Dom
29
Jun
2014

Homilía San Pedro y San Pablo, Apóstoles

Año litúrgico 2013 - 2014 - (Ciclo A)

Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia

Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)



Primera lectura: (Hechos 12,1-11)

Marco: El capítulo 12 de los Hechos forma parte de la sección que se podría titular «bajo el signo de la persecución.»

Reflexiones:

1ª) ¡Os perseguirán por mi nombre!

Herodes mandó detener a Pedro. En la Iglesia primitiva había diversas formas de comprender la nueva realidad cristiana en el marco de judaísmo. Los así llamados judeocristianos eran partidarios de seguir cumpliendo la ley de Moisés en lo que se refería a la circuncisión, templo y otras prácticas judías. Estos no fueron molestados hasta más tarde. Por otra parte, Pedro, Santiago y Bernabé pertenecían al grupo que consideraba la novedad del cristianismo con fuerza y no se sentían tan ligados a las antiguas prácticas. Representaban una línea más abierta en la comunidad (cf. Hch 10 y 11). Finalmente, el grupo dirigido por los helenistas, cuyo portavoz era Esteban, que estaban más dispuestos a distanciarse de esas costumbres y obligaciones porque ya no las consideraban necesarias para la salvación (Hch 7: el discurso de Esteban). Cristo es el único y último Salvador de todos. Esto explica que Herodes mandara decapitar a Santiago y encarcelase a Pedro con la misma finalidad. Con estos dos acontecimientos, la palabra anunciada por Jesús comienza a cumplirse (Mt 10,16ss). A la luz del Nuevo Testamento, una de las características esenciales de la Iglesia es ser, como su Maestro y Cabeza, martirial. Hoy como ayer es necesario vivir esta realidad de la Iglesia y estar preparados para el martirio cruento.

Segunda lectura: (2Timoteo 4,6-8.17-18)

Marco: El autor de la carta pone en boca del apóstol un testamento valioso por su contenido y por algunos pensamientos de especial significación.

Reflexiones

1ª) ¡Ha combatido bien su combate, ha corrido hasta la meta!

Ahora me espera la corona merecida... Es frecuente en la Escritura y en la literatura entre los dos Testamentos presentar en forma literaria de testamento o discurso de despedida y mensaje final los sentimientos de los grandes personajes de la historia de Israel: Jacob (Gn 49); Moisés (Deuteronomio); Samuel; Jesús (Jn 13-17); Pablo (Hechos 20,17-38); Testamento de los Doce Patriarcas; etc. Evocación de la fidelidad de Pablo hasta el final de su vida con expresiones como combate, lucha, victoria y coronación. Este itinerario es elegido por el autor con la intención y finalidad de presentar su vida como modelo a imitar (que es una de las características esenciales de los discursos de despedida) (cf. Hch 20,17-35: Testamento pastoral de Pablo). Los sucesores han de llevar, por el mismo camino y con el mismo talante, la obra hasta el final. La misión permanece abierta al futuro que está garantizado si todos trabajan en comunión y movidos por un mismo Señor y un mismo ideal. La referencia a la gran esperanza que movía al apóstol es un acicate y una exhortación para los misioneros del presente que han de trabajar con la misma generosidad y entrega que el maestro y modelo (Flp 1,27-30).

Evangelio: (Mateo 16,13-19)

Marco: El contexto amplio de este fragmento que ahora proclamamos lo constituye una serie de relatos que Mateo ha organizado en este conjunto narrativo que precede al discurso comunitario. El tema podría titularse: la Iglesia, primicia del reino de los cielos. Este episodio es entendido como central en la vida y ministerio de Jesús por todos los evangelistas. Supone un punto de llegada importante en el reconocimiento de su misión por los discípulos y, a la vez, un punto de partida ascendente en su camino hacia la cruz y la gloria.

Reflexiones

1ª) ¡Jesús pregunta sobre la opinión que la gente tiene de él!

¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Llamativa y sorprendente actitud de Jesús. ¿Quién tiene interés en estas preguntas? ¿Fue Jesús realmente el que planteó estas preguntas a los discípulos? O, dicho de otra manera, ¿tenía Jesús algún interés en saber lo que las gentes opinaban de él? ¿Para qué? ¿Fue acaso la comunidad posterior a la Pascua la que se encuentra con estas preguntas y respuestas? En todo caso, la figura de Jesús ha suscitado siempre inquietantes preguntas. El relato evangélico está sembrado de estas preguntas sobre Jesús. De tal manera que bien podríamos decir que tanto el evangelio de Marcos como el de Juan penden y se estructuran sobre esta pregunta fundamental: ¿Quién es Jesús? ¿Quién es este hombre que dice ser Hijo de Dios? En todo caso es curioso observar que todas las respuestas corresponden a las esperanzas de Israel. Las respuestas revelan las esperanzas que las gentes abrigaban.

2ª) ¡Pregunta directa de Jesús a sus discípulos!

Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús quiere saber dónde se encuentran sus discípulos en la comprensión de su persona y de su misión. Es delicado leer una página de los relatos evangélicos que hoy tenemos entre manos porque se entrecruzan tres planos armónicamente expresados en el texto, pero que suscitan no pocas dificultades para su comprensión. Mateo escribe para una comunidad que cree ya en la realidad mesiánica y divina de Jesús. El propio Mateo comparte esta convicción. Pero esto ha supuesto un proceso lento que arranca especialmente de la Pascua y del don del Espíritu. ¿Qué confesó Pedro en el momento en que Jesús le pregunta en Cesarea de Felipe? Una respuesta que desborda sus esperanzas mesiánicas. Israel espera la llegada de un Mesías con determinadas características. En ese Mesías cree Pedro quien, además, pudo pertenecer a algún movimiento de liberación por medios más o menos violentos. El Mesías procedía de la dinastía real davídica. El rey en Israel era considerado como hijo adoptivo de Dios de modo singular por ser el encargado de dirigir los destinos del pueblo de Dios. Pero la respuesta de Pedro alcanza más lejos, al menos en el modo como lo expresa Mateo. Esta realidad que desborda la comprensión judía del Mesías es el reconocimiento de que es realmente el Hijo de Dios de un modo único, singular e irrepetible. Así lo cree Mateo. La respuesta de Pedro que hoy leemos alcanza a la misión y a la naturaleza misma de Jesús como Mesías e Hijo de Dios. Hoy somos invitados, en medio de nuestras dudas y búsquedas, a dar el salto necesario que, partiendo de la humanidad de Jesús, alcance a su verdadera naturaleza y que fundamenta realmente la esperanza de la humanidad. Los discípulos de Jesús, mediante la palabra y el testimonio coherente, podemos ofrecer al mundo la clave para interpretar los avatares de su historia y encontrarles el verdadero sentido.

3ª) ¡La confesión de Pedro es objeto de una bienaventuranza!

Jesús le respondió: Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. El narrador recoge una escena de un valor histórico y teológico importante. Se encuentran unidas e inseparables en la intimidad de Pedro dos apreciaciones y concepciones muy distintas por no decir antagónicas. Pedro espera un Mesías político-nacional que libere a Israel de las manos de los romanos sentándose en su trono Jerusalén desde donde dominar sobre todas las naciones de la tierra. Para ello se esperaba un Mesías invencible militarmente. Y Pedro ha compartido esta esperanza de modo singular en su patria galilea donde los movimientos revolucionaros con ansias de esa liberación emergían de cuando en cuando con singular virulencia. Al reconocer en Jesús otra perspectiva nueva, es señal inequívoca de que en Pedro se ha producido una presencia especial del Espíritu. Y eso es lo que declara Jesús como una bienaventuranza: que el Padre (que es quien da el Espíritu) ha iluminado a Pedro para descubrir en la humildad visible del profeta de Nazaret al enviado especial y definitivo de Dios. A partir de esta confesión, la Iglesia seguirá ahondando en la figura de Jesús hasta llegar a la convicción que recoge en el texto actual Mateo. Pedro es proclamado dichoso porque supo superar el escándalo de la encarnación en la humillación para elevarse a los planes más altos de Dios en la historia de la salvación. Hoy como ayer es necesario superar los obstáculos y dificultades para alcanzar el verdadero proyecto de Dios sobre los hombres. Es necesario que la Iglesia y cada uno de los creyentes asumamos la confesión de fe de Pedro y la actualicemos constantemente. Sólo así mereceremos también la congratulación de Jesús y, en consecuencia, los hombres y mujeres de nuestro tiempo podrán entrar más fácilmente en el Evangelio de la salvación proclamado por Jesús.

4ª) ¡La gran promesa de Jesús a la Iglesia a través de Pedro!

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia... Jesús quiere edificar la Iglesia sobre la roca-piedra que es Pedro. El sentido sería el siguiente: sobre la confesión de Pedro se edifica la Iglesia. Pedro ha confesado que Jesús es el verdadero y definitivo enviado del Padre para la salvación del mundo (Mesías) y es el verdadero y real Hijo de Dios. Esta es la roca sobre la que se edifica la Iglesia. Pedro ha sido el portavoz, el que hace de instrumento del Padre. Y esta roca firme –Jesús y la fe en Jesús– es el cimiento de la Iglesia que desecharon los arquitectos. Esta Iglesia permanecerá para siempre. Una Iglesia que comienza su andadura en la tierra y se prolonga eternamente en el cielo en la ciudad celeste habitada por gentes procedentes de todo el mundo (Ap 7,9s). Te daré las llaves del reino. Las llaves simbolizaban el control del palacio del rey. Ahora es Jesús quien habla de llaves a Pedro. Siguiendo la costumbre egipcia, y el texto de Isaías, entendemos que Jesús nombra y declara solemnemente que Pedro es el vizir del Reino de los cielos, el plenipotenciario elegido por Jesús. Esta misión es ampliada, según el propio relato mateano, a todo el grupo apostólico (Mt 18,18). Siguiendo el pensamiento rabínico, en el que se utiliza la misma imagen para describir y definir la autoridad universal del sanedrín, quiere decir que la autoridad de Pedro no tiene fronteras. Los rabinos decían que el sanedrín gozaba del privilegio de atar y desatar en materias jurídicas y religiosas en todo el mundo. Pedro recibe una autoridad que se extiende por todo el mundo y es válida para toda la Iglesia. Hoy encuentra esta realidad graves dificultades. No es fácil a los hombres y mujeres de nuestro tiempo aceptar la autoridad universal de la Iglesia en las materias que le corresponden. Confiesan que les es más fácil creer en Dios e incluso en Jesús, que en la Iglesia. Ciertamente la credibilidad de la Iglesia que, en los planes de Jesús, es la continuadora de su misión en el mundo, no es fuerte hoy.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
(1937-2019)