Ejercicios espirituales online I

Esta propuesta de ejercicios espirituales es una guía para las personas o matrimonios que deseen avanzar en su relación con Dios y mejorar su vida. Se trata de una experiencia de oración flexible que se adapta a nuestra rutina habitual.


Al empezar

  1. Ponerse en Presencia de Dios: está aquí. me ama, me mira
  2. Un Padrenuestro, despacio
  3. En silencio: adorar
  4. Humildad, sentirse dependientes de Dios. Necesitados de todo
  5. Nos acercamos al trono de la misericordia
  6. Dar gracias: Por la vida que tengo. Por el día de hoy…
  7. Pedirle perdón.
  8. Pedir la gracia de vivir este día de Ejercicios Personalizados.


Día 26: Despierta mi corazón

Lucas 12,39-48

Si el dueño de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón… Estad también vosotros preparados: pues cuando menos lo penséis llegará el Hijo del hombre.

Para el creyente, la historia no es un perpetuo volver a empezar; sigue una progresión que jalonan unas “visitas” de Dios, en días, horas y momentos privilegiados: el Señor ha venido, continúa viniendo, vendrá… para juzgar el mundo y salvarlo.

Es verdad que los primeros cristianos esperaron, casi físicamente la última venida –la Parausía- de Jesús… la deseaban con ardor y rogaban para adelantar esa venida: “Ven, Señor Jesús” (I Corintios 16,22; Apocalipsis 22,17-20).

Las nuevas plegarias eucarísticas, desde el Concilio, nos han retornado esa bella y esencial plegaria: “Esperamos tu venida gloriosa… esperamos tu retorno… Ven, Señor Jesús. Pero, ¿puede decirse que esas plegarias han entrado efectivamente en nuestras vidas?

Por otra parte, no debemos estar solamente a la espera de la última venida de Jesús, la de nuestra propia muerte, la del fin del mundo. Porque, nunca se repetirá bastante, que las “venidas“ de Jesús son múltiples, y nada ostentosas… incluso ¡podemos no verlas! Podemos ¡rehusarlas! “Vino a su casa y los suyos no lo recibieron” (Juan 1,11) y Jesús lloró sobre Jerusalén “porque la ciudad no reconoció el tiempo en que fue “visitada” (Lucas 19,44).

El Apocalipsis presenta a Jesús preparado a intervenir en la vida de las Iglesias de Asia si no se convierten (Apoc. 2,3). Y cada discípulo es invitado a recibir la “visita íntima y personal” de Jesús: “He ahí que estoy a la puerta y llamo; si uno me oye y me abre, entraré en su casa y tomaremos la “cena juntos” (Apocalipsis 3,20). “Llegará cuando menos lo penséis…” Oh Señor, ayúdame a pensarlo. Despierta mi corazón para esos encuentros contigo.

Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá

Pedro le dijo entonces: “Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos en general?” El Señor responde “¿Dónde está ese administrador fiel y sensato a quien el Amo va a encargar de repartir  a los sirvientes la ración de trigo a sus horas? Dichoso el tal empleado si el Amo al llegar le encuentra en su trabajo.

Después de invitar a cada cristiano a la vigilancia, Jesús contestando a Pedro, hará una aplicación particular de la parábola a los “responsables de comunidades”, que deben ser “fieles y sensatos”. Sí, el servidor de los sirvientes es solamente un administrador, no es el amo… llegará el día en que tendrá que rendir cuentas. Su papel esencial es “dar a cada uno el alimento a sus horas”.

Así pues, toda la Iglesia tiene que estar en actitud de “vigilancia”… cada cristiano, pero también  y ante todo cada responsable. El Reino de Dios ya está inaugurado. Referirse a ese Reino –que ciertamente no estará “acabado” más que al Fin- no supone para la Iglesia una proyectarse en un futuro de ensueño, sino aceptar el presente como esperanza, y contribuir a que ese presente acepte y reciba el Reino que ya está aquí. “Dichoso el servidor si su amo al llegar le encuentra en su trabajo.”

Ayúdame, Señor, a estar en mi trabajo cada día y a captar tu presencia. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le pedirá.

La pregunta de Pedro podía quizá significar que, en su interior, se sentía muy seguro del Reino, y que no tenía nada que temer ya que había sido elegido responsable… La respuesta de Jesús va enteramente en sentido contrario cuanto mayor sea la responsabilidad, tanto más serán también las cuentas a rendir. Notemos, empero la sutileza del pensamiento: el juicio dependerá del grado de culpabilidad… se puede ser inconsciente del daño causado y eso disminuye nuestra responsabilidad, dice Jesús.

Ayúdanos Señor.




Al terminar

  1. Adoras en silencio. El tiempo que creas necesario.
  2. Puedes repetir la palabra o idea que más te haya llamado la atención.
  3. Das las gracias por el rato que has pasado en su presencia.
  4. Rezas despacio un Avemaría a Nuestra Señora.