Jul
Evangelio del día
“ Saludad con la paz ”
Primera lectura
Primera lectura: Génesis 44, 18-21. 23b-29; 45, 1-5
En aquellos días, Judá se acercó a José y le dijo:
«Permite a tu servidor decir una palabra en presencia de su señor; no se enfade mi señor conmigo, pues eres como el faraón. Mi señor interrogó a sus servidores: "¿Tenéis padre o algún hermano?", y respondimos a mi señor: "Tenemos un padre anciano y un hijo pequeño que le ha nacido en la vejez; un hermano suyo murió, y sólo le queda este de aquella mujer; su padre lo adora." Tú dijiste: a tus servidores "Traédmelo para que lo conozca. Si no baja vuestro hermano menor con vosotros, no volveréis a verme." Cuando subimos a casa de tu servidor, nuestro padre, le contamos todas las palabras de mi señor; y nuestro padre nos dijo: "Volved a comprar algunos alimentos." Le dijimos: "No podemos bajar si no viene nuestro hermano menor con nosotros". Él replicó: "Sabéis que mi mujer me dio dos hijos: uno se apartó de mi, y pienso que lo ha despedazado una fiera, pues no he vuelto a verlo; si arrancáis también a este de mi lado y le sucede una desgracia, hundiréis de pena mis canas en el abismo"».
José no pudo contenerse en presencia de su corte y gritó:
«Salid todos de mi presencia».
No había nadie cuando José se dio a conocer a sus hermanos. Rompió a llorar fuerte, de modo que los egipcios lo oyeron, y la noticia llegó a casa del faraón. José dijo a sus hermanos:
«Yo soy José; ¿vive todavía mi padre?».
Sus hermanos, perplejos, se quedaron sin respuesta. Dijo, pues, José a sus hermanos:
«Acercaos a mi».
Se acercaron, y les repitió:
«Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis a los egipcios. Pero ahora no os preocupéis, ni os pese el haberme vendido aquí, pues para preservar la vida me envió Dios delante de vosotros».
Salmo de hoy
Salmo 104,16-17.18-19.20-21 R/. Recordad las maravillas que hizo el Señor
Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo. R/.
Le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó. R/.
El rey lo mandó desatar,
el Señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 10,7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«ld y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.
Gratis habéis recibido, dad gratis.
No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en una ciudad o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludadla con la paz; si la casa se lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.
Si alguno no os recibe o no escucha vuestras palabras, al salir de su casa o de la ciudad, sacudid el polvo de los pies.
En verdad os digo que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquella ciudad».
Evangelio de hoy en vídeo
Reflexión del Evangelio de hoy
La liturgia de la Palabra de estos últimos días nos presenta, por un lado, la historia de Jacob y su familia; por otro, el inicio de la vida pública de Jesús de Nazaret, anunciando la alegría de la Buena Noticia del Reino de Dios y llamando a sus colaboradores más próximos, los apóstoles. La paz, el saludo de paz, es el gran distintivo de los amigos de Jesús.
"Yo soy José, vuestro hermano"
El libro del Génesis nos relata la historia desgarradora de la familia de José. Y en ella, la historia de tantas familias heridas por motivos tan diversos. Heridas que hablan de división, de relaciones truncadas desde la niñez, heridas de traición y rechazo, de no aceptación; heridas nunca olvidadas.
Es fácil ante situaciones semejantes preguntarnos dónde está Dios, por qué permite todo ese dolor y angustia… Probablemente, tengamos que cambiar la dirección de las preguntas y en vez de enjuiciar a Dios, preguntarnos a nosotros mismos dónde estamos y qué hacemos.
José pudo cambiar el rumbo de su vida gracias a las oportunidades que otras personas le ofrecieron y fue posible un camino de reconciliación y de fraternidad porque nunca dejó a su Dios.
El fragmento del relato del Génesis que hoy hemos leído nos presenta un José desgarrado por el dolor y al mismo tiempo, un hombre de fe que quiere y ama su familia, que percibe el paso de Dios en medio de tanto sufrimiento, que comprende el hoy y el futuro de su familia desde la perspectiva de un ayer profundamente doloroso: “… pero ahora no os preocupéis, ni os pese el haberme vendido aquí, pues para preservar la vida me envió Dios delante de vosotros”.
Escuchar y acoger la revelación: “yo soy José, vuestro hermano” nos impulsa a mirar nuestras relaciones truncadas y a preguntarnos cómo nos situamos y presentamos ante aquellos con quienes vivimos el conflicto. También esta afirmación nos desafía e inquieta: ante quien sufre, cómo escucho y acompaño, por acaso fomento la polarización de actitudes o invito a mirar desde la fe las circunstancias dolorosas que envuelven a quien sufre.
"Gratis habéis recibido, dad gratis"
El Evangelio de hoy nos ofrece, al igual que ayer, una serie de orientaciones muy concretas para la misión a la que somos enviados. Ser testigos y proclamar el Reino de Dios en los lugares donde estamos, en las circunstancias concretas de mi propio cotidiano. Sí, dejemos de mirar dónde me sale más en cuenta o quien me puede beneficiar y recordemos que “gratis lo hemos recibido y lo debemos dar gratuitamente”. Suena bonito, pero no es fácil, la búsqueda de retribución es muy humana.
Y si no nos queda muy claro, Jesús insiste: saludad con la paz y no nos preocupemos si las personas la merecen o no. Y todavía nos desafía más: “Si alguno no os recibe o no escucha vuestras palabras, al salir de su casa o de la ciudad, sacudid el polvo de los pies”.
La misión es de Dios, nosotros somos sus colaboradores, a veces tenemos múltiples formas de buscar imponer lo que es imposible imponer porque es fruto del encuentro personal con Dios. Sencillamente, cuando parece que es imposible, se nos invita a sacudir el polvo de los pies y no olvidar que hemos llegado con la paz de Dios y ésta allí se queda.
En un mundo tan dividido como el de hoy, donde la guerra, los conflictos y las múltiples heridas de relaciones dañinas fragilizan la vida y las personas, Jesús nos muestra el camino, siempre ofrecer la Paz. Una paz que primero nos tiene que habitar para que realmente se pueda ofrecer gratuitamente. La historia de José nos muestra que si somos capaces de reconocer, y ayudar a reconocer, cómo Dios camina con nosotros, la reconciliación y sanación del corazón es posible, restableciendo la fraternidad.