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Presentación del libro “A 50 años del Concilio”

24 de mayo de 2012

El pasado 22 de mayo, en el salón de actos del convento de Santo Domingo el Real (Madrid), se presentó el libro “A 50 años del Concilio. Camino abierto para el siglo XXI”, escrito por fr. Jesús Espeja y publicado en la editorial San Pablo.

En la mesa de la presidencia se encontraban Mons. D. Vicente Jiménez, obispo de Santander y presidente de la comisión para la Vida Religiosa, el Prior Provincial de la Provincia de España de los dominicos fr. Javier Carballo, el profesor de Teología de la Facultad de San Esteban (Salamanca) fr. Jesús Díaz Sariego, el provincial de los Paulinos en España padre Antonio Maroño, representando a la editorial San Pablo, y el autor del libro fr. Jesús Espeja.

El primero en intervenir fue Antonio Maroño, Superior Provincial de la Sociedad San Pablo de España, quien agradeció a fr. Jesús el haber confiado en la editorial San Pablo para la publicación de este y otros libros. Destacó la actualidad del Concilio y por tanto el interés que tiene en libro. Para demostrar la importancia del Concilio lanzó una serie de preguntas: "¿qué sería de la vida de la Iglesia con el Concilio? ¿Dónde estaríamos sin aquel nuevo Pentecostés del Espíritu? ¿Qué sería de la catequesis, del diálogo con el mundo, relaciones interconfesionales?" Según el padre Maroño, "el Concilio debe seguir siendo la hoja de ruta de la Iglesia y los cristianos en este nuevo siglo”. Por esa razón, afirmó, los Paulinos se han comprometido a revitalizar el espíritu conciliar con esta y con otras publicaciones.

Para Monseñor D. Vicente Jiménez Zamora, obispo de Santander y Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, el libro de fr. Jesús se mueve entre la memoria y la prospectiva, es una síntesis sobre el significado de la celebración del Concilio Vaticano II y sobre la evolución y cambios que se han producido en la sociedad moderna y en la Iglesia en los cincuenta años del postconcilio. «Domina a lo largo y ancho del libro, el realismo en los juicios que hace el autor con toques de crítica constructiva». El libro es «como un espejo en el que podemos mirarnos y espejarnos, y reconocernos en la aventura fecunda de estos 50 años». Es una buena contribución para la preparación del año de la fe.

El siguiente en intervenir fue fr. Jesús Díaz, profesor de la Facultad de Teología de San Esteban, quien afirmó que el libro no es el resultado de un pensamiento improvisado. Es más bien la consecuencia de un proceso personal de maduración cuando se detiene a contrastar y analizar lo vivido.

El profesor de Salamanca aconseja que se lea el libro, no sólo desde el conjunto de su obra escrita «sino también desde el impacto que el Concilio ha tenido en el autor». A medida que se va leyendo el libro, se podrá ver cómo el Concilio ha influido en su vida personal, en su biografía. «Pero, a través de la memoria personal, he aquí su forma creativa de escribir, podemos atisbar al mismo tiempo una memoria colectiva. Hay memorias personales que logran solamente cambiar la vida de aquellos que las recuerdan».

Fr. Jesús Díaz, a la hora de señalar las dos grandes cuestiones teológicas que constituyen la base de la teología de Espeja (encarnación y verdad), desveló la tesis principal del libro: «la encarnación ha tenido lugar de modo único en el acontecimiento Jesucristo. Pero esta Palabra encarnada dejó también su luz en todo ser humano. Por eso podemos hablar de una ‘encarnación continuada’, cuyo signo es la Iglesia, suscitada y sostenida por el Espíritu siempre dentro de una historia cambiante».

En la formación intelectual de Jesús Espeja, plenamente reflejada en el libro, no sólo destaca la teología de la encarnación, sino también la verdad que brota de la compasión: «La teología de Espeja habla de ‘una verdad compasiva’. No podemos leer teológicamente a Espeja sin esta clave. En ella se desarrolla la escucha a los demás, especialmente la escucha de aquellos que más sufren como consecuencia de la injusticia social. Estos, verdaderos desheredados de este mundo, reclaman opciones evangélicas concretas que articulen teología y ética».

Por fin llegaron las esperadas palabras de fr. Jesús Espeja, llenas de sinceridad, de calidez y que expresaban una profunda experiencia de Dios. Reconoció que, con este libro, ha querido seguir los pasos evangelizadores de Juan XXIII y Pablo VI en tres puntos: «que la Iglesia refleje en sí misma los rasgos de Jesús de Nazaret; que la Iglesia colabore con los seres humanos para resolver sus problemas; y que la Iglesia, conservando su patrimonio, escuche lo que está ocurriendo y trate de responder a esa nueva mentalidad y nuevas formas».

El autor aclaró que el libro no es un estudio de los documentos del Concilio, pues ya existen obras al respecto, sino más bien quiere destacar la hermenéutica del Concilio y lo que supuso para la Iglesia. Esa hermenéutica la centra fr. Jesús en tres puntos: una Iglesia que se baja del pedestal y comienza a caminar junto al hombre; una Iglesia que quiere ser servidora, que no es un fin en sí misma, impulsada por el Espíritu; y por último, dentro de la tradición dominicana y la doctrina del Concilio, como dice Santo Tomás de Aquino: la religión cristiana consiste en la encarnación. Y el Concilio, en esta línea, dice que nada de lo humano nos es ajeno. La Iglesia parte del ser humano y por tanto «los anhelos del ser humano son los que señalan el camino para la Iglesia, que tiene que discernir en las características del tiempo, los signos del Espíritu».

Por último señaló las consecuencias que esta hermenéutica del Concilio tiene para la evangelización: la Iglesia ante todo es una comunidad de vida y sus estructuras son para la vida, por lo que «las empresas humanas, la posibilidad de conocer y encauzar mejor la creación, los reclamos de la mujer por recuperar su dignidad de persona, todos esos movimientos de solidaridad entran en la Iglesia»; el Concilio afirma que el ser humano es un ser en el mundo a través del cuerpo, por lo que la Iglesia es un acontecimiento en el mundo; por último el Concilio nos anima a ser sal y luz del mundo, y una sal que no sea insípida, sino que dé sabor desde el Evangelio.

Terminó su intervención recordando a aquellos sus maestros de quienes se declaró heredero y deudor de muchas aportaciones significativas en su pensamiento y su vida: por supuesto Jesucristo, Tomás de Aquino, Congar, Antonio Sanchís, Rafael Larrañeta, Bernardo Cuesta, a la gente de América Latina, a los obispos de la transición española, Arintero, y Santiago Ramírez, de quien escuchó unas palabras que le impresionaron, pronunciadas poco antes de morir: «Dios, Dios, toda la vida buscándole y por fin le encontraré. A Dios solo se le encuentra en el corazón».

El Prior Provincial finalizó la presentación reconociendo la actualidad del Concilio Vaticano II, recogiendo las palabras del Patriarca de Lisboa: «El Concilio Vaticano II hoy es más actual que hace 50 años». Una actualidad, no a modo de aniversario que recuerda algo ya pasado, sino que sigue siendo importante para el momento eclesial que estamos viviendo.

Fr. Javier Carballo apuntó, a la luz de la lectura del libro de Espeja, la importancia del trabajo de los teólogos en la vida de la Iglesia, el papel insustituible del teólogo: «una iglesia sin buenos teólogos es una Iglesia menos renovada», por lo que se debe impulsar, proteger, cuidar y cultivar la vocación del teólogo en la Iglesia porque en ello nos jugamos mucho.

Destacó, finalmente, la actitud de diálogo con el mundo contemporáneo, que se ve reflejado en el libro y que es fruto de la experiencia del autor en el diálogo intergeneracional. «Este libro lo escribe pensando en los jóvenes». Tenemos que dialogar con los jóvenes, escucharlos, dialogar con el diferente.

Terminó su intervención agradeciendo a la comunidad de Sto. Domingo el Real por su acogida, a la Sociedad de San Pablo, un agradecimiento sincero a Mons. Vicente que ha tenido el gesto de agradecer, con su presencia, a fr. Jesús Espeja por la labor y dedicación a la Iglesia de España y Latinoamérica, y también a todos los asistentes.

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