Evangelio del día
Vigésimo tercera Semana del Tiempo Ordinario - Año Par

Introducción a la semana

En esta semana emerge con fuerza la fiesta de la Natividad de María. Es el día de múltiples advocaciones marianas con las que el pueblo fiel venera a María como Madre. Se agradece esa fiesta de María cuando hemos iniciado el retorno a la vida de esfuerzo y trabajo, que deja atrás la luminosidad y el cierto relajo de agosto. Por supuesto me refiero a nuestro hemisferio norte. .
No se celebran santos en esa semana. Sólo dominicos y dominicas hacen memoria de unos mártires de esa Orden del Japón, el lunes. Seguiremos, pues, la lectura continua en todos los días, excepto miércoles, día 8.
Lectura que sigue con la Carta de Pablo a los Corintios. Insiste el Apóstol en recordar diversas prescripciones morales. San Pablo se encuentra con autoridad para hacérselas saber y ordenar su cumplimiento. Más aún es una exigencia para él hacerlo. El sábado nos presenta la primera lectura el texto más antiguo de la institución de la Eucaristía.
Los textos evangélicos de san Lucas tienen un excepcional relieve. En ellos aparece en primer lugar la elección de los apóstoles, tras una vigilia de oración de Jesús. Luego las bienaventuranzas. Expuestas con un estilo directo y contundente. En la versión de Lucas se manifiesta con más fuerza la dimensión social de ellas. A las bienaventuranzas seguirán prescripciones como la del amor a todos, incluidos los enemigos. Es necesario conocer con claridad esas enseñanzas para no ser ciegos que conducen a ciegos. Conocerlas y llevarlas a práctica para construir sobre roca. Textos claros, terminantes y de máximo relieve los de las lecturas del Evangelio de esta semana.
 

Días de la semana