Dom
21
Mar
2021

Homilía V Domingo de Cuaresma

Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)

Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre

Introducción

Último domingo del tiempo cuaresmal, el próximo es ya Domingo de Ramos, y las lecturas de la liturgia de hoy culminan el mensaje de las promesas de Dios para la humanidad, que se consumarán con la pasión, muerte y resurrección del Señor.

La Nueva Alianza de Dios que supera la Antigua Alianza con Israel para abrir la comprensión de que Dios se cuida de toda la humanidad -yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo-, se manifiesta en el perdón y la misericordia - todos me conocerán cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados- que nos trae la entrega por amor de Jesús en su pasión y muerte –se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna-. La promesa de la salvación y la plenitud de Dios llega a su culmen con la cruz de Jesús.

Una salvación abierta al mundo entero -algunos griegos le rogaban: quisiéramos ver a Jesús- que pasa por la entrega -si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo pero si muere, da mucho fruto-, por poner al otro por delante de uno mismo -el que se ama a sí mismo se pierde-, por anteponer la misión de amor a la propia vida, por la escucha al Padre en favor de los hombres -¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora-, aceptando la muerte y siendo glorificado el Hijo por el Padre con la fuerza del Espíritu -lo he glorificado y volveré a glorificarlo-.

La entrega de Jesús, el centro de nuestra fe que la Pascua nos trae en apenas una semana, cumple las promesas de Dios. En su entrega, en su amor, se muestra el rostro, el nombre y la gloria de Dios. Padre, glorifica tu nombre.