Dom
17
Ago
2025

Homilía XX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

He venido a prender fuego

Pautas para la homilía de hoy

Evangelio de hoy en vídeo

Reflexión del Evangelio de hoy

El Evangelio que nos propone hoy Lucas nos presenta a Jesús que nos transmite un mensaje de misericordia, pero este mensaje no es ni mucho menos condescendiente. Más bien al contrario, es exigente. Merece la pena seguir el camino que nos propone, pero no podemos autoengañarnos pensado que todo será sencillo. Jesús nos describe la dureza de este camino con palabras que nos pueden escandalizar: “Yo he venido a traer fuego a la tierra, no penséis que he venido a traer la paz, he venido a traer la división...” (Lc 12, 49-51). Pero estas palabras hay que leerlas con mucho cuidado porque se pueden malinterpretar, porque podemos pensar, por ejemplo, que Dios es violento o que incita a la violencia o a la guerra: “pensáis que he venido a traer al mundo paz! No, sino división”. (Lc12,51)

Entonces, cómo entender este texto.

Hay que entender que Jesús es un hombre de paradojas porque promete la paz, dice que es “manso y humilde de corazón” (Mt 11,29), pero en este texto señala que ha venido a traer división: “he venido a prender fuego en el mundo: y ojalá estuviera ya ardiendo”, o cuando indica que “desde ahora estarán divididos cinco en una casa…: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre…” (Lc 12, 52-53)

No es que Jesús sea violento, de hecho, nos dice “mi paz os dejo, mi paz os doy” (Jn 14,27), lo que Jesús no quiere es una falsa paz, no nos podemos quedar neutrales ante la figura de Jesús y su mensaje. El evangelio es un programa para fuertes que implica comprometerse. Si lo pensamos bien, cualquier cristiano puede vivir tranquilamente si no nos metemos en temas controvertidos como pueden ser la defensa de los derechos humanos u otro tipo de temas de esa índole y que a determinados poderes no les gustan. Si no tocáramos esos temas, todos los cristianos podríamos vivir en paz, ¿pero será esa una verdadera paz?, ¿será eso lo que Dios quiere? Por eso dice Jesús: “no he venido a traer la paz sino a sembrar división” (Lc 12, 51). Pero es que a Jesús le interesa el doble mensaje, no sólo el de la pasividad, sino también el mensaje que causa división porque remueve las conciencias y los corazones de las personas.

Jesús es humilde pero también es apasionado. Dios no es un Cristo acaramelado, dulzón, que no va a denunciar eso que nos causa incomodidad. 

Nos podemos preguntar, a la luz del evangelio: ¿Qué pasaría si evitáramos decir la verdad, solo para quedar bien con los demás?, ¿y si omitiéramos ciertas denuncias, ciertas correcciones sólo para no caer mal a los demás?... Si es así, no estaríamos siendo fieles al mensaje y al ejemplo que Jesús nos ha dado. Hay que transmitir el ejemplo completo de Cristo y eso incluye denunciar, corregir eso que está mal. No podemos callarnos una verdad, aunque eso incomode muchas veces al destinatario. 

Tenemos que ser cristianos completos, no solo con la versión tranquila de Jesús, sino también con esa versión que implica denunciar el pecado, denunciar los atropellos; ese es el verdadero cristiano y es por ahí por donde va el evangelio de este domingo. En este evangelio Lucas nos dice que “ha venido a prender fuego en el mundo, y ¡ojalá estuviera ya ardiendo!”. Jesús es ese fuego que viene a ponernos a prueba, que viene a purificarnos para sacar lo mejor de nosotros. Pero, ante su palabra, cada uno de nosotros reacciona de manera distinta dependiendo de lo que estemos dispuestos a dejar obrar a Jesús en nuestra vida. Si le permitimos actuar en nuestra vida, Él sacará lo mejor de nosotros. 

Permitamos a Jesús que con su fuego nos purifique, que con su fuego nos transforme, que con su fuego haga de nosotros criaturas nuevas. 

En cualquier caso, la vida está llena de conflictos, contradicciones y sufrimientos, más vale que nuestro esfuerzo esté dirigido hacia una meta que lo merezca. Por eso, quien sigua a Jesús, tiene que vivir buscando ardientemente que el fuego encendido por Él arda cada vez más en este mundo. Pero, antes que nada, se exige a sí mismo una transformación radical: «solo se pide a los cristianos que sean auténticos. Esta es verdaderamente la revolución» (E. Mounier).

 

¿Dónde es posible sentir hoy el fuego de Jesús? ¿Dónde podemos experimentar la fuerza de su libertad creadora? ¿Cuándo arden nuestros corazones al acoger su Evangelio? ¿Dónde se vive de manera apasionada siguiendo sus pasos?


Evangelio de hoy en audio