Dom
22
Sep
2013

Homilía XXV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2012 - 2013 - (Ciclo C)

El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

En la Primera lectura Amós critica a los poderosos que en tiempos de crisis (los Asirios habían destruido el Reino del Norte de Israel y el pueblo vivía en la escasez) aprovechan la oportunidad para enriquecerse, y enriquecerse no engañando a los comerciantes o autoridades, sino explotando a los más pobres, a los miserables. ¿A qué nos recuerdan esas palabras hoy?

En la Segunda Lectura, cuando San Pablo anuncia la salvación para todos y nos pide que oremos unos por otros, y especialmente por aquellos que tienen responsabilidades de gobierno, y que lo hagamos limpios de ira y divisiones. La oración común es un instrumento generador de cambio, primero porque es capaz de generar espacios de encuentro entre aquellos que están divididos (los primeros pasos en materia ecuménica se debieron a oraciones conjuntas). En estos momentos en los que los conflictos armados son una realidad, la petición de Pablo de orar unidos y hacerlo por los gobernantes es una petición que nos ha actualizado el Papa Francisco y a la que todas las personas de buena voluntad deberíamos sumarnos.

El Evangelio nos relata la parábola del administrador astuto, que ante la pérdida de su puesto encontró la forma de garantizarse un futuro. Es curioso ver cómo se desarrolla la parábola: el hombre rico despide al administrador por lo que le cuentan de él, y el administrador se ve en la necesidad de asegurarse un futuro; un futuro que no se había asegurado previamente, ya que si hubiera venido defraudando a su señor no hubiera tenido la necesidad de obrar con esa urgencia a posteriori. Puede que ese sea el motivo de la felicitación del señor, que reconociendo implícitamente una gestión justa ha descubierto el engaño final producido precisamente por la falta de previsión del administrador, que ha gestionado bienes durante años y nada ha acaparado. Ni siquiera se guarda nada para él, solamente se garantiza que le reciban cuando lo necesite.

Jesús nos llama a gestionar sabiamente, a no acaparar, a no poner el dinero como fin en sí mismo, sino como un medio para vivir y construir una realidad más justa. Si vives para acaparar, apegado a lo económico, ese apego no te dejaré ser libre para servir a Dios.

La parábola habla del injusto dinero, situándolo en un nivel inferior a las cosas cuya gestión es realmente importante. Hay una frase que dice: “Todo lo que se puede comprar con dinero es barato”. ¿Quién puede comprar el abrazo de un ser querido que ha fallecido? ¿O el perdón verdadero de una persona a la que hemos hecho daño? ¿O la salud? No debemos olvidarnos de las cosas cuya gestión también requiere nuestro esfuerzo, y que a veces descuidamos.

El Evangelio habla de la responsabilidad en lo cotidiano, en las cosas pequeñas que nos prepara para ser responsables en los momentos cruciales. Son las cosas sencillas las que van construyendo nuestra vida, y son esas pequeñas acciones las que marcan la diferencia.