Este es mi Hijo, el amado, escuchadle

Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro 1,16-19:

Queridos hermanos:

No nos fundábamos en fábulas fantasiosas cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino en que habíamos sido testigos oculares de su grandeza.

Porque él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando desde la sublime Gloria se le transmitió aquella voz:
«Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido».

Y esta misma voz, transmitida desde el cielo, es la que nosotros oímos estando con él en la montaña sagrada.

Así tenemos más confirmada la palabra profética y hacéis muy bien en prestarle atención como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que despunte el día y el lucero amanezca en vuestros corazones.

Salmo de hoy

Salmo 96,1-2.5-6.9 R/. El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.

Los montes se derriten como cera ante el Señor,
ante el Señor de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.

Porque tú eres, Señor,
Altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 28b-36

En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.

De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.

Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

No sabía lo que decía.

Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar la nube.

Y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el Elegido; escuchadlo».

Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de los que habían visto.

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Reflexión del Evangelio de hoy

"Contemplar para predicar"

En su carta San Pedro nos dice que ha contemplado a Cristo, que le ha conocido, y por eso habla y predica de lo que ha visto, de lo que ha sentido, de lo que ha vivido en primera persona. Y es de su conocimiento de Jesús, y de la gracia del Espíritu Santo, de donde saca fuerzas para predicar, para llevar la Buena Nueva al mundo.

¿Y qué tiene que ver eso con nosotros hoy? Todos estamos llamados a ser apóstoles, a dar a conocer la alegría del Evangelio, a dar testimonio de Cristo y para eso debemos conocerle. Y ese conocimiento viene de la lectura asidua de las Sagradas Escrituras. A través de ellas conocemos a Jesús, sus palabras, sus hechos. Conocemos al Padre, al Espíritu Santo, a María, a los Apóstoles, llegamos a lo más profundo del Mensaje de Dios para los hombres… Y del conocimiento vienen las ganas de transmitir, de dar a conocer el amor que nos tiene Dios, de su mensaje de vida y liberación del pecado. Por eso decía Santo Tomás de Aquino que había que contemplar para predicar lo contemplado: nadie que sienta en su alma el amor de Dios se lo puede quedar para sí mismo, sentirá la necesidad de contarlo a su familia, a sus vecinos, a sus compañeros de trabajo. Frecuentar los Sacramentos y leer las Escrituras son los mejores medios para colaborar con el Reino de Dios.

"Testigos de la Gloria del Señor"

“Señor ¡qué bien se está aquí!” exclama Pedro al contemplar la gloria de Dios. Por Él se hubieran quedado allí pero Jesús le pone los pies en el suelo: hay que continuar con la misión.

En este pasaje contemplamos a Cristo en toda su gloria, resplandeciente, elevado. La próxima vez lo veremos elevado en una cruz, culminando la Salvación. En ambos momentos lo contemplamos en toda su plenitud. En la primera escuchamos resonar la voz del Padre invitándonos a seguir a su Hijo; en la segunda escuchamos al Hijo decir “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” Si Jesús se hubiera quedado en el monte Tabor, como quería Pedro, no hubiera habido Redención. Y a nosotros nos pasa muchas veces, tenemos la tentación de acomodarnos a lo bueno, a lo bonito, a lo fácil y así no avanzaríamos en nuestra vida.

Jesús se transfigura ante sus más próximos, les muestra su realidad, su naturaleza divina. Lo hace ante Moisés y Elías, como signo de la unidad de la Historia de la Salvación. Y serán otra vez Pedro, Santiago y Juan los más cercanos al Maestro en la agonía del huerto de los olivos. Ambos momentos pueden parecer contradictorios, pero son dos visiones de una misma realidad. Los Apóstoles tenían que conocer todo sobre Jesús para poder dar testimonio cuando llegara el momento. Y así lo manifiesta San Pedro en la Primera Carta que leemos hoy: “Hemos sido testigos oculares de su grandeza”.

Hoy nosotros contemplamos a Cristo a través de sus palabras y de los ojos de los Apóstoles. Conocemos su Doctrina, asistimos a su Gloria y contemplamos su Pasión y su Resurrección. Y hoy, en pleno siglo XXI, resuenan las palabras del Padre en el monte: “Este es mi Hijo... escuchadle”.

D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP

D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro

Nací en Ciudad Real en 1960 y estoy vinculado a la Orden de Predicadores por la cercanía de mi familia a la Orden en Almagro con quienes recibí mi catequesis y mi formación adulta. Soy Licenciado en Derecho e Historiador del Arte y he sido Alcalde y Diputado Nacional. Ingresé en la Fraternidad de Almagro en 2010 y he realizado estudios bíblicos y sobre la figura de Santo Tomás. También he sido catequista en mi Parroquia y he impartido cursos a Hermandades y Cofradías.

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