Nosotros aguardamos al Señor

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1,26-31:

Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos
aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así —como está escrito—: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».

Salmo de hoy

Salmo 32 R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,14-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
“Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.
Su señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
“Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó también el que había recibido un talento y dijo:
“Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.
El señor le respondió:
“Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».

Reflexión del Evangelio de hoy

Estamos en Cristo Jesús

Pablo se dirige a los corintios afirmando que están en Cristo: es una fórmula que repite un centenar de veces. En la asamblea no hay muchos sabios, ni poderosos, desde el punto de vista puramente humano, pues la comunidad de Corinto estaba compuesta de gente sencilla. ¡Y Pablo lo sabe!

Dios ama a los que el mundo desprecia, ha escogido lo necio, lo débil, lo modesto, lo despreciable, lo que no existe. Los humildes son por naturaleza, más abiertos a Dios que los demás y, el orgulloso corre el riesgo de encerrarse en sí mismo. El hombre es grande cuando es reflejo de Dios y, cuando aceptamos recibirlo todo de Él, “somos de Cristo”. ¡Pablo lo sabe! y lo predica, lo da a conocer y estimula al pueblo a la dicha de pertenecer al Señor.

El salmista proclama dichoso al pueblo que el Señor se ha escogido como heredad, sin hacer distinciones porque Dios “se fija en todos los hombres”. Llamados a ser de Cristo, a ser su heredad, a ser dichosos. Entonces, cuando somos de Cristo, la sabiduría de Jesús pasa a ser nuestra sabiduría; la justicia del Señor pasa a ser nuestra justicia; la pureza de Dios viene a nosotros para que seamos puros, para que seamos capaces de amar con inmenso amor.

Administración y responsabilidad

Nos encontramos con un texto escatológico que nos invita a velar, a esperar al Señor. Dios viene, Dios sorprende, Dios pide cuentas, Dios ha confiado en nosotros al darnos “sus bienes”, a Dios le pertenecen todos los dones, los valores y las riquezas que “administramos”, a Dios le agrada la gente activa, con inventiva, creadora, que toma iniciativas, que negocia, que promueve, que crece. Los cristianos somos los siervos a quienes Jesús, Nuestro Señor, nos encarga hacer fructificar sus dones para el desarrollo del Reino y hemos de rendir cuentas de la gestión. La parábola de los talentos nos enseña a no cerrarnos en nosotros mismos, enterrando los propios talentos, las propias riquezas espirituales, intelectuales, materiales, todo lo que el Señor nos ha dado, sino a abrirnos, a ser solidarios, a estar atentos al otro. Todo lo bueno que tenemos, en la vida, en la familia, en el trabajo, en la amistad, nos lo ha prestado Dios para que lo administremos en favor de los demás y para mejorar las estructuras sociales.

El Papa Francisco ha pedido que el día 1 de septiembre de cada año se celebre una Jornada Mundial de oración por el cuidado de la creación. Jesús quiere que cada uno de nosotros tome la responsabilidad de la propia vida y la creación que nos rodea.