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Monseñor Jesús Vidal inaugura el triduo a Santo Domingo en la Cueva de Segovia

7 de agosto de 2025

El Obispo de Segovia destacó en su homilía la llamada de Santo Domingo a la predicación apostólica como camino para llevar la luz de Dios al mundo

El obispo de Segovia, monseñor Jesús Vidal Chamorro, presidió el jueves 6 de agosto el primer día del triduo a Santo Domingo de Guzmán en la histórica Cueva de Segovia, organizado por las monjas dominicas del Monasterio Santo Domingo el Real.

En su homilía, el prelado partió de la visión del profeta Daniel para subrayar que la luz de Dios se comunica y transforma la vida de quienes la acogen: “Estamos llamados a participar de esta luz, de su intimidad y de su amor, encendiéndonos y dejándonos encender por Él”.

La predicación no impone por la fuerza

Monseñor Vidal explicó que esta luz se transmite especialmente a través de la predicación apostólica, tal y como vivió Santo Domingo, con humildad, pobreza, amor profundo a la Palabra y una intensa vida de oración y fraternidad. “La predicación no impone por la fuerza, sino que conquista los corazones por el amor”, afirmó.

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El obispo recordó también su experiencia reciente en la peregrinación jubilar de jóvenes, destacando que “un millón de jóvenes, junto al Papa, postrados ante el Señor, es imagen de esperanza para la Iglesia”. Concluyó animando a que, también en Segovia, la luz de Cristo llegue a todos a través de la palabra y el testimonio de vida.

La Cueva de Santo Domingo

Finalizado el año 1218, Santo Domingo llegó a Segovia, donde permaneció hasta febrero de 1219. La tradición cuenta que pasaba las noches en oración en esta cueva junto al río Eresma y que durante su estancia obró varios milagros, lo que despertó gran devoción entre los segovianos y motivó la construcción del primer convento de la Orden de Predicadores en España.

El lugar fue centro de peregrinación durante siglos. A pesar de la desamortización del siglo XIX, los dominicos conservaron su titularidad y cuidado, con el apoyo constante de las monjas dominicas y de las fraternidades laicales. La Cueva conserva una capilla decorada con relieves y una pequeña excavación rupestre con la imagen del Santo en actitud penitencial, recordando su vida de oración, penitencia y entrega a la misión.