Mié
30
May
2012
Habéis sido purificados por vuestra obediencia a la Verdad

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 18-25

Queridos hermanos: Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por vuestro bien. Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza. Ahora que estáis purificados por vuestra obediencia a la verdad y habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. Mirad que habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y duradera, porque «toda carne es hierba y su belleza como flor campestre: se agosta la hierba, la flor se cae; pero la palabra del Señor permanece para siempre.» Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos

Salmo de hoy

Salmo 147, 12-13. 14-15. 19-20 R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R/.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 32-45

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: -«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.» Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: -«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: -«¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: -«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. » Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?» Contestaron: -«Lo somos.» Jesús les dijo: -«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado. » Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. »

Reflexión del Evangelio de hoy

En la primera lectura, Pedro proclama con fuerza la novedad original de la vida cristiana. Creer en Jesucristo es una nueva manera de comprender la vida, el mundo, las relaciones… Dios… Esta es, una manera difícil de comprender para la razón humana y para nuestro mundo. La vida cristiana pasa inevitablemente por el sufrimiento injusto. Pero es gracias al sufrimiento injusto, como el ser humano desarrolla la fe, la esperanza y la caridad. Es en el sufrimiento, en el enfrentarse a uno mismo y a nuestras tendencias poco evangélicas donde se fragua el verdadero cristiano. Por ello Pedro, sin miedo proclama: “Ahora, habéis sido purificados por vuestra obediencia a la Verdad”. La purificación de todo aquello superfluo en la vida se realiza obedeciendo, escuchando, a la Verdad. Con fe en la Palabra de Dios. Nuestra vida, la vida cristiana, contrasta fuertemente con las luces y el brillo del mundo. En un mundo donde la mentira se encuentra instalada y es evidente, la Verdad se paga con sufrimiento.

El relato evangélico de hoy nos relata la experiencia que tuvo Pedro de lo que encontramos en la primera lectura. La primera lectura no es una idea que le ha caído a Pedro del cielo, sino que es una experiencia que ha vivido con el propio Jesús cuando caminaba detrás de Él. En el Evangelio encontramos uno de los anuncios de la propia muerte de Jesús a sus discípulos mientras iban de camino a Jerusalén. Los discípulos todavía no sabían que aquel camino detrás de Jesús hacia Jerusalén era el último camino. Jesús moriría allí, en Jerusalén (según Marcos) y desde allí la salvación se derramará sobre el género humano. Por eso, durante su último viaje juntos, Jesús enseña lo fundamental a sus discípulos. La enseñanza de hoy es la que nos explica Pedro, con otras palabras en la primera lectura: la Verdad de la Vida es servicio y no poder; es sufrimiento humano y gloria divina. Por esta Verdad que se encuentra en el servicio, incomprensible a las ideologías del mundo, incomprensible a nosotros mismos muchas veces, significa que estamos dispuestos a dar la vida, es decir, a despojarnos de nuestros egoísmos, de ideas que aparentemente creemos que son nuestras, pero no son nuestras, sino que son las ideología del mundo: la ideología del poder, de la gloria, del brillo humano… Es duro, es difícil, pero es el mensaje de Jesucristo sin edulcorantes, es el mensaje de la cruz: La Verdad se paga con sufrimiento.