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¿Qué significa creer (en) la Iglesia?

13 de febrero de 2013

El pasado martes 12 de febrero tuvo lugar la octava sesión de las “Conversaciones de San Esteban", a cargo de Santiago Madrigal, SJ. Prof. de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas.

¿Qué significa creer (en) la Iglesia?

Imbuido del espíritu eclesial ignaciano: “sentir en y con la iglesia”, el sacerdote jesuita Santiago Madrigal, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, fue desgranando de forma pausada y rigurosa el sentido y alcance de esta cláusula eclesiológica incorporada al credo cristiano tal como aparece en el Símbolo Apostólico (credo corto) y en el Símbolo Niceno-constantinopolitano (credo largo).

¿Podemos creer “en” la Iglesia? Sólo Dios (los misterios nucleares de la Trinidad, encarnación y deificación del ser humano) es objeto directo de nuestra fe. La iglesia es un misterio derivado. De ahí que en el título de la conferencia aparezca el “en” entre paréntesis haciendo referencia al credo ecclesiam (creo y confieso la Iglesia) que aparece en los credos primitivos cristianos, apoyados en el soporte bíblico de los grandes himnos cristológicos de las cartas a los Colosenses y Efesios.

Ahora bien, si el acto de fe está reservado solo para Dios: credo in Deum (creo en Dios), ¿cuál es el alcance teológico de esa cláusula sobre la iglesia? La iglesia no es Dios, en quien depositamos la fe, pero sí confesamos por la fe los dones que ella ha recibido como depositaria del Espíritu. Se explica así la formulación tradicional: creo en el Espíritu Santo, la santa iglesia católica. Creemos en la iglesia en cuanto vinculada con el Espíritu, origen de su santidad. Una iglesia en la que confluye nuestra fe en Dios Uno y Trino como llamada a la comunión en Dios Padre (1 Cor 1,9), en Jesucristo (1 Jn 1, 1-3) y en el Espíritu (2 Cor 13,13). En otras palabras, la aproximación a la iglesia como objeto de reflexión teológica requiere la fe como misterio derivado, pues la iglesia es de Dios y para Dios. Es así como reconocemos el puesto privilegiado que ocupa dentro del credo.

La comunicación histórica de Dios en Jesucristo que dio origen a sus primeros seguidores dentro de la historia de la salvación se prolonga ahora en la iglesia. Así lo confirman las imágenes alusivas a la estructura comunitaria del Reino de Dios en los relatos evangélicos. La iglesia, sacramento de Dios, nos muestra la salvación universal ofrecida por Jesucristo, ya que “a Dios nadie le ha visto jamás; el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, él lo ha contado” (Jn 1,18). Si éste es el legado que ha recibido, no puede ser otra su razón de ser, consciente de que es la iglesia “santa” de los pecadores, “la pobre iglesia de los pecadores” (K. Rahner).

El tono un tanto académico y magistral de la exposición no fue obstáculo para que los presentes captaran lo fundamental de este artículo de la fe cristiana. Delimitación y clarificación que agradecieron.