Dom
8
Jul
2012

Homilía XIV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2011 - 2012 - (Ciclo B)

Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Desarrollando lo dicho hasta aquí y llevándolo a la iluminación de las lecturas de éste Dom. XIV podríamos enunciar algunas pautas.

  •  ¿De dónde saca todo eso?

En primer lugar llama la atención el comportamiento, en este caso, de la gente de Nazaret ante el profeta del cual cualquier otro recibe misión y apoyo. Es una constante de incomprensión y rechazo a la iniciativa de Dios; Jesús de Nazaret morirá en la cruz y ungirá a todos aquellos que quieran continuar su obra para que sean fieles a tan misericordiosa iniciativa.

Los que creían conocerle (así lo afirman desde su cerrazón incapaces de, al menos, rastrear su historia que ya les hablaba del que “habría de venir”) reconocen que habla con una sabiduría extraña y especial que no es común sino más bien original, pero sabiduría. Los signos que realiza los consideran milagrosos y es como uno del pueblo: allí están sus familiares, su madre y sus hermanos, y tiene el oficio de carpintero. Aun así desde su creencia les resulta escandaloso. Jesús declara la situación con aquel dicho: “a un profeta sólo lo desprecian en su pueblo, entre sus parientes y en su casa”. Fueron incapaces de transcender y de verlo desde la finura del espíritu.

Impresiona detectar que desde la cercanía: el sentirse muy “amigo” de Jesús, el ir a misa los domingos, tener algún familiar sacerdote o religioso/a, el tener una “cultura” cristiana, haber estudiado en un colegio de identidad cristiana, pertenecer a algún grupo parroquial o de otro rango elevado, el ser sacerdote o religiosos/as… no acredita el ser creyente como él pretende. Es más, se ve cómo todo ello puede dificultar a tal grado, como en Nazaret, que no se pueda hacer entre nosotros lo que sería un milagro (o muchos) a causa de nuestra incredulidad; hasta se extrañará de nuestra falta de fe. Sobre todo el milagro de una auténtica conversión y una entrega generosa a la más alta de las causas: el ser sembradores del Evangelio en el mundo que nos toca vivir.

  • Sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.

En este domingo, en la Eucaristía que queremos celebrar y desde nuestra situación, sería oportuno plantearnos y analizar con claridad el perfil de profeta que pretende Jesús; ver hasta dónde el sentido de profeta enviado está siendo operativo, personal y comunitariamente, en nuestro medio. Esto con la idea de no caer en la tentación de sentirnos demasiado bien, constructores de la nueva humanidad. En concreto: ver, por si acaso, si no pasamos de ser cristianos vulgares domesticados por una cultura anestesiante y paralizados y enfermos en la facultad más rica del ser humano, la de nuestra conciencia de lo trascendente.

¿Qué sería lo que nos capacitaría o nos ayudaría a crecer en el espíritu de Jesús? En primer lugar el deseo de búsqueda de la verdad, el ser sinceros con nosotros mismos. En el Evangelio hay muchos encuentros de gente que buscaba y llegaron a encontrase con Jesús, otros no lo lograron ¿porqué?... Por citar algún caso: el joven rico; la samaritana que andaba buscando dónde adorar a Dios; la Magdalena que no sabía lo que sentía cuando lo veía y escuchaba; los apóstoles con sus ímpetus de seguirle o sus decepciones y abandonos y hasta traiciones; las experiencias de la primera iglesia; la historia de la iglesia que, si es cierto, y la historia nos lo aclara, que sí ha tenido sus fallos, no se puede dudar de los aciertos de sus testigos en la contribución a crear un mundo más humano; el testimonio de los mártires hasta dar la vida por ser fieles a Jesús; y en el día de hoy cómo ignorar a tantos creyentes que en su empeño por llevar el Evangelio con la verdad de sus obras a lugares lejanos y cercanos desgastando sus vidas en el día a día de generosidad y entrega, cómo ignorar a la gente sencilla que en sus hogares viven y transmiten la fe a las nuevas generaciones… Tampoco se puede ignorar a alguno de los llamados “no creyentes” (qué dados somos a poner etiquetas) que buscan y no encuentran pero que en la fidelidad a sus luces saben que en la solidaridad, en la ayuda a compartir… hay una orientación hacia la verdad y el amor transcendentes.

Pasarse la vida enjuiciando a los demás, mirando a los aspectos negativos que desgraciadamente en nuestro mundo abundan, lo único que puede conseguir es caer en las mismas torpezas. Se dice que las enfermedades se contagian pero la salud no. Lo importante es entrenar en la autenticidad y el compromiso.

  •   "Esto dice el Señor

Celebrar la Eucaristía nos exige contemplar para actualizar lo que la Palabra presenta; siempre habrá oportunidad pero la Eucaristía es el lugar privilegiado. Nos presenta:

Ezequiel recibe el Espíritu y le pone en pie para anunciar y demostrar que en el pueblo, haga caso o no, hay un profeta. El profeta es un enviado de Dios, lo acepta y lo demás corre por cuenta del mismo Dios. Nos podemos preguntar por las disposiciones personales para lograr lo que Dios pretende. Personalmente es un hombre con una mínima visión de la historia de la salvación que le ha cautivado y dado sentido a su vida; ello mismo le habrá creado una actitud de amor hacia su pueblo y el deseo de hacer algo por él… Es cuando Dios lo trae al vértice de sus dones para la misión.

San Pablo tal vez en alguna ocasión pudo “ufanarse” de sus éxitos, pero la extensión de su conversión le lleva a reconocer sus limitaciones y debilidades. Lleno de “aguijones” es capaz de reconocer las debilidades de los demás y saber que toda la tarea es obra de Dios; lo que queda al “señalado” es el ser sincero manifestado en su lucha y esfuerzo por lograr fidelidad. Un profeta no puede ser presumido y menos abandonado en sus capacidades. Recordar las recomendaciones que le hacía a Timoteo: "proclama la Palabra, insiste a tiempo ya destiempo, reprende, corrige, exhorta, con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros con la idea de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y volverán a las fábulas".

En el Evangelio de hoy Jesús se extraña de la incredulidad de sus parientes y paisanos. Todos los juicios de Jesús sobre los demás no son de crítica o despectivos, más bien son diagnósticos del estado de las personas y grupos del pueblo. Jesús, prototipo del Profeta/Enviado, siempre se desenvolvió con amor, comprensión, cercanía, paciencia… hasta pedir disculpas al Padre, en el momento definitivo, porque no “saben lo que hacen”. El profeta vive en la aproximación al vértice del encuentro/misión…

Un profeta para nuestros tiempos deberá estar muy abierto al Don de Dios e inteligentemente salirse de toda complicidad con los "seudovalores" (filosofías extrañas, organismos, instituciones, estructuras... sociales y "pastorales") que impliquen daño a la libertad y búsqueda de la verdad del hombre de hoy. Y hasta donde se pueda comprometerse con la causa del Dios de la misericordia; es decir: con los más pobres del corazón, del espíritu, con los que tienen hombre y sed de justicia, con los perseguidos... Para rescatarles de los que abusando de su ignorancia se aprovechan y seducen en provecho propio...