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Hacia una espiritualidad del Gobierno: Libertad y responsabilidad dominicanas

3 de abril de 2017

Hacia una espiritualidad del Gobierno: Libertad y responsabilidad dominicanas

Carta del Maestro de la Orden fray Timothy Radcliffe sobre el gobierno de la Orden de Predicadores.

Domingo nos fascina por su libertad, la de un predicador itinerante pobre, libertad para fundar una Orden distinta de las que existían hasta entonces. Se sintió libre para dispersar la pequeña y frágil comunidad que había reunido en torno a sí mismo y enviarla a las Universidades, libre para aceptar las decisiones de los hermanos reunidos en Capítulo, incluso cuando no estaba de acuerdo con ellas. Era la libertad de una persona compasiva, que se atrevió a ver y a reaccionar.

Santo Domingo un hombre de libertad y gobierno

La Orden floreció siempre que vivió con la libertad de corazón y de espíritu de Domingo. ¿Cómo podemos renovar hoy esta libertad, que es propia y profundamente dominicana?. Tiene varias dimensiones: simplicidad de vida, itinerancia, oración. En esta carta quisiera centrarme concretamente en uno de los pilares de nuestra libertad: el buen gobierno. Estoy convencido, después de haber visitado no pocas Provincias de la Orden, de que la libertad dominicana típica se manifiesta en nuestra manera de gobernar. Domingo no nos dejó una espiritualidad contenida en una colección de sermones o de textos teológicos. En lugar de eso hemos heredado, de él y de los primeros hermanos, una forma de gobierno que nos libera para responder con compasión a los que tienen hambre de la Palabra de Dios. Cuando ofrecemos nuestra vida para la predicación del evangelio, tomamos en nuestras manos el libro de la Regla y las Constituciones. La mayor parte de las Constituciones se refieren al gobierno.

Puede parecer sorprendente. En la cultura contemporánea se admite generalmente que el gobierno consiste en controlar, en limitar la libertad de los individuos. Y en efecto, ¡muchos dominicos podrían caer en la tentación de pensar que la libertad consiste en evadirse del control de los superiores entrometidos!. Pero nuestra Orden no se divide en "gobernantes" y "gobernados". El gobierno nos capacita más bien para compartir una responsabilidad común a nuestra vida y misión. El gobierno está en la raíz de nuestra fraternidad. Nos forma como hermanos, nos libera en orden a ser "útiles a las almas de los prójimos". Cuando admitimos a un hermano en la Orden, expresamos nuestra confianza en que va a ser capaz de ocupar su lugar en el gobierno de su comunidad y Provincia, en que contribuirá a nuestras deliberaciones y nos ayudará a llegar a conclusiones fructíferas y a ponerlas en práctica.

Nuestra edad está tentada por el fatalismo, por la creencia de que frente a los problemas de nuestro mundo no podemos hacer nada. Y esta pasividad puede contagiar también a la vida religiosa. Compartimos la libertad de Domingo cuando, movidos por la urgencia de predicar el evangelio, nos atrevemos a tomar decisiones difíciles, bien sea emprender una nueva iniciativa, cerrar una comunidad o sobrellevar un apostolado difícil. Para mantener viva esta libertad es necesario un buen gobierno. Lo contrario a gobierno no es libertad sino parálisis.

En esta carta no intentaré hacer observaciones detalladas sobre la aplicación de las Constituciones. Esto compete a los Capítulos Generales. Quisiera más bien señalar cómo tocan las Constituciones algunos de los aspectos más profundos de nuestra vida religiosa, como son nuestra fraternidad y nuestra misión. No es suficiente aplicar las Constituciones como si fueran simplemente un conjunto de reglas. Tenemos que desarrollar lo que podría llamarse una "espiritualidad del gobierno", que nos ayude a crecer juntos como hermanos y como predicadores.

Estos comentarios se basarán en mi experiencia en el gobierno de los hermanos. Por eso, lo que diré no siempre será aplicable a las otras ramas de la Familia Dominicana. Pero espero que sea útil para nuestras religiosas contemplativas, para las de vida activa y para el laicado, que tienen que hacer frente a retos semejantes.

"La Palabra se hizo carne y puso su Morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad" (Juan 1,14). Estas palabras de Juan ayudarán a estructurar estas sencillas reflexiones acerca del gobierno. Puede parecer absurdo elegir un texto tan rico teológicamente como base de una exploración acerca del gobierno. Quiero evidenciar que el reto de un buen gobierno consiste en encarnar en nosotros esa gracia y esa verdad...

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