Dom
29
Jul
2012

Homilía XVII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2011 - 2012 - (Ciclo B)

Porque así dice el Señor: comerán y sobrará

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  • Ver-Juzgar-Actuar

Esta conocida estructura de pensamiento que nos ha enseñado a muchos la tradición de la Iglesia es la que proponemos hoy para desarrollar unas sencillas ideas sobre las lecturas de este Domingo 17 del Tiempo Ordinario. Además, hoy celebramos a Marta, la hermana de María y de Lázaro, la familia amiga de Jesús que tanto influyó en su desarrollo humano.

  • Ver

No es lo mismo mirar que ver, y aún queda más lejos comprender desde los ojos de Dios. Tanto Eliseo como Jesús se sitúan en una perspectiva vital que les permite darse cuenta de la necesidad que tienen las personas que les rodean, y deciden hacer algo. Ellos sí que se atrevieron a mirar con los ojos del Padre-Madre de todos/as. De hecho, otros textos cercanos nos explican cómo el corazón de Jesús se mueve a compasión al ver a la multitud y se pone, o más bien, pone a los suyos manos a la obra.

No es posible que sigamos mirando a nuestro alrededor sin alcanzar a ver. Es imprescindible que nuestros ojos descubran el dolor, el sufrimiento, las necesidades de las personas que viven junto a nosotros o en lugares lejanos. Muchas veces andamos por las calles y no vemos a quien camina a nuestro lado; o a quienes hemos dejado en los márgenes porque ya no pueden o desean andar más.

¿Hasta cuándo vamos a estar con los ojos cerrados sin ver el sufrimiento en torno a nuestras vidas llenas?

  • Juzgar

Una vez que hemos visto qué ocurre a nuestro alrededor, y solo entonces, podemos decidir qué debemos hacer. No es esta una acción negativa, como nos puede parecer. No se trata de juzgar a las personas, sino de conocer profundamente sus situaciones, contextos e historias.

Así obra Jesús en este momento. Una vez que descubre que quienes le han seguido tienen hambre, no actúa de manera precipitada. Primero convoca a los suyos a buscar una solución y les pregunta: ¿cómo vamos a darles de comer?

También Jesús nos devuelve la pregunta a nosotros, los cristianos y cristianas que habitamos este mundo. Como en el libro del Génesis, donde el propio Dios preguntó a Caín por su hermano, nuestro Padre y Madre Dios nos enfrenta a la realidad, nos hace tomar conciencia de dónde estamos y cómo vivimos. A poco que entendamos la Buena Noticia, debemos saber que lo es, que debe serlo para todas las personas. Y por tanto, que todos tengan lo que necesiten y sean felices es, principalmente, tarea nuestra.

¿Nos comprometemos con las preguntas-propuestas que nos hace el evangelio?

  • Actuar

El profeta apenas habla. No es su palabra de anuncio o de denuncia lo que nos llama hoy la atención, sino sus actos. Eliseo decide entregar los panes de las primicias a la gente en lugar de al templo. Las personas antes que las instituciones. ¿Es así cómo funcionamos en nuestras sociedades neoliberales?

En el evangelio se nos dicen que comieron miles. “Sólo los hombres eran unos cinco mil”. ¿Es posible hoy hacer real el milagro de que coman todos? Somos la primera generación capaz de alimentar a toda la población del mundo, porque se producen alimentos suficientes para alimentarnos a todos. Y sin embargo, hay muchos aun que mueren de hambre. Aunque no solo de pan vive el ser humano, y nuestra tarea como cristianos y cristianas es también alimentar a los que pasan hambre y sed de justicia, de libertad, de educación, de solidaridad.

También Pablo, en el texto escogido hoy del la carta a los Efesios nos anima a actuar de una determinada forma. “Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”. Nos amina a descubrir que hemos de reconocer mutuamente nuestra vulnerabilidad y que únicamente podremos sobrevivir si aprendemos a sobrellevarnos los unos a los otros. ¿Acaso no debe ser esa nuestra forma de comportarnos, como individuos, en nuestras comunidades y en la Iglesia?

  • Retirarse a la montaña

Y al final, no nos queda otra que retirarnos a la montaña, como Jesús. Este tiempo, de vacaciones para algunos, es un buen momento para apartarnos y tomar conciencia. Aprender a ver, mejor aun, a contemplar como lo hace nuestro Dios. Más allá de lo que se ve a primera vista. En lo profundo del corazón del ser humano y descubrir allí qué es lo que se mueve, qué es lo que necesita.

Ver para juzgar. Para decidir qué hay que hacer, cómo hay que comportarse. ¿Cómo vamos a programar el nuevo tiempo que nos espera tras el descanso?

Y después actuar. Como hizo Eliseo: pocas palabras acompañadas de acciones significativas. Como nos enseño Jesús, al que seguían muchos “porque habían visto los signos que hacía con los enfermos”.

¿No es esa “la vocación a la que hemos sido convocados”?