Jue
28
Ene
2016
¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín?

Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel 7, 18-19. 24-29

Después de que Natán habló a David, el rey David vino a presentarse ante el Señor y dijo:
«¿Quién soy yo, mi Dueño y Señor, y quién la casa de mi padre, para que me hayas engrandecido hasta tal punto? Y, por si esto fuera poco a los ojos de mi Dueño y Señor, has hecho también a la casa de tu siervo una promesa para el futuro. ¡Esta es la ley del hombre, Dueño mío y Señor mío!
Constituiste a tu pueblo Israel pueblo tuyo para siempre, y tú, Señor, eres su Dios.
Ahora, pues, Señor Dios, confirma la palabra que has pronunciado acerca de tu siervo y de su casa, y cumple tu promesa. Tu nombre sea ensalzado por siempre de este modo: “El Señor del universo es el Dios de Israel y la casa de tu siervo David permanezca estable en tu presencia”.
Pues tú, Señor del universo, Dios de Israel, has manifestado a tu siervo: “Yo te construiré una casa”. Por eso, tu siervo ha tenido ánimo para dirigirte esta oración. Tú, mi Dueño y Señor, eres Dios, tus palabras son verdad, y has prometido a tu siervo este bien.
Dígnate, pues, bendecir a la casa de tu siervo, para que permanezca para siempre ante ti. Pues tú, mi Dueño y Señor, has hablado, sea bendita la casa de tu siervo para siempre».

Salmo de hoy

Salmo 131, 1b-2. 3-5. 11. 12. 13-14 R/. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre

Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob. R/.

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob». R/.

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono». R/.

«Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono». R/.

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Esta es mi mansión por siempre;
aquí viviré, porque la deseo». R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 21-25

En aquel tiempo, Jesús dijo al gentío:
«¿Se trae la lámpara para meterla debajo del celemín o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero? No hay nada escondido, sino para que sea descubierto; no hay nada oculto, sino para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga».
Les dijo también:
«Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • La ley divina fija el destino de cada persona

El profeta Natán es hebreo, posiblemente de la tribu de Leví y según el texto bíblico, vivió durante el reinado de David. Las profecías son comunes en el Antiguo Testamento y en concreto, la profecía de Natán (versículos anteriores al texto que nos ocupa) está proyectada a base de una contraposición, pues no será David quien edifique un templo a Dios (como se le había anunciado en esta profecía) sino que es Dios quien levanta una dinastía en la casa de David. La promesa está relacionada con la continuidad del linaje davídico sobre el trono de Israel.

Estos versículos del segundo libro de Samuel presentan una oración de alabanza y de acción de gracias por parte de David, en respuesta a la promesa de Yahvé. Nos encontramos con David que “se presenta ante el Señor”, un hombre que ora, alaba y da gracias. El texto sagrado nos expone la ley de Dios como destino de la persona, pero nosotros ante estas palabras, ¿qué hacemos? ¿qué decimos? ¿nos presentamos “ante el Señor” cada día?

¿Te has parado “ante el Señor” para orar? La oración nos sirve de reflexión para adecuar nuestra voluntad a la de Dios. Orar es hablar con Dios. Para nuestra oración puede ayudarnos el Salmo 131 (es un salmo mesiánico) en el cual las promesas hechas por Dios se presentan como la respuesta divina a un juramento hecho a David.

  • Animémonos a ser luz

El discípulo está invitado a comprender que Dios es Aquel que está a punto de tomar posesión de su vida, que va a su encuentro con una misteriosa iniciativa que está llamado a aceptar, sin conocerla en sus detalles.

En este texto del Evangelio de Marcos leemos unos versículos anteriores a unas pequeñas parábolas (de la semilla que crece por sí sola y del grano de mostaza) que pueden interpretarse de diversas maneras según el contexto en el que se las utilice pero siempre relacionadas con las enseñanzas de Jesús: luz que debemos hacer brillar y de la que nosotros como beneficiarios somos responsables.

El candelero alumbra a quienes están en oscuridad; seamos candiles descubiertos para nuestro prójimo. Que puedan decir de cada uno que nuestra Luz es Jesucristo, que cuando nos vean a nosotros, lo vean a Él; que cuando hablemos, lo escuchen a Él; cuando hagamos algo, lo descubran a Él. Estamos llamados a ser soportes móviles para sostener a otros.

Hoy la Iglesia hace memoria de Santo Tomás de Aquino, quien fue y sigue siendo un candil cuya luz, recibida del Espíritu, nos permite adentrarnos en el amor a la VERDAD.