Evangelio del día
Décima Semana del Tiempo Ordinario - Año Par

Del día 8 al 14 de Junio de 2014

Como el Padre me envió, así os envío yo...

Introducción a la semana

Abrimos la semana con ecos luminosos de la tarde del Jueves Santo, pues conviene no descontextualizar esta solemnidad cristológica para no incurrir en extrañas devociones ni poner el acento en la heredada hipérbole de la procesión eucarística y ni mucho menos en las adherencias folklóricas que en ella concurren y en absoluto hablan de la mesa abierta de la eucaristía, mesa de pecadores necesitados del pan de la misericordia. Sí, Cuerpo y Sangre de Cristo, alimento de la comunidad, el mejor antioxidante del bautizado que en su comunión camina guiado por el Maestro, el que está entre nosotros como el que sirve.

En el decurso de la semana (décima del llamado Tiempo Ordinario) desfilarán ante nosotros, en la primera lectura, fragmentos selectos del I Libro de los Reyes, a partir del capítulo 17, conocido como el ciclo del profeta Elías (lunes: hambruna y sequía; martes: la viuda de Sarepta; miércoles: el sacrificio del monte Carmelo, competencia con los sacerdotes de Baal; jueves: la lluvia deseada; sábado: vocación de Eliseo).

La página evangélica abre esta semana con un singular regalo: las bienaventuranzas, la llave del Sermón del Monte; el hilo de oro de esta invitación a la felicidad continúa con la sencilla y fecunda comparación de la luz y la sal, privilegio del seguidor del Profeta de Galilea; viene después la aclaración que hace Jesús en su propuesta comparando las exigencias de la antigua ley con las de la propuesta evangélica, que también proclamaremos en el evangelio del sábado.

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