefables (Rm 8,14ss). Por tanto, para realizar la oración es necesario poner en acción todo los dones que poseemos.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
(1937-2019)