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Revista CR: Servir. “Os he dado ejemplo para que hagáis lo mismo que yo he hecho” (Jn 13,15)

3 de marzo de 2021

Revista CR: Servir. “Os he dado ejemplo para que hagáis lo mismo que yo he hecho” (Jn 13,15)

Durante la cena, […] se levantó de la mesa, se quitó el manto, y tomando una toalla, se ciñó. Después echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba ceñida. (Jn 13, 2. 4-5)

         Jesús se arrodilla ante el hermano, es el amor el que se hace servidor -habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (Jn 13,1b)

         El gesto de servir, es un signo de amor, es la expresión, palabra, de lo que es y significa el ser humano. Desde el evangelio se puede afirmar que nadie es más que nadie, todos hijos del mismo Padre, hermanos; nadie puede despojar al ser humano de su dignidad. Y aquellos más vulnerables son los primeros que precisan de atención y reconocimiento, reconocer la dignidad del otro es una afirmación de la propia dignidad.

         Con fecha 3 de octubre del año 2020, firmaba el Papa Francisco en Asís su Carta Encíclica “Fratelli tutti” en la que sobre el servicio leemos: La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio es “en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo”. […] El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la “padece” y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve de ideas, sino que se sirve a personas” (n.115).

         La “solidaridad”, un valor que persigue el bien de todos. El planteamiento y la opción de una vida solidaria es una respuesta cargada de sentido, propia del ser humano, y el servicio es su expresión, la hace realidad. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, era inmigrante y me acogisteis, estaba desnudo y me vestisteis, estaba enfermo y me visitasteis, estaba encarcelado y vinisteis a verme (Mt 25, 35-36). El servicio es la doctrina de Jesús y sus seguidores debemos estar dispuestos a servir, porque amar de verdad es estar sirviendo al otro. Lo mismo que este Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todos. (Mt 20,28)

         Este nuevo año, 2021, queremos afirmar que es mejor servir al hermano que servirse de los hermanos. Para servir es importante la capacidad de acoger (CR nº 538); aceptar al que se sirve y compartir (CR nº 539), poner a disposición de…, desprenderse para… La experiencia del servicio nos invita a contemplar (CR nº 540) porque ¿qué ha pasado? la realidad cambia… es mejor para todos. Que sea éste nuestro deseo. Desear (CR nº 541) el bien, lo bueno, lo justo, para todos. Esta será la temática que abordaremos este año en la revista CR

 

Número 537 (enero-febrero 2021)

           Pensar la vida desde el propio deseo, el exclusivo interés personal, es empobrecerla y es empobrecerse. Pensar la vida con los ojos cerrados para no ver nada y a nadie, es oscurecerla y es oscurecerse. Pensar la vida con un corazón vacío, sin tener presente a los demás, es borrarle el color y es borrar el propio color.

         La vida nos sorprende cuando menos lo esperas, aparece una “luz” que ilumina y nos devuelve el color. Esa “luz”, nos asombra y nos pone delante todo lo que sabemos de nosotros mismos y del mundo, y nos obliga a revisarlo, volver a la realidad y empezar de nuevo sabiendo que no estamos solos; sabiendo que precisamos de los demás. Esta es nuestra realidad.   

         Para ver necesitamos de la luz. El camino oscuro se ilumina con la luz de la palabra divina, “Tú palabra es lámpara para mis pasos, luz en mi senda.” (Salmo 119,105). El camino oscuro se ilumina cuando el  hermano, su servicio,  nos agarra con su mano, nos consuela con su compañía y palabra, nos tiene presente en su corazón del que brota el nombre, tu nombre, tú en color original y único. El camino oscuro se ilumina cuando servimos al hermano agarrándole de la mano, consolándole y teniéndole presente en el corazón del que brota su nombre. El servicio, beneficia a quien lo presta y a quien lo recibe.

         Estaba perdido en aquel aeropuerto. Un contratiempo me obligaba a abandonar la sala de embarque y acudir de nuevo a la entrada principal. El viaje quedaba en suspenso con el riesgo de perderlo. El tiempo ejerce su presión e impide la serenidad necesaria para valorar realmente las posibilidades… “¿Por dónde salir?” Escaleras, pasillos interminables “¿Voy bien?” “¿Será a la derecha o será a la izquierda?” “¡Qué despiste!” … “¡Mira, una empleada del aeropuerto…!” – “¿Por favor, señora, he de llegar hasta la entrada principal, por dónde…?”  - “Sí, en esta dirección y a la altura de… ¡Sígame!” Regresamos hasta la salida de vuelos internacionales y tomamos un tren que nos devolvió al edificio de la terminal donde debía resolverse el contratiempo… Cuando llegamos al lugar… sólo supe decir: - “¡Señora, puedo darle un abrazo!” ... ¡GRACIAS!

          Es la ayuda, el servicio del otro que hace posible la resolución de situaciones que frenan un objetivo que en ese momento es importante. La experiencia de ser ayudado nos pone delante a la persona, la hace grande. La experiencia de ser ayudado se recuerda mucho tiempo, quizá siempre. “Existen infinitas formas, implícitas o explícitas, microscópicas o gigantescas, episódicas o duraderas, superficiales o sustanciales, de aportar a la vida de otra persona algún beneficio, alivio, alegría, esperanza, bienestar, crecimiento intelectual o espiritual, éxtasis. Esta clase de relación no es una excepción angélica en un mundo sórdido lleno de individuos egoístas y agresivos. Por el contrario, se trata de un hecho normal que con frecuencia forma parte de nuestras interacciones cotidianas, que constituyen la base de la bondad. Es prestar un servicio. (Piero Ferrucci)

         El Señor nos dijo “Haced lo que yo he hecho”. Jesús, el Hijo de Dios, con su palabra y con sus hechos dejaba patente la realidad y grandeza del servicio, esa simple respuesta a la demanda del perdido, del necesitado, es salvación y sanación. Esto enriquece la vida, pone luz y color a la vida… y a todos beneficia, entendiendo “beneficia” al hecho de volvernos más espontáneos y dispuestos a escuchar, atender, servir a los demás. Y no se trata del tamaño de la acción, se trata de la calidad de la acción, acción determinada en un momento concreto, realidad precisa… y aparece el hermano… ¡GRACIAS!

         Somos siervos y podemos colaborar a romper todo obstáculo que interrumpe la marcha, el camino, la vida de los demás y la propia… El servicio, la mano extendida, puede sacarnos de un presente obstinado que oculta el futuro que es más grande. Nuestra vida tiene sentido no sólo por lo que ya fue, sino por lo que será; valemos por lo que esperamos.

         Servir, requiere de unas peculiaridades, una forma de hacer que lo legitima y da sentido, que no menosprecia ni molesta, sino que dignifica. De alguna manera, para servir “pedir permiso” … y atender la necesidad del afectado, no lo que yo creo que necesita.  El ángulo o perspectiva del necesitado no es la misma que la del que ayuda.  Remitir al propio necesitado, como hacía Jesús, es una manera de reconocer su valía, su dignidad, reconocer su merecimiento (cfr. Mc 10, 46-52; Lc 7,50). El servicio, el de verdad, brota del amor. Ese amor que permite al otro ser como es, que es incondicional y desinteresado (cfr. 1Cor 13, 1-8). Por tanto, es mejor abstenerse de servir si esperamos recompensa, agradecimiento, si pensamos que: “si no fuera por mí…”, si nos creemos con derechos sobre los demás, si vamos presumiendo, “dando testimonio” de perfección y superioridad.

         ¿Qué está ocurriendo? ¿De qué somos testigos en la realidad que vivimos –COVID_19-? Somos testigos que en vez de servir a los demás, nos servimos de los demás. Hoy, en nuestro contexto de necesidad y de sorpresa, el virus no llamó a la puerta antes de entrar y si lo hizo estábamos demasiado ocupados en nuestras cosas, nos descubrimos desamparados y vulnerables y aquellos, sin distinción de ideologías y tendencias, en los que   depositamos nuestra confianza, que se supone están al servicio del pueblo, descubrimos, con dolor, que no es así, sino que están sirviéndose de los demás, su ansia de poder les ciega y obnubila.

         Servir a otros procurando el bien es la esencia de la vida.  Dice un dicho común que quien no vive para servir, no sirve para vivir.

         ¿De qué somos testigos? De la capacidad, sensibilidad, disponibilidad, humanidad, de la puesta en marcha de sencillas e importantes iniciativas, de unos profesionales, de una ciudadanía, de un servicio y un servir que acompaña, alimenta, sana y salva: evangelio. 

         “Quién es el más importante?   - ¿De qué hablabais por el camino? Se quedaron callados, pues por el camino iban discutiendo quién era el más grande. Se sentó, llamo a los Doce, y les dijo: -El que quiera ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos. (Mc 9, 33-35).

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