Jul
Evangelio del día
“ El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza ”
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo 32 15-24.30-34
En aquellos días, Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas del testimonio en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados; eran hechura de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada en las tablas.
Al oír Josué el griterío del pueblo, dijo a Moisés:
«Se oyen gritos de guerra en el campamento».
Contestó él:
«No es grito de victoria, no es grito de derrota, que son cantos lo que oigo».
Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, Moisés, encendido en ira, tiró las tablas y las rompió al pie de la montaña.
Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, que echó en agua y se lo hizo beber a los hijos de Israel.
Moisés dijo a Aarón:
«¿Qué te ha hecho este pueblo, para que nos acarreases tan enorme pecado?».
Contestó Aarón:
«No se irrite mi señor. Sabes que este pueblo es perverso. Me dijeron: “Haznos un Dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado”. Yo les dije: “Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé; yo lo eché al fuego, y salió este becerro”».
Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo:
«Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro pecado.»
Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo:
«Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo, haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro de tu registro».
El Señor respondió:
«Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro. Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije; mi ángel irá delante de ti; y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado».
Salmo de hoy
Salmo 105 R/. Dad gracias al Señor porque es bueno
En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R/.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R/.
Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola al gentío:
«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros a anidar en sus ramas».
Les dijo otra parábola:
«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta para que todo fermenta».
Jesús dijo todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta:
«Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».
Reflexión del Evangelio de hoy
Moisés dijo al pueblo: Habéis cometido un pecado gravísimo
Moisés baja contento del monte donde Dios le ha hablado y le ha dado las tablas escritas por Él mismo, que quieren expresar la alianza que hace con el pueblo judío. Contento va a comunicar esta buena noticia a su pueblo. Pero su alegría se trasforma en profunda tristeza al ver que su pueblo se ha hecho un becerro de oro, al que adoran con cánticos de fiesta como a su Dios y le brota del corazón decirles: “Habéis cometido un pecado gravísimo”.
En esa época y en cualquier otra época adorar a algo o alguien que no es Dios como si fuera Dios es un gran pecado y una mentira porque dioses no hay más que uno. Quien adora a un ídolo o falso Dios lleva las de perder, quedará defraudado siempre por nunca un ídolo puede dar lo que promete.
Por desgracia, este fallo, este pecado de adorar a falsos dioses lo podemos cometer cualquiera de nosotros. Ahí están el dinero, el placer, el poder… y el subir muy arriba, hasta el terreno divino, a algunas personas humanas, sin darnos cuenta que son personas humanas, con su grandeza y sus límites y puntos débiles. Ya nos avisaba el Antiguo Testamento: “no tendrás otros Dioses más que a mí”.
El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza
Nosotros, ciudadanos del siglo XXI, vivimos en una sociedad donde predominan las nuevas tecnologías. Jesús vivió en un mundo casi exclusivamente agrícola y muchos de sus ejemplos y parábolas los coge de este mundo. De haber venido a la tierra en nuestra época, seguro que se apoyaría en lo tecnológico para algunos de sus ejemplos.
Y para explicarnos el reino de Dios y su deseada evolución, echa mano de un diminuto grano de mostaza y de cómo va creciendo hasta hacerse un gran arbusto, para indicarnos que esa es la manera en que Dios debe evolucionar e ir creciendo en nuestro corazón.
Así es, si le dejamos, como Jesús, el Hijo de Dios, quiere ir reinando, más y más en nuestro corazón, en nuestra persona. Libremente, porque así lo deseamos, queremos dejarle que reine en todos los rincones y zonas de nuestra persona. Desear y dejarle, que reine en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos, en todas nuestras reacciones ante las distintas circunstancias de la vida.