Dom
22
Jul
2012

Homilía XVI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2011 - 2012 - (Ciclo B)

Les enviaré pastores…porque andaban como ovejas sin pastor

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

En el evangelio de este domingo, continuación del domingo pasado, en que Jesús envía a sus discípulos a predicar de dos en dos… y vuelven contando su experiencia, hay que resaltar lo que el profeta Jeremías nos ha relatado en la 1ª lectura: que se encuentran a la gente “como ovejas sin pastor” y Dios manifiesta su queja por la actitud de algunos pastores que no cuidan del rebaño.

Los discípulos debieron volver, tras esa primera experiencia como “enviados”, pletóricos de alegría, y el Maestro quiere compartirlo con ellos. El Señor también buscaba espacios de descanso en Betania, junto a Lázaro y sus hermanas, con los que compartía momentos de su vida. Solo después de compartir con Jesús podemos “entregar lo contemplado”.

Pero al entrar hoy en este evangelio no podemos olvidar las palabras de Jesús “venid a mí los que estáis cansados y agobiados…” (Mt 11, 28).

Aquella dulce y encantadora quietud en un lugar tranquilo quedó quebrada por la multitud que les seguía… y cuando Jesús desembarcó, sintió compasión por ellos “porque andaban como ovejas sin pastor”. Vagaban en busca de buenos maestros que les enseñaran y orientaran y Jesús se puso a “enseñarles con calma”, largamente.

La compasión de Jesús por la multitud no era algo pasajero, es una constante en su vida. Siente compasión por el leproso que le suplica curación (Mc 1,41); por los dos ciegos de Jericó (Mt 20,34); por la viuda de Naim que acababa de perder a su hijo (Lc 7,13); y tantos… Jesús siente compasión por todo tipo de miserias y situaciones límites.

El comportamiento de Jesús con las gentes fue muy distinto al de muchos falsos profetas y demagogos de entonces y de ahora, al transmitir doctrina de verdad y de vida, mientras que los que no son auténticos pastores procuran adaptarse a las circunstancias siempre cambiantes, obrando según sopla el viento e intentan enardecer, pero sin convencer.

Todos nos necesitamos en esa misión y, a la vez, nosotros comprometernos en esa misión ¿de pastor, guías, animadores…? El nombre en este caso es indiferente, lo importante es el compartir el camino de seguimiento del maestro. Puestos a precisar, podríamos decir que:
-el mundo joven necesita guías, animadores, modelos de vida con valores…
-la madurez necesita amigos con quien compartir vida en positivo…
-la ancianidad necesita apoyos, escuchas de sus repetidas historias y superar tantos silencios y temores…

En definitiva, todos necesitamos y queremos pastores y podemos y debemos ser pastores que comuniquen y contagien vida, necesitamos enseñar y ser enseñados… No se trata de recetas moralizantes, ni paternalismos, ni fórmulas, ni de contar nuestras batallas… sino de vida con verdad y misericordia. No olvidemos que Jesús sabe escuchar: “le contaron todo lo que habían hecho y enseñado”.

Hoy Jesús se reúne con los discípulos, “venid a un sitio tranquilo a descansar conmigo”, a los que había enviado, para escuchar lo que habían hecho… ¿podríamos pensar qué le podríamos contar de nuestra vida si nos llamase?
-¿Hemos compartido “vida”, hemos sido en algún momento realmente “guías, pastores…” de alguna persona joven… hijos, sobrinos, alumnos…?
-¿Qué hemos compartido con “los maduros” de nuestra familia, nuestros amigos…?
-¿Hemos escuchado a nuestros mayores y ancianos…?

Es tiempo de verano, con frecuencia de vacaciones, aunque las verdaderas vacaciones comienzan “en el interior de cada uno”. Y es tiempo propicio para poder ejercer y vivir esta “misión”, tan evangélica, de hablar y compartir vida en tantos momentos de sobremesa y veladas nocturnas, de salidas al campo, de conocer gente nueva y encontrarse con familia, de intercambio con los hijos en momentos de quietud… quizás esos momentos eviten que durante el resto del año no vaya nuestra familia y nuestras relaciones personales “como ovejas sin pastor”, porque en este caso “los pastores…” debemos ser nosotros, somos nosotros, que sí tenemos algo que decir y contar.

El estremecimiento de Jesús ante la realidad desconcertante de nuestras vidas que se conducen sin un sentido claro, carente de un norte de dirección, han movido su compasión y reclaman nuestra sensibilidad para colaborar con él en la redención del mundo. Él es el único y verdadero pastor, con él aprendemos y deseamos participar en su proyecto salvador y, para ello, tenemos que reconocer que somos también nosotros sanadores heridos. De nuestra experiencia de sanación, de encuentro y realización con la persona de Jesús nace no sólo nuestro impulso y respuesta de convertirnos en pastores sino el contenido kerigmatico del anuncio “Señor, tu eres el Mesías, el Hijo de Dios, el único que tienes Palabras de vida eterna”.