Dom
12
Feb
2017

Homilía Sexto Domingo de Tiempo Ordinario

Año litúrgico 2016 - 2017 - (Ciclo A)

No he venido a abolir, sino a dar plenitud

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Líneas generales sobre la Ley

Aparentemente Jesús se presenta como un “reformador” de la Ley, pero nos dirá que no “ha venido a abolir la Ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud” (Mt 5,17).

Teóricamente las leyes son uno de los conceptos más usados en las diferentes culturas de la humanidad. Siempre se ha dicho que las leyes son necesarias para la convivencia humana. Junto a ellas están las autoridades, las conciencias, los objetivos… Y los aciertos y lamentables errores.

Bajo tales aspectos el pueblo de Israel fue evolucionando en varias direcciones: desde un sentido de la ley como instrucción/enseñanza/religiosidad/maduración…, tal como sería el caso de “los pobres de Yavé”, hasta la multiplicación de normativas para el control y dominio del mismo pueblo y de los que en tal caso fueran conquistados; ellos también tuvieron que padecer dominación y sometimiento de otros pueblos. Moisés con los Mandamientos que recibió de Dios en el Sinaí forjó una normativa que el pueblo siempre tuvo en cuenta porque venía de Dios, aunque a veces con sus interpretaciones manejadas por los doctores de la ley, fariseos, escribas, cúpula teocrática… habían creado corrupciones e injusticias. El Hijo de Dios viene precisamente para mostrar la pureza de la ley como camino hacia la verdad, la paz, la felicidad y la comunión con Dios.

Jesús nació y fue criado “bajo la ley para rescatar a los que se hallaban bajo la ley” Gal 4,4)… Conviene tener en cuenta que nadie como Él considera las Escrituras como Palabra de Dios; Él es la Palabra de Dios… “El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán” (Mt 24,35).

El apóstol Santiago nos indica cómo hay que recibir y encarnar la Palabra/Ley: “Poned por obra la Palabra y no os contentéis con sólo oírla, engañándoos a vosotros mismos… El que considera atentamente la Ley perfecta de la libertad y se mantiene firme cumplidor de ella… practicándola será feliz” (Sant 1,22ss) Y San Pablo: “Amar es cumplir la ley entera” (Rom 13,10). Y San Mateo en el texto de hoy recoge las palabras del Señor: “Sed perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48).

El Evangelio de hoy

La ambientación anterior es un largo prólogo para el Evangelio de hoy. Es en él donde Jesús comienza con fuerza la crítica, en el mejor de los sentidos, a las interpretaciones que se venían haciendo de la Ley. Quiere dejar bien claro desde el principio que “no ha venido a suprimir la Ley o a los Profetas; no he venido a suprimirla sino a darle plenitud” (5,17). Y añade: “si no sois mejores que los escribas y fariseos no entraréis en el reino de los cielos” (20). Luego comienza en un tono que los interpelados entenderán como agresivo pero que en realidad su intención es más objetiva, se trata de hacer brillar a la verdad, haciendo referencia a leyes deformadas. El estribillo es penetrante: “Se dijo a los antiguos… pero yo les digo” (21). Por el momento va a hacer referencia a seis leyes; para este domingo se hará referencia a tres.

a) No matarás: Jesús amplía el contenido de este mandamiento a las peleas, a los insultos… hasta la pureza de la ofrenda en el Altar, para ello hay que reconciliarse antes con el hermano. Incluso con el que te pone pleito, hay que reconciliarse cuanto antes.

b) Sobre el adulterio: se había llegado a una situación en la que la mujer era la única pecadora y se disponía de ella a capricho. Jesús recuerda la dignidad de la mujer, tanto como la del hombre, y cuenta con ella; recordemos su relación con ellas. Para los incorregibles les receta una cirugía in extremis.

c) El juramento en falso y el no cumplimiento de los votos al Señor. Jesús nos enseña a tener la suficiente personalidad para decir sí cuando sea sí y no cuando sea no, nos enseña a vivir en la verdad.

Entiendo que no se trata de estudiar en esta ocasión cada una de las leyes seleccionadas por Jesús, lo cual no sería superfluo, hay que hacerlo. Pero para una Comunidad Eucarística me ha parecido sugestivo valorar la proclamación del Evangelio insistiendo en el hecho de que la Ley en Jesús ha entrado en una fase de “perfeccionamiento y plenitud”, y ojalá la Comunidad saliera con el propósito de dedicarse a la tarea personal y del medio en que le toque vivir.

 Las lecturas

a) En la primera lectura tomada del libro del Eclesiástico se nos invita precisamente a valorar “los mandatos del Señor” ya que estamos hechos a su imagen y semejanza. Sean “perfectos como su Padre celestial es perfecto”. La primera Ley del Señor será la misericordia y la enseñanza. Él mismo ha venido para acompañarnos en el proceso de vuelta al Padre… La clave estaría en seguir a Jesús desde nuestra libertad. El Señor nos quiere libres y responsables, porque así nos hizo y BIEN pensado en cada uno de los mandamientos encontramos el sentido de nuestra vida. ¿Sobra alguno de los mandamientos?

b) La segunda, tomada de la Carta de San Pablo a los Corintios, hace referencia a una sabiduría exquisita: divina, misteriosa, escondida y predestinada por Dios… Esta es la oferta que el Señor desde su misericordia nos hace en su Hijo Jesús: hoy siempre y para todos “Yo estoy a la puerta y llamo”…