Jul
Evangelio del día
“ Queremos ver un signo tuyo ”
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo 14,5-18
En aquellos días, comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había escapado, y el faraón y sus servidores cambiaron de parecer sobre el pueblo y se dijeron:
«¿Qué hemos hecho? Hemos dejado escapar a Israel de nuestro servicio».
Hizo, pues, preparar un carro y tomó consigo sus tropas: tomó seiscientos carros escogidos y los demás carros de Egipto con sus correspondientes oficiales.
El Señor hizo que el faraón, rey de Egipto, se obstinase en perseguir a los hijos de Israel, mientras éstos salían triunfantes.
Los egipcios los persiguieron con todos los caballos y los carros del faraón, con sus jinetes y su ejército, y les dieron alcance mientras acampaban en Piajirot, frente a Baalsefón.
Al arcercarse el Faraón, los hijos de Israel alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban detrás de ellos, quedaron sobrecogidos de miedo y gritaron al Señor.
Dijeron a Moisés:
«¿No había sepulcros en Egipto para que nos hayas traído a morir en el desierto?; ¿qué nos has hecho sacándonos de Egipto? ¿No te lo decíamos en Egipto: "Déjanos en paz y serviremos a los egipcios; pues más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto"?».
Moisés respondió al pueblo:
«No temáis; estad firmes, y veréis la victoria que el Señor os va a conceder hoy: esos egipcios que estáis viendo hoy, no los volveréis a ver jamás. El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad tranquilos».
El Señor dijo a Moisés:
«¿Por qué sigues clamando a mi? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio del mar, por lo seco. Yo haré que los egipcios se obstinen y entren detrás de vosotros, y me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus jinetes. Así sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón, de sus carros y de sus jinetes».
Salmo de hoy
Ex 15,1-2.3-4.5-6 R/. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria
Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor.
Él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. R/.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. R/.
Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.
Tu diestra, Señor, es magnífica en poder,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 12,38-42
En aquel tiempo, algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús:
«Maestro, queremos ver un signo tuyo».
Él les contestó:
«Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón».
Evangelio de hoy en vídeo
Reflexión del Evangelio de hoy
Conocerán que Yo Soy el Señor
Para Israel, el hecho histórico de la liberación de Egipto solo es comprensible como una “intervención” divina. Así sucedió cuando el pueblo volvió la mirada al pasado y des–cubrió desde la fe, la acción de Dios.
Aunque las cosas sucedieran en forma más o menos natural, más o menos excepcional, lo importante es que el acontecimiento fue comprendido desde dentro, desde la fe. El pueblo ‘vio’ que era el poder incomparable y único de Dios el que realiza esta salvación en la historia.
De la fe nació el asombro; que no debe olvidar el acontecimiento milagroso. Fe, que des–cubre, des–vela y re–conoce la acción de Dios siempre presente en cada historia particular; una fe que ayuda a tomar conciencia de que Dios sigue actuando en la historia.
La afirmación “Yahvé sacó a Israel de Egipto” es una profesión de fe
Este acontecimiento histórico interpretado desde la fe, hace des–cubrir la intervención divina en la liberación del yugo impuesto por Egipto al pueblo elegido. Es la fe la que hace que: …los Israelitas proclamen la acción del Señor que hizo subir a Israel de Egipto.
La liberación de la esclavitud de Egisto no es una historia científica, imparcial, sino un relato religioso, en el que continuamente se repite: Dios que es fiel a su promesa, salva a su pueblo y lo guía.
Cuando las circunstancias de la vida te superen o te invada el miedo; escucha esta palabra de parte de Dios: «No tengas miedo, estate firme y verás la victoria del Señor» (1ª lectura) y podrás con los hermanos alabar a Dios: «Cantemos al Señor, sublime es su victoria» (salmo)
La fe en el misterio pascual; camino de conversión y vida nueva
Los fariseos piden a Jesús una acción espectacular, deslumbrante, una demostración palpable de su poder.
La contestación de Jesús pone de manifiesto que los fariseos no piden una señal para creer, por eso Jesús utiliza la expresión “generación adúltera” «Idólatra» expresión que se formula en sentido de adulterio.
Ellos han sido infieles a la Alianza, y además han rechazado el camino propuesto por Jesús para creer: la conversión, (Nínive) la sabiduría (Salomón), que pueden ver en Jesús.
Jesús insiste en “aquí hay uno que es más”. Jesús es más que Jonás (profeta) y es más que Salomón (rey). Él es la señal definitiva. En Él se cumple toda profecía y se realiza todo reinado. No tenemos que esperar a nadie más.
Jesús en su misericordia les dará; nos dará un signo: “Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra». La "señal de Dios“ es: la muerte de Jesús... la resurrección de Jesús... Es decir, el misterio pascual.
A nosotros nos corresponde ahora no ser una generación descreída; ser una generación que sigue el camino de la conversión y vive el misterio pascual como acción no sólo para el futuro sino una realidad que hacemos presente ahora en el día a día.
La muerte de Jesús nos confronta con el Dios en quien creemos y al que seguimos con fidelidad. La resurrección nos sitúa en el Evangelio de la alegría del compromiso con la vida. Vive con Él, cree en Él, anúncialo a Él como el gran signo de Dios para nuestra salvación.