Sep
Evangelio del día
“ Jesús iba acompañado por algunas mujeres ”
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6,3-12
Querido hermano:
Esto es lo que tienes que enseñar y recomendar.
Si alguno enseña otra doctrina y no se aviene a las palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, es un orgulloso y un ignorante, que padece la enfermedad de plantear cuestiones inútiles y discusiones sobre palabras; de ahí salen envidias, polémicas, blasfemias, malévolas suspicacias, altercados interminables de hombres corrompidos en la mente y privados de la verdad, que piensan que la piedad es un medio de lucro.
La piedad es ciertamente una gran ganancia para quien se contenta con lo suficiente. Pues nada hemos traído al mundo, como tampoco podemos llevarnos nada de él. Teniendo alimentos y con qué cubrirnos, contentémonos con esto.
Los que quieren enriquecerse sucumben a la tentación, se enredan en un lazo y son presa de muchos deseos absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males, y algunos, arrastrados por él, se han apartado de la fe y se han acarreado muchos sufrimientos.
Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas. Busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna, a la que fuiste llamado y que tú profesaste noblemente delante de muchos testigos.
Salmo de hoy
Salmo 48, 6-8. 9-10. 17-18. 19-20 R/. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate? R/.
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa. R/.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él. R/.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con la generación de sus padres,
que no verán nunca la luz. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 8,1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.
Evangelio de hoy en vídeo
Reflexión del Evangelio de hoy
La verdadera riqueza es la piedad
San Pablo exhorta a Timoteo a mantenerse firme en la sana doctrina, advirtiéndole contra los falsos maestros que hacen de la religión un medio de lucro. Frente a la codicia y las disputas estériles, el apóstol propone una vida marcada por la fe, la justicia, la piedad y el amor.
La verdadera ganancia no está en acumular bienes, sino en vivir con contento y rectitud ante Dios. Pablo culmina con una llamada vibrante al combate espiritual: “Combate el buen combate de la fe; conquista la vida eterna”.
Una jornada habitual con Jesús
El evangelio de hoy nos ofrece una escena cotidiana del ministerio de Jesús: va de ciudad en ciudad anunciando la Buena Nueva del Reino. Lo acompañan los doce y también varias mujeres, entre ellas María Magdalena, Juana y Susana.
San Lucas subraya con sencillez la presencia femenina activa y fiel, que apoya con sus bienes la misión de Cristo. Este detalle, aparentemente discreto, revela la inclusión y dignidad que Jesús otorga a quienes le siguen, hombres y mujeres, invitándolos a formar parte viva de su obra evangelizadora.
En estas mujeres reconocemos el rostro fiel y generoso de tantas que, también hoy, sostienen la vida de nuestras comunidades cristianas. Valoramos su presencia no solo como colaboradoras, sino como discípulas plenas, indispensables en la misión de la Iglesia. Su testimonio silencioso y constante es una riqueza que fortalece el camino del Evangelio.