Jubileo de los consagrados en Roma: una semana de esperanza, oración y presencia española
Del 8 al 12 de octubre de 2025, miles de consagrados peregrinaron a Roma con una participación española especialmente destacada
Entre el 8 y el 12 de octubre de 2025, Roma acogió el Jubileo de la Vida Consagrada, una cita del Año Santo que reunió a miles de religiosos y religiosas llegados de todos los continentes. Bajo el lema común del Jubileo —“Peregrinos de esperanza”—, los consagrados vivieron una intensa secuencia de celebraciones, encuentros y gestos de misión en la ciudad, con una participación española muy visible.
La apertura tuvo lugar el miércoles 8, con la peregrinación a la Puerta Santa de San Pedro y la Vigilia de oración en la basílica vaticana, presidida por el cardenal Ángel Fernández Artime, SDB, pro-prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. El jueves 9 por la mañana, en la Plaza de San Pedro, el papa León XIV presidió la misa para la vida consagrada; por la tarde, los religiosos salieron a tres plazas romanas —Piazza dei Mirti, Piazza Don Bosco y Piazza Vittorio Emanuele— para un “Diálogo con la ciudad” de carácter cultural, artístico y espiritual. El itinerario se completó con dos jornadas temáticas centradas en la esperanza el viernes 10 y en la paz el sábado 11, en el Aula Pablo VI. También se celebraron conversaciones en el Espíritu por formas de vida consagrada, con oración, testimonios y ponencias marco sobre temas particulares de las distintas formas de consagración. La conclusión fue el sábado por la tarde, con el paso por la Puerta Santa de San Pablo Extramuros y una oración final; el domingo 12 los participantes se unieron al Jubileo de la espiritualidad mariana, con Misa en San Pedro presidida por el Papa.
Ver esta publicación en Instagram
En la misa del jueves 9, León XIV invitó a los consagrados a vivir la lógica evangélica de “pedir, buscar y llamar”, subrayando que su vocación es testimonio del primado de Dios y de los “bienes futuros” hacia los que camina la Iglesia. El viernes, en la audiencia en el Aula Pablo VI, el Papa animó a “despertar al mundo” desde la centralidad de Cristo y a ser “constructores de puentes” mediante una cultura del encuentro, la sinodalidad y la reconciliación. Son acentos que atravesaron todas las jornadas: oración, gratuidad, servicio y misión compartida.
La presencia española se hizo claramente evidente. La tarde del viernes 10, dentro de la red de “oración en la ciudad”por la paz, la celebración en español tuvo lugar en la iglesia de Santa María in Traspontina (Via della Conciliazione), punto de encuentro para congregaciones y comunidades hispanohablantes que se unieron en intercesión por los conflictos del mundo, y una numerosa delegación desde CONFER España, mostraron el rostro de la vida consagrada en España como un rostro de alegría, paz, entrega y sentido.

Un “itinerario romano” con acento español. Entre los templos señalados como iglesias jubilares, destaca la Santa María de Montserrat de los Españoles, referencia histórica de la comunidad española en Roma y uno de los lugares donde los peregrinos podían celebrar el Sacramento de la Reconciliación y ganar la indulgencia. También aquí se dejó sentir el paso de grupos de consagrados de España en los días del Jubileo.
El balance que queda, especialmente para los consagrados y consagradas españoles, es el de una experiencia de comunión universal que robustece la identidad carismática y reaviva la misión en clave de esperanza y paz. La palabra del Papa —que pidió “volver al corazón”, cuidar la sinodalidad y no temer decisiones valientes— así como los gestos compartidos de oración, servicio y encuentro, marcan una hoja de ruta espiritual y pastoral para los próximos meses.
Con esta semana jubilar, la vida consagrada —también la de España— ha hecho visible, en el corazón de la Iglesia y de la ciudad, que su vocación sigue siendo signo de esperanza y artesanía de paz, en diálogo con el mundo real y atenta a los más frágiles. Y ha dejado, de paso, un compromiso renovado: volver a casa con la puerta abierta a la misión cotidiana.