Dom
23
Ene
2022

Homilía III Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

Me ha enviado para dar la Buena Noticia

Pautas para la homilía de hoy


Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Situación para acoger hoy y siempre la Palabra: ¡La Comunidad!

¿Desde dónde y con quién acoger, celebrar y fortalecer hoy nuestra fe? La Plaza del templo de Jerusalén, con el pueblo, y la Sinagoga de Nazaret con Jesús y sus paisanos, se convierte en un marco excelente para renovar la Alianza y la fe. Presidiendo la celebración está el Libro de la Ley. Todo el pueblo estaba atento al libro de la Ley. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza. Hoy es un día consagrado a nuestro Dios (Ne 8,2-4. 5-6. 8-10).

 Jesús empieza también su ministerio en una Asamblea popular, en la sinagoga de Nazaret. Pide el Libro sagrado y hace la lectura comprendiendo, explicando, y presentándose a sí mismo con estas palabras: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido, me ha enviado para anunciar la buena noticia a los pobres, a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y todos lo alababan (Lc 4,14-21).

En ambos casos, la Palabra de Dios es un elemento constitutivo de la Asamblea y de la Fiesta, invitándonos a valorar la Comunidad, como sacramento y lugar en que lo encontramos a Él

Por otra parte, en la Liturgia de hoy, se presenta el Proyecto de Jesús al iniciar su vida pública, diciéndonos quien es y a lo que vino. Él es, no sólo el que predica el Evangelio, sino el contenido de ese mismo Evangelio. Él es la verdadera Palabra de Dios, que con su Vida y su Misión, trae alegría y salvación a todos. Este Proyecto, va ser el núcleo del mensaje que inicia en Galilea y se desplegará a lo largo de toda su vida pública, invitando a tenerlo en cuenta para cuantos siguen sus pasos.

Este programa está muy lejos de ser una mera exposición de la Ley. Es un anuncio nuevo, para un tiempo nuevo, de gracia del Señor, fundado en el Amor. Esta Buena noticia va dirigida fundamentalmente a todos aquellos excluidos hasta entonces del mensaje salvífico de Dios, como son los pobres, los ciegos, los marginados los que sufren la opresión del tiempo que sea, a todos ellos quiere liberar Jesús de sus angustias, ofreciéndoles un año de gracia del Señor.

Hoy se cumple esta Escritura: ¡Jesús es la Palabra viva de Dios!

Lucas presenta el Plan y Proyecto de Vida de Jesús de esta manera: Anunciar la Buena Nueva a los pobres, traer Libertad, Luz y Gracia. Un programa, que aunque no ha sido siempre el de los cristianos, el hoy de Jesús, lo convierte en una llamada para que así sea. Si seguimos este programa, nos sentiremos llamados a poner en el mundo lo que El trajo. La Vida y Misión de Jesús, se tiene que ver en la vida y misión del cristiano:

La Vida. El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Jesús se siente invadido por el Espíritu de Dios, impregnado por su fuerza. Cristo es el Ungido.  Y los cristianos también. Es una contradicción llamarse cristiano y vivir sin ese Espíritu de Jesús.

La Misión. Me ha enviado a anunciar la Buena Nueva a los pobres, a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Jesús se siente enviado y envía a los doce a sanar enfermos, con una palabra de Verdad, un gesto de Paz y de Perdón.

¿En quién y para qué llega esta Palabra, como Vida y Misión? En todo el Cuerpo de Cristo. San Pablo nos lo recuerda hoy en su carta a los Corintios, somos miembros del Cuerpo de Cristo, Sacramento de Salvación en medio del mundo. Cada uno con su carisma, todos alentados por un mismo Espíritu, realizamos el hoy de Cristo. Misión significa continuación de la actividad de Jesús y reproducción de sus mismas características cuando predicaba y cuando realizaba milagros. La misión del cristiano es, por tanto, un compromiso con el Proyecto de Jesús, porque sigue teniendo validez para el mundo de hoy. ¡El hoy de Cristo, somos los cristianos!

Al cristiano, ungido por el Espíritu, se le encuentra, como a Jesús, junto a los desvalidos de este mundo. La opción por los pobres no es un invento de unos teólogos, ni una moda del Vaticano II. Es la opción del Espíritu que anima la vida entera de Jesús y que sus seguidores hemos de introducir en la historia. Es un deber de la Iglesia ayudar a que nazca la liberación y hacer que sea total (Pablo VI).

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida (Sal 18).

Todos los hombres y mujeres, estaban atentos y lloraban al escuchar la Palabra y sentir la responsabilidad de ser el pueblo escogido por Dios. Pero Esdras les anima para que lo reciban con gozo y alegría. Su enseñanza mantenía la maldición. Jesús, sin embargo, habla de gracia salvadora.

¿Qué ocurre con esta Palabra de Jesús? ¿Qué interrogantes plantea?  Cristo en su discurso de Nazaret, aclara que su misión y la de los cristianos es de gracia y no de condenación.  En su lectura de Isaías (61,2), omite el versículo en el que se anunciaba el juicio de las naciones. Su misión es una proclamación del Amor gratuito de Dios, que hoy se cumple en su persona, con el que los pobres sonríen, los ciegos ven, los esclavos son liberados: la gracia llega a los hombres que comparten su vida con Él.

Por esto, tenemos que reconocer, para concluir, que el testimonio de los cristianos también son evangelio. No basta anunciar, hay que realizar lo anunciado, como Jesús. Si no, ¿para qué somos portadores del Espíritu?

Y para mejor hacerlo, nos revisamos en oración con este interrogante: ¿Qué alcance tiene hoy en nuestra vida de fe la Palabra de Dios, la Comunidad y los Pobres y excluidos?