Dom
3
Feb
2019

Homilía IV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)

Te constituí profeta de las naciones

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oir

Así empieza   el  relato evangélico que nos propone la liturgia de este domingo, continuación   del evangelio del pasado domingo,   En él veíamos a Jesus  en la Sinagoga de su pueblo, Nazaret, interpretando  un texto del Profeta Isaías, que viene a ser un diseño de  la figura del  Mesías, Al volver hoy  sobre el mismo tema, la Iglesia quiere subrayar la importancia del mensaje que el evangelista Lucas propone al inicio de su evangelio,  que viene a ser la presentación de la actividad pública de Jesús, lo que podríamos llamar el programa de su acción mesiánica.

El relato es el siguiente: Jesús  entra en la sinagoga de Nazaret, es un sábado, y  es invitado a leer un texto de la escritura del profeta Isaías (6,1-2) que dice así: El Espíritu Santo está sobre mí, me ha enviado a dar una buena noticia… Jesús se presenta como alguien movido por el Espíritu, no está  motivado por su propio criterio o por intereses humanos, actúa movido por lo más profundo de su personalidad, se puede decir que deja que Dios viva y actúe en él. Por eso no es de extrañar el interrogante de  sus paisanos  extrañados, cuando dicen ¿pero no es éste el hijo del carpintero?

El texto  habla de  liberar a los oprimidos y a los cautivos, de anunciar la buena noticia a los pobres, de  dar vista a los ciegos y de proclamar un año de gracia del Señor. Pero Jesús abiertamente omite un párrafo de relato del profeta Isaías que habla del “día de la venganza de nuestro Dios”. La razón es que Jesús al referirse al Padre quiere desterrar la ambigüedad del lenguaje de la Escritura antigua, cargado a veces de palabras contradictorias, como  bendición y  maldición o  gracia y castigo, ya que no es este el lenguaje nuevo de Jesus en su evangelio que viene a mostrarnos un Padre  cercano, que es Dios y es sobre todo amor, compasión, gracia y bondad gratuita.

También Jesús les hace ver que la liberación no es exclusiva para el pueblo judío, sino para todos los hombres de buena voluntad, y para ello cita a dos personajes de la Escritura que recibieron el favor del Dios de Israel como fueron la viuda de Sarepta o Amán el sirio, ambos extranjeros y paganos, para hacer ver a aquellos buenos galileos que le escuchan, que Dios también se preocupa por sus hijos aunque no pertenezcan al pueblo elegido de Israel, porque Dios no se ajusta a nuestros esquemas y discriminaciones, ya que todos somos sus hijos y Él, que es misericordioso, no abandona a nadie.

Por todo esto, el entusiasmo inicial de sus paisanos se fue cambiando en rechazo y violencia, hasta el punto de echar a Jesús de la Sinagoga. Lucas nos dice que le empujan hacia un barranco con intención de despeñarlo, pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba. Estas últimas palabras sugieren una interpretación teológica por parte del evangelista, que ve en este hecho una imagen de la  muerte y resurrección de Cristo como expresión profética de su misión redentora.

Volviendo al mensaje programático que Jesús hace de su misión en la Sinagoga de Nazaret hay que señalar la frase final de este relato “Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír”.

Es muy interesante el detenernos en la primera palabra de esta frase, “Hoy”, porque es una interpelación atemporal dirigida a  todos los creyentes, de entonces y de ahora. Entenderlo así es la principal enseñanza que debemos sacar para entender que sigue vigente su tarea mesiánica “aquí y ahora”. Es verdad que se realiza en otro contexto, en un mundo y una sociedad diferentes, pero el Espíritu  que habitaba en Jesús sigue siendo una presencia viva “hoy” en los hombres y mujeres de buena voluntad. Esta es la clave de la fe  cristiana y desde ella debemos entender la “misión” de Jesús de Nazaret  en el mundo que nos toca vivir.

En la segunda lectura  de este domingo  nos encontramos con un texto conocidísimo del apóstol  Pablo a la naciente comunidad de Corinto. Es una de las páginas más conocidas del Nuevo testamento por la belleza de su contenido que describe los diferentes matices o cualidades del amor, por eso se suele elegir en las celebraciones del matrimonio. Pablo escribe esta carta  por razones muy diferentes a las recomendaciones que podemos ofrecer  a los nuevos esposos, pues en aquellos días la naciente Iglesia de Corinto no era precisamente un ejemplo de amor y armonía fraterna. La comunidad de Corinto no había entendido que el mandato del amor debía ser el sello de aquellos que empezaban a llamarse cristianos. Por eso Pablo, con cariño pero también con  energía, reprender a sus amigos de Corinto para dejar bien claro que una comunidad que se considere cristiana debe de estar fundamentada en el amor, señalando que entre los valores más apreciados del ser humano está el amor.

Si la liturgia  de este domingo nos propone esta lectura de la primera carta a los Corintios es para que los cristianos de hoy, en un contexto diferente,  trabajemos  por una sociedad más justa, más fraterna y liberadora siguiendo el proyecto de Jesus fundamentado en los valores del evangelio como expresión del amor recibido de Dios a través de Jesús.  

Por eso la caridad, término  que empezó a emplearse por los primeros cristianos para referirse al amor especial de Dios para con los hombres tenía que llega  hasta el sacrificio  de dar la vida por los demás si era preciso., porque era el mandato del Señor, la forma de identificarse  con El.  San Juan lo dice así: “Tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna".(Juan, 3:16). Por eso al analizar el proyecto mesiánico de  Cristo  solo se entiende a través del amor.