Día séptimo

Comienza tu oración con la postura y el modo que más bien te haga. Puedes recitar alguna oración breve: "Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus hijos", u otra que te haga bien. Es bueno intentar que todo tu ser esté en la presencia de Dios.

 

Tema: dialogar

Para vivir unidos, no tenemos más remedio que dialogar: con personas concretas, en grupo; entre las naciones, religiones.

No hay problema que no pueda tener alguna clase de solución. No hay más remedio que intentar construir puentes.

La tragedia de muchas personas, de muchos grupos es la falta de comunicación.

  • Comunicación auténtica. Hoy hay una inundación de comunicación anónima. Hablar mucho y no decir nada. oír sin escuchar. Encontrarse las personas sin hacer contacto o evitando el contacto ¡!!!!.
  • El diálogo auténtico siempre es fecundo. Tendría que ser algo normal y natural, sobre todo los que viven junto

La proximidad crea respeto, y a veces separa. Demasiada familiaridad puede crear retraimiento.

Qué triste padres, hermanos, en la misma casa o trabajo: todo el día juntos y apenas si hay contacto. Es más, cuando hay algún contacto y otros no lo tienen ello influye negativamente en el todo: cuando un miembro está enfermo: todos los miembros padecen algo: Ej. El padre que se entera que su hijo se ha separado vía telefónica por medio de un amigo. Proximidad física y reserva-distancia afectiva. Presencias sin contracto; parentesco sin entenderse.

Lo importante para el diálogo es el CLIMA: que el otro no me "muerda": tengo que respetar al otro, a su persona y a lo que me dice.

Dialogar es ejercer la FE: Dios es el que puede unir las distancias entre persona y persona: es el "puente". Dialogar no puede ser condenarnos unos a otros, no es una discusión, no es un debate; no se trata de convencer. Se trata de intentar ENTENDER AL OTRO y que EL OTRO ME ENTIENDA A MI.

Al dialogar ni defiendo ni ataco: expongo, escucho. Intentar "sentir como él siente". Intentar ponerme, pues, en la piel del otro.. Alegrarme que el otro se revele, me revele su pensar y sentir; alegrarme de poder revelarme yo al otro o a los otros: mi pensar y mi sentir: mis penas y mis alegrías. No estamos hablando en teoría: se hace, más de lo que creemos. Es una de las cosas más hermosas que podemos vivir los seres humanos: comunicarnos con empatía, acogiendo al otro o a los otros. Crear un clima de afectividad que es difícil de explicar si no se vive.

Es una alegría poder revelarse a alguien que no me ataca. Recuerdo a una señora que entro en el despacho parroquial: me habló más de dos horas seguidas. Yo no hacia más que mirarla a los ojos, intentar "sentir con lo que ella me decía". Cuando vi. que terminaba la pregunté: "Qué puedo hacer por usted?". NADA, me respondió, "ya lo ha hecho: ME HA ESCUCHADO". Me dio la mano y no he vuelto a ver a esa señora. Fue una gran enseñanza para mí.

El diálogo es el alimento de la vida común. Imprescindible en las Parroquias, en las comunidades, en la familia, en el mundo del trabajo.

Hay que entender que el fin del diálogo no es una política común, sino PARA ENSEÑARNOS A VIVIR SIN ELLA. No es para hacernos iguales, sino para aceptar nuestras diferencias. Y de este modo, alcanzaremos cierta uniformidad, unanimidad en algunas materias. Muchas quedarán en el aire, pero si hemos de vivir juntos, necesitamos hablar, escuchar. El diálogo no acaba nunca. De esto saben mucho las personas que tienen amigos de verdad.

No puedo convertir el diálogo y mi testimonio en proselitismo, ni mis experiencias en "proyectiles". Dar testimonio es bueno, pero con toda la suavidad que pueda.

Así se evidencia que el dialogo es una educación de la persona: nos hace más abiertos, más atentos. MÁS EDUCADOS. Es la mejor escuela del carácter. Donde hay MIEDO no hay diálogo. "Los otros no son el infierno".

Conclusión: Siempre me debía interpelar la contestación a la pregunta: ¿Con quién no puedo dialogar?