Dom
17
May
2020

Homilía VI Domingo de Pascua

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

Que esté siempre con vosotros el Espíritu de la verdad

Pautas para la homilía de hoy


Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Lejos de Samaría nos creíamos a salvo

Asomarnos a lo que hay más allá de las fronteras de lo que creíamos nuestro confortable y reconocible templo nos está provocando mucho temor. Es normal, lo que vivimos no es para menos. No es fácil predecir cómo nos va a transformar el habernos acercado tanto a la fragilidad, a lo que se puede romper, a la realidad de la muerte, reconozcámoslo. Que lo que está ocurriendo nos asuste y cuestione nuestra comprensión de las cosas, es bastante lógico. El miedo no es de herejes ni de cobardes apocados, es un sentimiento humano y como tal, no sirve mirar hacia otro lado y hacer como si no lo tuviéramos, o avergonzarnos de sentirlo. Lo que quizá si es más preocupante es la que hasta ahora ha sido nuestra incapacidad para darnos cuenta de que, nuestro hermoso templo social, ese que creíamos a salvo y lejos de la que suponíamos la “hostil” y extraña tierra samaritana, era en realidad una estructura de arcilla herida y maltrecha, que se deshacía con la lluvia fría y cansina de la indiferencia. Ahora nos preguntamos asombrados ¿a quién estábamos perteneciendo colectivamente? ¿a quién le habíamos entregado nuestros sueños comunes? ¿en manos de quién dejábamos los seres frágiles de nuestras sociedades? ¿dónde nos conducía el vértice frenético del huracán individualista? ¿cómo es que habíamos asistido al desmantelamiento de nuestros servicios sociales y de cuidado, de nuestro modelo sanitario, a la precarización laboral, a la externalización de la producción de la mayoría de los bienes, al deterioro del sistema educativo, a la extenuación del planeta, al estrangulamiento de plataformas de investigación, a …? Parece mentira ¿verdad? Pero seamos valientes, desgraciadamente ni es mentira, ni esto es una distopía de Netflix o HBO; es el espacio social cada vez más exhausto y exiguo que nos hemos venido dando. Es donde moramos. Es lo que, poco a poco, vamos aceptando.

Transformar este mar de incertidumbre en tierra firme

Por eso hoy no nos es difícil reconocernos socialmente lisiados y paralíticos, necesitados de cura. Habitantes de Judea que miran con ternura y añoran la alegría de la Samaría que recibe la palabra Dios y el entendimiento. Moradores del templo que saben que, o reconstruyen el espacio vital y social de otra forma, o siempre habrá un nuevo covid-19 que con otro nombre pillará igual por sorpresa a una ciudadanía ensimismada, estresada y tolerante con quién le roba el alma y el futuro. Una humanidad confusa que dejó de mirar a los de al lado, a los de abajo y, así, dejó de mantenerle la mirada a Dios. Por eso nos urge el Salmo a luchar por las obras en favor de lo humano, a transformar este mar de incertidumbre en tierra firme

Podemos ser devueltos a la vida

Sabemos que podemos ser devueltos a la vida y al Espíritu de la verdad que nos permite recobrar la confianza en la reparación de nuestro templo común. El Espíritu que nos afina el oído, y nos abre el corazón y el entendimiento. Las palabras irrumpen con fuerza desde el Evangelio: No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros […] porque yo sigo viviendo. Porque nosotros seguimos viviendo, porque hemos de seguir haciéndolo. Porque hemos de seguir dando voz a los que la han perdido a causa del dolor o del sin sentido. A los que la han perdido en soledad. Porque hemos de seguir diciendo NO a quien intente robarle el futuro a la gente. Porque hemos de defender lo que entre todos construimos. Porque mirar a los Bienaventurados, a los atravesados siempre hemos sabido que es la forma de amarle y de cumplir su palabra. Porque si nos engañamos es porque queremos. Y porque si nos vuelve a pasar, Él seguirá viviendo y viniendo, por descontado, pero a lo lejos se oirá una voz que diga: ... “Os lo dije, desde el Amor, desde el servicio, desde abajo, desde la dignidad, desde la equidad, desde el cuidado, desde el respeto, desde la justicia social, desde el trabajo digno, desde el reparto de la riqueza, desde la alegría de los jóvenes y los niños, desde la protección de nuestros mayores, desde las oportunidades, desde lo que es común… Transformad el mar en Tierra firme, ¡atreveos a hacerlo …, y hacerlo ya, no esperéis al próximo covid…!”