Dom
5
Mar
2023

Homilía II Domingo de Cuaresma

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

Este es mi Hijo, el amado… escuchadle

Pautas para la homilía de hoy


Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Sal de tu tierra…

En el relato de la vocación de Abraham podemos ver también reflejada la historia de miles de cristianos y cristianas que han vivido su fe con profundidad, con entrega generosa. Si nos detenemos a reflexionar sobre lo que somos como Iglesia, como comunidad y por qué no, en forma personal, podremos caer en la cuenta de que somos frutos de esas bendiciones prometidas a Abraham; reiteradas a lo largo de siglos, y cumplidas en nosotros. Hemos recibido la fe en un Dios que es amor, un Dios que sale la encuentro de cada hombre y mujer, la celebramos y compartimos porque otros se han atrevido a salir de su tierra, a dejar sus comodidades y, por supuesto, sus seres queridos para ponerse en camino…

Hoy también la llamada de Dios se renueva para cada uno y para cada una. Estamos invitamos a “salir de la tierra…” y a marchar por los caminos que el Señor nos muestra. Hoy más que nunca en la Iglesia necesitamos recorrer esos caminos en clave sinodal, haciendo caminos juntos, siendo dóciles a la voz de Dios manifestada en la Iglesia universal y las comunidades locales. Ponerse en camino… es la actitud necesaria hoy.

Este es mi Hijo, el amado… escuchadle

El relato de Mateo sobre la experiencia de Pedro, Santiago y Juan en la montaña con el maestro es tan conocido que corremos el riesgo de esclerotizar su riqueza bajo la ya tan conocida etiqueta de la “transfiguración del Señor”. Como recordaba U. Luz, “este relato es deliberadamente polifacético”. El contexto literario del relato mateano invita a tener en cuenta el camino de los discípulos hacia la pasión.

Hemos iniciado el camino cuaresmal, un tiempo propicio que la Iglesia nos ofrece para mirar nuestro caminar: el camino personal y el comunitario. El seguimiento de Jesús es un camino, aunque no exento de dificultades, dudas y frustraciones, que tiene también sus cimas, sus montañas de transfiguración, esas experiencias que renuevan, marcan y empujan a seguir adelante.

Sabemos que el camino cuaresmal es una invitación -personal y comunitaria- constante a escuchar al Hijo, al amado de Dios. Sin escucha no hay posibilidad de aprender del Maestro; sin escucha no es posible comprender lo que Dios nos pide en el contexto actual; sin escucha mutua en las comunidades eclesiales no podremos descubrir ni acertar el camino que nos pide el Señor. Por eso, creo que la escucha es una verdadera ascesis en estos tiempos, es un ejercicio que requiere de nuestro mayor esfuerzo. Eso nos conecta directamente con el mandamiento más importante del Antiguo Testamento: “escucha, Israel…”

Por otro lado, para escuchar debidamente, necesitamos conocer al que nos habla, que no es otro sino el Hijo Único, el amado de Dios. Por eso, necesitamos preguntarnos:

¿Conozco a Jesucristo? ¿He tenido experiencia de un encuentro personal con el Señor?

¿Escucho a los demás? ¿Me cuesta escuchar? ¿Dedico tiempo a escuchar a Dios en su Palabra y en la oración? ¿Estoy en modo sinodal, queriendo hacer camino con otros y otras? ¿Qué significa para mí hoy salir de mi “tierra”?