Evangelio del día
Trigésimo tercera semana del Tiempo Ordinario - Año Impar

Del día 17 al 23 de Noviembre de 2013

Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

Introducción a la semana

Esta semana la ocupan fragmentos de los dos libros de los Macabeos, escritos que hablan sobre todo del reinado cruel de Antíoco IV Epífanes, a mediados del siglo II antes de Cristo. Hay una confrontación violenta entre el judaísmo más tradicional y las costumbres del helenismo que impone el rey y a las que se pliega gran parte del pueblo apóstata. Respetar contra viento y marea las prescripciones de la ley judía les cuesta la vida a muchos israelitas fieles; entre ellos, al anciano Eleazar y a los siete hermanos macabeos con su madre: páginas trágicas y admirables de fe heroica en el Dios de Israel, que se han considerado preludio elocuente del martirio cristiano. En labios de aquella madre ejemplar aparecen, además, dos grandes verdades de fe: la creación “de la nada” y la resurrección de los que murieron por mantenerse fieles a sus convicciones. La purificación y consagración del templo, después de una sonada victoria sobre los enemigos, es un símbolo de la restauración de las antiguas tradiciones patrias. El mismo rey Antíoco morirá triste y deprimido, reconociendo sus excesos con los judíos.

Siguen narrándose los signos mesiánicos de Jesús: abre a un ciego no sólo los ojos del cuerpo, sino los de la fe; provoca en el publicano Zaqueo una conversión magnánima; corrige la precipitada expectación de los que piensan que la venida definitiva del Señor será inminente y triunfal y no hacen fructificar cada día los dones de Dios; predice la destrucción de Jerusalén por no haber querido acoger su palabra; enseña en el templo, a pesar de que la amenaza de los dirigentes del pueblo se cierne sobre él; y responde a la pregunta irónica de los saduceos afirmando el verdadero sentido de la resurrección.

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