Nov
Evangelio del día
“ ¿No han quedado limpios los diez? Los otros nueve ¿dónde están? ”
Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría 6, 1-11
Escuchad, reyes, y entended; aprended, gobernantes de los confines de la tierra.
Prestad atención, los que domináis multitudes y os sentís orgullosos de tener muchos súbditos: el poder os viene del Señor y la soberanía del Altísimo.
Él examinará vuestras acciones y sondeará vuestras intenciones.
Porque, siendo ministros de su reino, no gobernasteis rectamente, ni guardasteis la ley, ni actuasteis según la voluntad de Dios.
Terrible y repentino caerá sobre vosotros, porque un juicio implacable espera a los grandes.
Al más pequeño se le perdona por piedad, pero los poderosos serán examinados con rigor.
El Dios de todo no teme a nadie, ni lo intimida la grandeza, pues él hizo al pequeño y al grande y de todos cuida por igual, pero a los poderosos les espera un control riguroso.
A vosotros, soberanos, dirijo mis palabras, para que aprendáis sabiduría y no pequéis.
Los que cumplen santamente las leyes divinas serán santificados, y los que se instruyen en ellas encontrarán en ellas su defensa.
Así, pues, desead mis palabras; anheladlas y recibiréis instrucción.
Salmo de hoy
Salmo 81,3-4.6-7 R/. Levántate, oh Dios, y juzga la tierra
Proteged al desvalido y al huérfano,
haced justicia al humilde y al necesitado,
defended al pobre y al indigente,
sacándolos de las manos del culpable. R/.
Yo declaro: «Aunque seáis dioses,
e hijos del Altísimo todos,
moriréis como cualquier hombre,
caeréis, príncipes, como uno de tantos». R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,11-19
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios.
Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado»
Evangelio de hoy en vídeo
Reflexión del Evangelio de hoy
"El poder os viene del Señor, y del Altísimo la soberanía"
Este fragmento es el comienzo de la segunda parte del Libro de la Sabiduría.
El autor, desconocido, toma la personalidad del rey Salomón, como ejemplo de rey sabio por excelencia, y comienza con una exhortación a los gobernantes y jefes de las naciones, recriminándoles el sentirse muy orgullosos por tener gran número de súbditos y dominar a las multitudes; pero el poder que detentan les viene del Señor y su dominio les viene dado del Altísimo, por lo que sus acciones serán juzgadas por el Señor con mucho más rigor, ya que tienen en sus manos el poder, mientras que a los pequeños, o sea, a los sencillos, que carecen de todo se les puede perdonar sus faltas por piedad.
El autor hace una defensa del origen divino del poder; y Dios que no teme a nada ni hace acepción de personas, cuida por igual al pequeño como al grande, pero teniendo en cuenta que al que más se le otorgó, más se le exigirá, por lo tanto los invita a buscar la sabiduría y a cumplir las leyes divinas, y si así lo hacen serán santificados.
La Palabra de Dios es fuente de sabiduría, por eso les estimula a que estén abiertos a sus palabras y en ellas encontrarán el conocimiento necesario para gobernar con rectitud de corazón, y ser fieles a sus leyes y preceptos.
En el salmo 81, el salmista nos dice “Levántate, oh Dios, y juzga la tierra”, y hace una súplica para proteger a los débiles y defenderlos de los poderosos que intentan acosarlos y aprovecharse de ellos.
Hoy celebramos a San Josafat, obispo ucraniano, que siendo él y su familia ortodoxos, se convirtió al catolicismo y, a pesar de sufrir presiones entre oriente y occidente, fue un gran defensor de la unidad de la Iglesia.
"¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?"
En este episodio del evangelio de Lucas, vemos a Jesús que se encuentra en camino hacia Jerusalén, y que, pasando entre Galilea y Samaria (cuyos habitantes eran considerados extranjeros por los judíos), se le acercan diez leprosos que, desde lejos, como indica la ley, gritaban pidiendo a Jesús que les curase diciendo: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.
Jesús, al verlos, les dijo que fueran a presentarse a los sacerdotes, como marca la ley. La curación no se había producido, pero ellos, con fe en la palabra del maestro, emprendieron el camino, y mientras andaban se dieron cuenta de que ya estaban limpios.
Ellos obedecieron el mandato de Jesús y se pusieron en camino y vemos cómo se pasa de una fe interesada (busco mi curación), a una fe agradecida (creo en su palabra y cumplo lo que me dice).
Lo paradójico del relato es que los diez tenían la intención de cumplir el mandato, pero únicamente uno es el que, al verse limpio, le puede más su espíritu de agradecimiento que el cumplimiento de la ley, que puede quedar en segundo término, y vuelve sobre sus pasos alabando a Dios a grandes voces y al llegar a Jesús, se postra a sus pies, rostro en tierra, dando gracias; y justamente este hombre era samaritano, extranjero, mal visto por los judíos. Jesús inquiere a los que le acompañaban: ¿No eran diez los curados? ¿Dónde está el resto?
Los nueve creyeron en la palabra de Jesús, y cumplieron lo que manda la ley a rajatabla, para conseguir certificar su curación y su reinserción en la sociedad; pero sólo uno se da cuenta de que hay algo más importante que esto, es el reconocer en el Hijo de Dios un milagro, alabando a Dios y mostrándole todo su agradecimiento y esperar ese gesto de Jesús que con cariño le dice “Levántate, vete, tu fe te ha salvado”.
¿Estamos convencidos de que la grandeza y el poder viene de Dios? ¿O nos creemos autosuficientes? Nuestra fe ¿es una fe interesada o una fe agradecida?