Sep
Evangelio del día
“ La Virgen concebirá y dará a luz un hijo ”
Primera lectura
Lectura del libro de Miqueas 5, 1-4a
Esto dice el Señor:
«Y tú, Belén de Efrata, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel; sus orígenes son de antaño, de tiempos inmemoriales.
Por eso los entregará hasta que dé a luz la que debe dar a luz, el resto de sus hermanos volverá junto con los hijos de Israel.
Se mantendrá firme, pastoreará con la fuerza del Señor, con el dominio del nombre del Señor, su Dios; se instalarán, ya que el Señor se hará grande hasta el confín de la tierra.
Él mismo será la paz».
Salmo de hoy
Salmo 12, 6ab. 6cd R/. Desbordo de gozo con el Señor.
Porque yo confío en tu misericordia:
mi alma gozará con tu salvación. R/.
Y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 1-16.18-23
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Evangelio de hoy en vídeo
Reflexión del Evangelio de hoy
Vivir la fe y la vida desde lo pequeño
La liturgia de este día nos ofrece la profecía de Miqueas que renueva la esperanza en la venida del Mesías. El profeta campesino, que vivió en el siglo octavo antes de Cristo, alza su voz en medio de una realidad marcada por la desigualdad social, la corrupción y un tipo de relaciones superficiales que propician la indiferencia. Desde esta realidad, la voz profética invita a no olvidar que Dios nunca defrauda, que es fiel a su promesa y que acompaña el caminar de su pueblo.
En este contexto se anuncia la venida del Mesías, desde la pequeñez y la fragilidad, para guía al resto de Israel. María, que es parte de este resto, compromete su vida en ese proyecto. Su sí posibilita la venida del Salvador. Ella al dar a luz renueva nuestras esperanzas y nos abre al compromiso de un nuevo tiempo. Tomar conciencia de esto nos hace traer a la memoria las palabras de Alberto Ares, sj: «Nuestro mundo cambiante y complejo plantea grandes oportunidades y retos a la hora de vivir nuestra fe.
En nuestros contextos de Iglesia se nos invita a vivir enraizados, a colaborar, a ser solidarios y a cuidar de forma especial el discernimiento a la hora de dar pasos en el camino. Esta manera más auténtica tiene sin duda en nuestras sociedades una dimensión contracultural y de resiliencia.»
Acoger la Salvación que viene en brazos de María
Al celebrar la Natividad de María reconocemos como actúa Dios. El misterio divino se va entretejiendo en la cotidianeidad de lo vivido. Nada nos dice el Nuevo Testamento sobre el nacimiento de María, y sin embargo, al ser madre todo cobra su sentido más profundo y verdadero, porque su vida está íntimamente ligada a la vida de Jesús. Nos recordaba Felicísimo Martínez: « Dios se humanizó, asumió nuestra condición humana. Con todo lo que eso significa: en la persona de Jesús se aproximó a nosotros, compartió nuestra condición, conoció todas las dimensiones de nuestra condición humana, pudo compadecerse de nosotros por estar él mismo envuelto en debilidad…Ya no estamos solos en nuestro caminar.»
A José se le revela el nombre del niño: “Jesús”, Dios salva, revelando su identidad más profunda y su misión. La salvación de Dios se manifiesta en la persona de Jesús, en sus acciones, sus palabras, sus gestos, sus opciones y su entrega en la cruz, son la forma en que Dios actúa. La figura de María representa al mismo tiempo a la comunidad cristiana, llamada, como la madre del salvador, a hacerse cargo de todas las formas de fragilidad que el mundo de hoy nos ofrece.
El celebrar la Natividad de María nos ayuda a reafirmar que Jesús es el “Emmanuel”, Dios con nosotros, que nunca nos abandona, siempre está presente. Mirando a María nos preguntamos: ¿Cómo respondo hoy a la iniciativa de Dios en mi vida? ¿Me dejo conducir, ayudar y alentar por María para renovar mi encuentro con Jesucristo y compartirlo con los demás?