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Bruno Cadoré: “Lo que tenemos que hacer es escuchar a los seres humanos”

4 de febrero de 2011

Entrevista al Maestro de la Orden en la revista Vida Nueva

Os ofrecemos un extracto de la entrevista que Darío Menor, periodista de vida Nueva, hizo a Bruno Cadoré poco después de su elección como Maestro de la Orden:


Fr. Bruno Cadoré"(Darío Menor. Fotos: Lawrence Lew) Tímido, circunspecto y menudo de apariencia, pero concreto en las ideas y fecundo en las experiencias. Así es fray Bruno Cadoré, el nuevo Maestro General de la Orden de los Predicadores, la congregación fundada por santo Domingo de Guzmán a principios de siglo XIII, popularmente conocida como los dominicos. Teólogo y médico pediatra de formación, este francés de 56 años experto en bioética ha sido maestro de estudiantes y provincial en su país, donde rompió la tendencia común de las naciones occidentales al conseguir un repunte en el número de nuevas vocaciones. Ahora deberá guiar durante los próximos nueve años a los frailes, monjas y laicos que forman una de las congregaciones más importantes de la Iglesia.

Para ello reconoce que se debe “actualizar el carisma” de la Orden sin provocar una fractura. “Hay que buscar la continuidad”. Propone “la escucha a los seres humanos” como una solución para la escasez de vocaciones, ya que la espiritualidad sigue conformando “la parte principal en la vida de una persona”.

¿Qué significa hoy ser dominico?

Consiste en ser un fraile, un hermano y un predicador. Nosotros elegimos ser frailes y hermanos de la humanidad. Hermanos de quienes se sienten cerca de la fe y de la Iglesia, pero también de los alejados. Creemos que la fraternidad, la hermandad, es un regalo de Dios a este mundo. Santo Domingo de Guzmán hizo esta elección en su época, cuando comenzó a predicar. Él decidió estar cerca de la gente dando un ejemplo de humanidad y vida en comunidad.

¿Necesita este carisma una renovación para hacer frente a la sociedad actual?

Sí, tenemos que actualizar el carisma porque la cultura de hoy es diferente, tanto aquí, en Occidente, como en África o Asia. Las religiones también han cambiado. No obstante, el objetivo de estar con la gente, de ser su amigo, continúa. La amistad es algo estupendo, una cosa que la humanidad necesita. Tampoco cambia el hecho de ser predicadores. La predicación nos exige que demos lo mejor de nosotros mismos para que las personas entiendan que Dios es algo maravilloso para ellas.

Durante su período como provincial en Francia, este país fue una excepción en Occidente y registró un buen número de nuevas vocaciones para los dominicos. ¿Cómo explica este fenómeno?

En Francia hemos recibido a nuevos hermanos y hermanas, tal vez más que en otros países occidentales, sí. Durante los años 70, los hermanos intentaron mantener una continuidad en nuestras tradiciones. De esta forma se evitó la desconexión. Pienso que aquello fue importante para mi generación, que pudo encontrar una vida comunitaria arraigada en sus propias tradiciones. Creo que esta búsqueda de la continuidad es una de las claves.

Vivir en comunidad

¿Por qué cree que la Vida Religiosa sigue siendo una opción para los jóvenes de hoy? ¿Cómo explica la escasez de vocaciones en Occidente?

En primer lugar, porque tal vez ni siquiera nos conocen. La Vida Religiosa no es una forma de hacer las cosas, sino una forma de vivir en comunidad. En Francia, el pasado mes de septiembre teníamos diez novicios en las dos provincias. No está mal. Pero los números no significan nada. Aunque sólo tuviéramos a uno, estaría igualmente bien.

¿El futuro de las congregaciones religiosas está entonces en Asia y África?

También en América Latina y en los Estados Unidos. Puede estar en cualquier lugar. Para ello tenemos que seguir creyendo que Dios quiere hablar con la humanidad. Tenemos que darle nuestra confianza. A veces pensamos que la gente no está interesada en la espiritualidad, pero nos equivocamos. Ésta conforma la parte principal en la vida de una persona. Lo que tenemos que hacer es escuchar a los seres humanos, escuchar sus esperanzas.

Usted estudió Medicina y ejerció como médico pediatra en Haití. ¿Piensa que el campo de la salud es un buen territorio para la evangelización?

La salud es un buen argumento para hablar con cualquier persona, a todos nos interesa la vida. A usted, a mí o a cualquiera. Cuando estás enfermo, te das cuenta de que tu cuerpo es una unidad de tu cuerpo, tu mente y tu espíritu. La salud es algo maravilloso que nos ofrece una estupenda oportunidad para el diálogo y para que ayudemos a las personas para que estén mejor. Es una de las opciones que tenemos para mejorar alguna de las capacidades del ser humano, como la de no ser indiferente a los demás, ofrecer confianza al prójimo y apoyarlo y cuidarlo. Sé que la salud no es el único camino para lograr estos objetivos, pero es una de las opciones con que contamos. He observado que en el mundo moderno y en Occidente, cuando quieres establecer un diálogo con tantas culturas y puntos de vista diferentes, siempre puedes hablar sobre la salud y todo el mundo estará interesado. La vida, la muerte y la esperanza siempre nos inquietarán.

¿Cuáles fueron las principales cuestiones tratadas en el Capítulo General del pasado septiembre, del que salió usted elegido para este cargo?

Hablamos mucho sobre la diversidad de la familia dominica, formada por hermanos, hermanas y laicos. Tenemos que apoyarnos entre todos para encontrar nuestra complementariedad para predicar.

Puede encontrar el artículo completo en el número 2.740 de Vida Nueva.